Frente a la disputa por la presencialidad en las escuelas, tanto opositores como oficialistas, notaron algo distinto en el paisaje político: un nuevo actor detrás de los dedos de miles de madres que fatigaban sus celulares en chats para asegurarse ser oídas.
Las nuevas tecnologías han cambiado las relaciones sociales y se han convertido en una herramienta imprescindible. Esta situación también se traslada al entorno de los colegios. Los grupos escolares de whatsapp nacieron con el noble objetivo de ser un canal de comunicación rápido, efectivo y masivo.
Formados en su gran mayoría por mujeres (de ahí el conocido mote de “chat de mamis”) suelen ser empleados de forma intensiva por sus integrantes. La pandemia, lejos de calmar la actividad de estos grupos, hizo que en la mayoría de los casos, se incrementará.
Nadie puede saber si se convertirán en un nuevo actor político y marcarán agenda pero demostraron tener un poder de organización importante que les permitió: plantarse en las puertas de las escuelas, hacer abrazos simbólicos, aplausos, bocinazos y hasta amenazar con ganar la calle para dar clases ahí por cuenta propia.
Finalidad de estos grupos
Existe una desopilante canción del grupo musical Los Raviolis que los parodia a través de una historia que arranca con una campera perdida y termina agregando al grupo de whatsapp a un ministro, tres diputados, un senador, Obama, Trump y Gorbachov para ver si la prenda finalmente aparece.
Si bien el uso debería ser exclusivamente racional: SOLO LO NECESARIO, son utilizados para avisar absolutamente de todo. En ese intercambio interminable de mensajes queda muy expuesta la personalidad de cada integrante. Según la humorista Dalia Gutman, se ven las inseguridades, el nivel de autoestima, de neurosis, los “mambitos” no resueltos de la infancia, el miedo eterno a ser dejado de lado («¿¡Cómo que armaron un chat paralelo y no me incluyeron!? Voy a llorar»).
Nuria García Alonso, psicóloga infantil y juvenil y fundadora de Estudio Ayudarte Psicología considera de suma importancia recordar la finalidad real que deben tener estos grupos «El conflicto surge cuando los saturamos con temas personales, tratamos de controlar todo lo que hacen nuestros hijos o convertimos el chat en un debate por detalles que solo agobian».
Claramente quien postea algo no lo hace con la intención de torturar a nadie, sino simplemente de dar una mano. El tema es que cuando esto empezó, no se pusieron las reglas claras de entrada, se avanzó sobre la marcha y no siempre es la mejor manera.
Ángels Ponce, terapeuta familiar, aconseja «establecer unas normas de uso a través de lo que se conoce como netiqueta : son las normas de educación y convivencia en las redes sociales. Básicamente, se trata de comportarse como en la vida real (con respeto), cuidar el lenguaje y ser respetuoso con el tiempo de los demás y los horarios de descanso».
Con reglas muy concretas todo sería más ameno, por ejemplo si cada vez que una madre tiene un lindo gesto, bastaría con el primer «gracias» para que se entienda que todos los integrantes del grupo están agradecidos, se podrían evitar los agradecimientos masivos en el chat.
Abandonar el grupo, ¿sí o no?
Otro tema es qué hacer cuando una simple anécdota deriva en un drama de enormes dimensiones. Así una madre avisa con un mensaje al resto de padres algo que considera menor, como por ejemplo que su hijo tiene piojos, y a partir de ese momento la conversación alcanza extremos insospechados.
Por eso, aunque pueda resultar obvio, Nuria García Alonso destaca que es importante recordar que «jamás se debería tener ninguna discusión mediante un Whatsapp porque se puede malinterpretar el tono y el mensaje de lo que se dice y al final las consecuencias acaban siendo peores», «hay que saber gestionar ese tipo de ansiedad y, más que evitar el grupo, quizás es conveniente silenciarlo una temporada hasta que estemos preparados para volver a leer los comentarios, pero nunca desvincularse por completo».
Más allá de las recomendaciones de la experta, pertenecer a estos grupos no deja de ser una decisión muy personal, recordemos que antes no existían y los padres estaban informados de todas maneras.
Finalmente debemos reconocer que si bien son tratados con sorna y hasta cierto desprecio por fuera de los círculos escolares, todas lo tienen y todas lo usan. Por eso, en esta época de tanto enfrentamiento, aunque resulte pesadísimo recibir tantos mensajes y comentarios, no estaría mal practicar la tolerancia, ya que después de todo hay que reconocer que muchas veces resulta un medio muy útil de información y acercamiento a las otras familias. Y en definitiva, como dice Caetano Veloso, «de cerca nadie es normal«.