La escritora Rossana Alvarado de «Viviendo en el Extranjero» recomienda esa experiencia al menos por tres meses en la vida.
Por Alejandra Bertolami
Oriunda de Ecuador pero instalada hace años en Barcelona, Rossana Alvarado es la responsable de Viviendo en el Extranjero, un libro que se transforma en la guía ideal para conocer las situaciones a las que uno se enfrenta al emigrar.
Se trata de capítulos cortos y llevaderos que te harán identificar y estar al tanto de situaciones cotidianas a la hora de emprender vuelo.
Ida y vuelta con la escritora:
– ¿Qué es a lo que uno primero se enfrenta cuando quiere vivir en el extranjero?
– Creo que uno se pregunta cómo será vivir lejos, si me adaptaré y, al mismo tiempo, está la emoción, el querer descubrir cosas nuevas, hacer nuevos amigos, conocer nuevos sitios. Tienes una mezcla de sentimientos encontrados porque en una parte estás súper emocionada, te olvidas de todo ese día, quieres ya ser un aventurero más, como nos llamó a nosotros las personas que vivimos fuera del país.
Siento que tienes que virar todas estas preguntas, si te vas a quedar mucho tiempo para estudiar, si me adaptaré y, vivir el momento y dejar que fluya.
En mi caso, veníamos por un par de meses y nos hemos quedado siete u ocho años y en un momento pasa de disfrutar y dejar que esto continúe y, en cuanto a lo material, lo más importante es saber dónde voy a vivir, si conoces a alguien, genial, para saber dónde vas a vivir, en qué barrio, como será esa casa. Es muy difícil alquilar desde primera instancia y ya luego van conociendo la ciudad.
Bajo mi experiencia, yo conocía a alguien, así que me resulta ideal tener a esa gente que te diga una recomendación.
Toda esta mezcla de sensaciones, emociones y sentimientos que uno tiene antes del día. Se pasa todo tan rápido que hay que disfrutar el proceso del papeleo, de buscar, de sentirte con esta chispita de ganas.
– ¿Se crea el sentido de tierra y pertenencia en el nuevo lugar?
– Creo que, al principio, lo ves como un hogar temporario. Sigues diciendo: «mi casa en», » mi casa en Argentina», «mi casa en Ecuador» y luego llega un momento sin darte cuenta que decís «bueno me voy a mi casa», me voy a mi casa y empieza tu doble jugada, tus dos casas.
Una vez me fui de viaje y cuando volví dije «vuelvo a casa» y me quedé pensando lo que dije, y desde ahí me cambió, ahora es la casa de mis padres en Guayaquil . Llega un momento en que la película cambia y de un momento a otro al adaptarte te das tu lugar, mi casa, mi lugar, mi safe place. Tener dos casas al mismo tiempo en cierto punto.
– ¿Qué te llevó a vivir en Barcelona?
– Fue en el 2014 que se me ocurrió estudiar algo, veía a varios amigos que vivían afuera y viajaban, conocían gente y tenía esa chispita de aventura. En ese año, estuve con un amigo en un Eurotrip y me encantó Europa y las ciudades que visité, tenía una amiga en Madrid y me enseñó todo.
Luego, busqué universidades, pensé en España, por el idioma y el clima. Primero pensé en Madrid porque me encantó, pero, el Máster que me gustó era aquí en Barcelona y coincidía que tenía un amigo y venían varias amigas más y fue más fácil para buscar el hogar.
Apliqué, conseguí el Máster y viajé, fue todo bien natural, un proceso que fluyó completamente. Mis padres no me creían y ahora me dicen que están orgullosos por mi valentía y por tomar la decisión.
– ¿Cómo fue escribir un libro en plena pandemia?
Escribir ‘Vivir en el extranjero’ en la pandemia fue liberador y terapéutico. Encontré en la escritura una forma de escape, de desahogo, de olvidarme de lo que sucedía en el mundo al menos por una o dos horas. Además, escribía en ese tiempo mi blog de viajes y leí bastante. Esos tres momentos de la rutina en el día eran como una forma de viajar sin tener que moverme de casa.
Estaba todo cerrado, teníamos preocupación por nuestras familias y era una forma de sacar todo lo que tenía adentro y venía relacionado con mi experiencia en Barcelona, eran mis dos mundos que se unían, la trama del libro y la pandemia.
Fue un momento idóneo que lo estaba trabajando y usar la cabeza para otros proyectos y nuevos retos.
Cada capítulo que escribía se lo mandaba a mi mamá y entonces le hacia la broma que la mantenía entretenida durante la cuarentena.
– ¿Tres motivos que consideres para animarse a viajar y vivir en el extranjero?
– Uno creo que es el autoconocimiento. Conoces un lado de ti que no sabías que existía, conocerte sola completamente. No es que vives 24 horas al día con las personas a tu alrededor, cada uno comienza a tener su propia rutina y tenemos mucho tiempo en los que vas conociéndote.
Entendés muchísimo de ti.
Ahora soy completamente otra Rossana y cada día me voy descubriendo más para crecer personalmente.
El segundo, culturalmente te vuelve más empático, conoces personas de todas partes. Creas esa familia fuera de casa, una parte bien bonita, vas conociendo y conoces tanto, no sólo personas, sino culturas, hay gente de todos lados del mundo y he tenido la suerte de conocer del mismo Ecuador aquí, personas de Perú, de Argentina, México, Venezuela, Colombia, Francia, Portugal, Alemania, África, Marruecos, varias personas de muchos sitios del mundo y te hace una persona más abierta a enfrentar situaciones y ser empático.
También madurás y aprendes a hacer cosas por ti mismo, cocinar, papeleo, todo, como lo hago, qué tengo que presentar, cómo tengo que organizarme.
También visitas, cuando vas de viaje o si viajas sola. Estas formas te hacen madurar.
– ¿Qué encontrará el lector en ‘Viviendo en el Extranjero’?
– Encontrar a una guía, tener una compañera. No sólo las cosas buenas sino las situaciones que una se enfrenta y las redes sociales no las muestra.
Los momentos más vulnerables muchos no mostramos y es importante también contarle a la persona que se va a aventurar afuera qué es lo que realmente sucede. La experiencia. Siento que mi libro lo importante al final es incluir tu testimonio, estas personas que conozco, otros aventureros, sirve para las personas también porque varios amigos y lectores me han comentado que quieren vivir afuera y fue revelador. Que conectaban con el libro, que sienten que vuelven a los inicios. Sentir que les pasaba lo mismo. Les ayuda a recordar y revivir estos momentos que pasan tan rápido.
Acompañan a estas personas, viajeros aventureros en este camino para recordar o aprender.
– ¿Qué le dirías a alguien que está por tomar la decisión de irse al extranjero?
Aprovechar todos los momentos porque sé que lo van a tener en el corazón por siempre.
Quizás sea duro, al principio no tanto, pero siempre tienes mucha emoción y si es tu decisión quedarte pues hazlo y si extrañas a tu familia también está bien y volver con ellos.
Para mí es una experiencia que todo el mundo tiene que vivir alguna vez, aunque sea tres meses irte afuera para conocerte.
Comerte el mundo.