Dibujante, humorista y conductor de radio, el marplatense Gustavo Sala es un referente nacional de tiras cómicas que tiene mucho para contarnos. Pasen y lean.
Por Alejandra Bertolami
Oriundo de Mar del Plata, pero, instalado en Buenos Aires desde hace una década. El dibujante, humorista y conductor de radio, Gustavo Sala, traduce su creatividad en lo más simple: tinta china y papel. Confiesa que, a pesar de hacer una tira hace dieciséis años, la adrenalina de la hoja en blanco es la misma: “Siempre es estar empezando todo el tiempo. Aunque uno tenga recursos ya instalados, la excitación y la adrenalina está intacta”
Repasamos sus comienzos y su actualidad en un ida y vuelta para Bacap:
Comienzos
– ¿Recordás qué es lo que te atrajo del estilo de la historieta para poder llevarlo a la práctica?
– Hay una situación común, que es prácticamente la que dicen todos los dibujantes de historietas, que uno siempre empieza como lector, de chico, como fanático de sentir esa conexión particular con una revista de historietas.
En mi caso, también es otro tópico que se repite, es una situación de timidez o de no pertenecer a los grupos.
En la escuela primaria, mientras la mayoría de los pibes iban a jugar a la pelota, uno se quedaba leyendo historietas. Una situación más individual.
En mi caso, encima, carezco de cualquier interés deportivo y de cualquier talento deportivo, así que mi mayor satisfacción de chico era como lector de historietas, infantiles o juveniles, a finales de los ´70 principios de los ´80.
Después uno empieza a copiar y a hacer cosas que pensás que en algún momento eso puede significar un laburo.
– ¿De chico eras de coleccionar historietas? ¿Recordás algún tesoro que todavía conserves?
– Por supuesto. Recuerdo tener pilas, pilones, de Hijitus, de Isidoro y Patoruzú.
Después mis padres me compraban siempre la revista Billiken en donde venían muchas historietas, como Tintín y Ásterix, álbumes que luego terminé leyendo en la Biblioteca Pública de Mar del Plata a la cual iba seguido de chico y conocía todo por ahí.
Eran pequeñas joyas que luego uno iba teniendo.
Impronta propia
– ¿Te costó encontrar tu estilo de dibujo?
– Sí. También es una discusión, que se habla mucho sobre qué es el estilo. Alguien dice que el estilo es la suma de las limitaciones, la suma de tus propias falencias. En mi caso, puede ser que sea un poco. Si hablamos de dibujo, evidentemente tengo una capacidad limitada y torpe. Sobre todo, para el dibujo realista. Por un lado, nunca me interesó la historieta clásica, de género, tipo la historieta bélica, de western o de superhéroes. Siempre me sentí más inclinado por el humor y por la estética más grotesca.
– ¿Recordás qué fue lo primero que publicaste?
– Probablemente, alguna revista marplatense de algún sindicato. Después, la revista en la que participé con bastante continuidad fue la revista del supermercado Toledo. En una época sacaba todos los meses una revista gratuita y yo hacia una página de juegos, una historieta. Fue el primer fogueo.
Volviendo a los medios marplatenses, un suplemento que se llamaba Claro Oscuro que sacaba el diario El Atlántico, donde con un grupo de gente hacían un suplemento juvenil y yo hacía una tira, una historieta. Fueron un montón de lugares donde uno va aprendiendo.
– En algunos personajes tuyos como José Luis Perales o la tira Bife Angosto, haces referencia sobre los géneros musicales: ¿Sentís cierta facilidad para fusionar humor y música?
– No sé si facilidad, pero sí, cercanía.
Dicen, que uno siempre dibuja de lo que conoce y en el caso de la música, el rock, por interés personal, por haber ido siempre a ver recitales, por consumir documentales de música, bibliografías, por ser un fan de la música. Siempre me interesó ese universo y aparte es riquísimo.
Si hablamos de humor y de rock, sobre todo el argentino, tiene una especie de solemnidad o de figuras intocables, que ahí, el humor viene fenómeno para molestar un poco.
Grotesco y con sentido
– ¿Cómo caracterizarías tu tipo de humor?
– Me gusta lo grotesco, esa cosa de la creación. Ir por la calle mirando algo y prestando atención de lo que ves también en internet y tratar de exagerarlo, de llevarlo más por el lado del delirio. Grotesco, podría ser una buena definición.
– ¿Cómo es hacer un podcast (Sonido Bragueta) en dupla?
– Me gusta mucho la radio, sobre todo, la radio en vivo. En el dibujo tenés una situación más estática y más controlada porque te quedas una cantidad de horas trabajando en la intimidad de tu casa, en cambio, la radio en vivo tiene una adrenalina que tenés que estar resolviendo permanentemente. Generalmente, en situaciones colectivas, con un grupo de gente.
Cuando aparece y se pone de moda el formato de podcast, que es una especie de fanzine, de radio independiente underground que podes hacer de tu casa hablando lo que quieras, se me ocurrió con Nacho Alcuri, una especie de colega y socio creativo, grabar este formato que comenzamos haciéndolo en su casa, en Montevideo, con la premisa de simplemente improvisar lo que se nos ocurriera. Después, cada uno desde su país grabando por WhatsApp.
– En una historieta tuya hablas de la “visibilidad” como excusa del trabajo gratis. ¿Sentís que es difícil hacer valer el trabajo como ilustrador o con el tiempo vas ganando cancha en el terreno de la negociación?
– No, en mi caso siempre fue una situación extrema. Prácticamente, podríamos hablar de una especie del temor al dinero. Siempre que apareció algo parecido a la plata, yo salí corriendo. Voy a tener que trabajar ese tema.
Recién usaste la palabra ilustrador o ilustración, que tiene que ver más con tapas de discos o ilustrar notas para libros o medios y la historieta, el humor gráfico, siempre está unos escalones más abajo. Uno crece con este auto boicot.
Mucha gente piensa que, “como a vos te gusta”, cómo le vas a cobrar por eso y lo ven como que “no es trabajo”. Se suman varias cosas: la mirada y la ignorancia de la gente y el propio mal manejo del trabajo de uno.
– Hace poco hubo una feria en Plaza Mitre de fanzines e historietas, ¿sentís que el público de la historieta es un nicho bien marcado?
– Hay una situación como de “muerte” o retroceso, de las revistas de historietas y de las revistas en papel, en general.
Hay muchos colegas que están haciendo su trabajo en redes y son muy famosos sin tener nada en papel. Parece que es otro mundo del pasado y al mismo tiempo, hay como un regreso a la autoedición y al fanzine, mucho más cuidado.
Al haber tanto digital, a veces, es necesario que aparezcan estas ferias de autogestión donde los autores y la gente se acercan. Se corrió eso de que se pensaba que la historieta era sólo para chicos y apareció la novela gráfica y la gente se empezó a dar cuenta que la historieta puede ser más compleja, adulta, experimental y para cualquier tipo de persona.
Instagram y la demanda
– Hablando de redes sociales, ¿cómo te llevas con la demanda de subir material de manera constante?
– En un punto lo sufro, discuto y dudo. Mientras subo cosas me hago la pregunta de si estoy alimentando y trabajando gratis una red, mal acostumbrando a la gente que ya espera gratis algo que forma parte de mi trabajo profesional. En sus vertientes de la posibilidad de expresarte, subir al trabajo todo el tiempo.
Pienso que es cada vez más grande la brecha entre subir cosas y que miles de personas te aplaudan y te pongan likes y la posibilidad de vender un libro o que alguien pague por tu trabajo.
Les pasa a muchos colegas, es un tema de actualidad el poder “monetizar” las posibilidades de la red. Pero todo lo reviso mientras lo vivimos.
– Al tener tanta llegada y las redes tanta facilidad de respuesta ¿cómo te llevas con las críticas?
– Trato de no engancharme con las críticas y los comentarios. Me parece que la propia lógica de tu Instagram o de Facebook o lo que sea, es una cosa que es visual. Al habilitar o entrar en el juego de los comentarios, no necesariamente van a ser a favor o te van a felicitar, también puede haber dudas, quejas, preguntas, comentarios que sumen o resten. Lo ideal es que sean de buena leche. Si bien hay colegas que saltan o se enojan, yo trato de bancarme las ganas de contestar o contestar en todo caso con una palabra muy irónica o muy fina, sin irme a lo violento o mala leche porque de última el trabajo ya habla por mi.
Creatividad, divino tesoro
– Al trabajar con la creatividad como recurso básico, ¿cómo te manejas si tenés algún bloqueo o es algo que con el ejercicio cotidiano no te pasa tanto?
– Es otra situación que después de tanto trabajar, sigo sin entender cómo sucede y sin tener un método.
En Página 12, hago una tira todas las semanas desde hace dieciséis años y cada vez que tengo que hacer una tira me enfrento al mismo problema: “qué hago”.
Con qué jodo, con qué me meto, con qué puedo hacer humor.
Siempre es estar empezando todo el tiempo. Aunque uno tenga recursos ya instalados, la excitación y la adrenalina está intacta.
– ¿Cuáles son tus herramientas esenciales de trabajo?
– Soy clásico y analógico, tengo un cuadernito de los más truchos donde anoto ideas, bocetos y todo el tiempo estoy anotando cosas. Cuando tengo eso medio resuelto y sé lo que quiero contar y cuánto espacio voy a necesitar, simplemente una hoja de papel, tinta china, lápiz negro o marcadores y hago el dibujo en un papel clásico.
Luego lo escaneo, lo mando por mail y ahí se terminó todo.
En ese sentido, lo digital entra solamente para escanear o pintar con computadora, pero soy un muchacho analógico.