Casi sin reglas, en Mar del Plata se usan al revés y se le otorga prioridad de paso al que no se debe. En ellas ocurre el 2% de los accidentes que se suceden en la ciudad.

Por Manuel Straccia

Las rotondas en Mar del Plata se rigen por las mismas leyes que la selva: la supervivencia del más apto. Puede sonar exagerado, pero es sabido que el vehículo de mayor porte o el más “valiente” termina teniendo prioridad de paso. 

“Las rotondas son para lugares donde hay mucho tránsito vehicular y menos peatonal. Reducen los niveles de congestión, no tiene tanta interrupción en el tránsito, pero el problema que suelen tener las rotondas son los cruces peatonales, más cuando empiezan a quedar dentro de la ciudad. Cómo no hay una interrupción del flujo para peatones o ciclistas es muy complejo”, explicó Dante Galván subsecretario de Movilidad Urbana a Bacap..

El funcionario fue claro: “Es una intersección donde el que tiene el vehículo más grande tiene mayor poder, imaginate el que no tiene vehículo”. El cruce peatonal no está claramente demarcado en la mayoría de las rotondas o son pasajes muy largos, ya que no son rutas pensadas para peatones. 

Prioridades

“En cuanto a lo vehicular, la prioridad de paso la tienen los que están dentro de la rotonda pero lo que uno ve a diario es que quienes adoptan la prioridad son los que vienen pasando, porque tienen ingreso. Principalmente en las de Champagnat, quienes circulan por ahí entran a la rotonda y los que se detienen son los que están dentro de la rotonda, al revés de cómo debería funcionar”.

Para que una rotonda sea eficiente, se debe salir fácil y entrar difícil. Lo opuesto a lo que sucede en Mar del Plata, ciudad en la que “las prioridades están invertidas a la hora del uso”.

Según los datos del Observatorio de Seguridad Vial, las rotondas representan un 2% de los siniestros totales en General Pueyrredon, siendo las más problemáticas las de Avenida Colón y Champagnat y la de Avenida Luro y Champagnat.