La UTN registró aumentos en la matrícula en un proceso donde los jóvenes abastecen a astilleros, pesqueras y el INIDEP. Las posibilidades de crecimiento a futuro y la educación pensada para potenciar las economías regionales.
por Thomás Lahitte
La pesca y las industrias derivadas son uno de los principales motores económicos de la ciudad. Mar del Plata lidera en materia de desembarques, cuenta con el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), los principales astilleros navales, uno de los ocho Consorcios Portuarios y es sede nacional de algunos sindicatos pesqueros.
En ese sentido, “La Feliz” tiene un lugar preponderante en las actividades ligadas al mar a nivel país, hecho que se refleja cada vez más en el ámbito educativo. En diálogo con Bacap, Giuliano Falconatt, consultor en pesca y presidente de la Federación Universitaria Tecnológica (FUT), aseveró que en los últimos años crecieron las inscripciones en carreras vinculadas a la pesca.
“En la UTN Mar del Plata contamos con Ingeniería Naval e Ingeniería Pesquera, ambas públicas y gratuitas, profundamente ligadas a la actividad portuaria y los intereses marítimos”, aseguró. A su vez, cuentan con cinco tecnicaturas y amplia lista de cursos, diplomaturas y capacitaciones en oficios.
“En Ingeniería Pesquera recibimos más de 90 inscriptos, lo cual triplica la cifra que habitualmente se inscribía. En Ingeniería Naval, por su parte, la matrícula de ingreso fue de 180 estudiantes, cuando solíamos tener entre 70 y 100 ingresantes por año. Todos los actores de la comunidad educativa vienen contribuyendo a la difusión y crecimiento de nuestra sede”, aseveró. Un dato no menor, es que la UTN local, es la más nueva de las presentes en el país, habiendo iniciado en 1994.
¿Por qué crecieron?
El por qué de los aumentos en las cifras, Falconatt alude a la política de llevar adelante congresos, jornadas, entrevistas, “con participación del empresario pesquero, la industria naval, los principales sindicatos del arco portuario, organismos de control y autoridades del Consorcio Portuario”. A su vez, se realizan visitas a fábricas y astilleros, para fomentar la formación práctica de los jóvenes. “Todas esas propuestas y la colaboración de cada una de las personas que se involucran han logrado insertar a la sede en la matriz productiva del Puerto”, afirmó.
Una particularidad en el estudiantado es su ligación previa al sector en un movimiento similar al que ocurre con los pescadores, oficio que “pasa” a través de las generaciones. “Tenemos casos en que alguien de la familia es empresario pesquero, armador de buques o participa de la industria naval, muchos otros casos donde los familiares se desempeñan como trabajadores portuarios e incluso es frecuente que se anote gente que ya está trabajando en algo relacionado con su carrera”, destacó.
La inserción en la industria
El destino de los jóvenes es amplio y variado, al igual que la composición de las actividades ligadas al mar. “Si bien no hay una única salida laboral, se puede decir que en principio se abastece a los astilleros (SPI, Contessi y TPA) y a empresas que se dedican al procesamiento pesquero”, comenta el presidente de la FUT. A su vez, tanto ingeniería pesquera como naval, permiten abordar otros rubros como la industria metalúrgica, metalmecánica y/o civil así como las vinculadas a alimentos.
Al tratarse de carreras jóvenes hay todavía un camino por recorrer. “Algunos graduados y graduadas están abriéndose paso en el INIDEP y podrían ser parte, por ejemplo, de los equipos técnicos del SENASA. También será interesante cuando el Consorcio Portuario, la Subsecretaría de Vías Navegables y el Consejo Federal Pesquero, entre otros, vayan nutriéndose de graduados/as de la Universidad Tecnológica Nacional para ocupar cargos de gestión y/o asesorías que contribuyan a un mejor desempeño del sector”, proyecta Falconatt.
Otra industria en la mira es la de exploración y explotación off-shore, que además de infraestructura, requerirá de personal capacitado.
El desafío por delante
Uno de los principios con los que se fundó la UTN -Universidad Obrera Nacional hasta el golpe de 1955- tuvo que ver con el compromiso de potenciar las economías regionales, es decir, pensar que carreras y capacitaciones brindar según la demanda de los sectores productivos, la realidad de las ciudades donde se encuentra cada una de nuestras sedes.
“Esa bandera continúa vigente y representa un sello distintivo frente a otras Universidades, quizá no tengamos la afluencia de inscriptos que tienen otras carreras como por ejemplo las que van ligadas a las ciencias sociales y/o humanidades, pero tenemos un sentido de pertenencia único, un despliegue federal que nos da presencia directa en doce provincias de la Argentina y una ventaja competitiva por sobre cualquier otra institución: formamos para el mundo del trabajo”, concluyó Falconatt.