En Mar del Plata el índice de crianza tiene algunas particularidades que se suman a los cálculos a nivel nacional. ¿Qué factores locales favorecen o desincentivan la generación de un ambiente propicio para el crecimiento?
Por Natalia Muñoz
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) publicó la actualización de la canasta de crianza de la primera infancia, la niñez y la adolescencia. Se trata de un instrumento que categoriza el crecimiento en cuatro etapas, en base al nivel de escolarización: menos de un año, de 1 a 3 años cumplidos, de 4 a 5 años cumplidos, y de 6 a 12 años cumplidos.
Para calcular cuánto cuesta criar a una infancia o adolescencia, se suman dos variantes: el costo mensual para adquirir bienes y servicios, como alimentos, vestimenta, transporte, educación, salud, vivienda, entre otros, y el costo de cuidado que surge a partir de la valorización del tiempo teórico requerido para la tarea. Esto último se calcula en base a la remuneración de la categoría “Asistencia y cuidado de personas” del Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares.
Con esos datos, el INDEC informó que, en Argentina, en marzo de 2024, criar un bebé de hasta un año costó $282.025, mientras que las infancias de 1 a 3 años cumplidos han requerido $335.312 mensuales. Para mantener una infancia en edad prescolar se han necesitado $282.937, y el monto para niñeces en edad de escolarización primaria, sea primer o segundo ciclo, en Argentina ascendió a $355.836. Los aumentos de las canastas en comparación con el mismo mes de 2023 oscilan entre el 341% y el 357%.
Cabe mencionar aquí que el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) en nuestro país fue de $202.800 en marzo. Programas como las Becas Progresar o el seguro de desempleo basan su valor en el SMVM. Así, quienes cuentan con tales ingresos, lejos quedan aún de poder garantizar siquiera uno de los ítems del binomio que compone este índice: dinero y tiempo.
Mar del Plata
A través de la canasta de crianza se conoce la inversión monetaria mensual que cada grupo familiar debió realizar para poder brindar una vida digna y saludable a infancias y adolescencias en Argentina, con referencia en el valor de la Canasta Básica Total del Gran Buenos Aires. Interesa aquí poder observar algunas particularidades propias de nuestra ciudad. ¿Qué factores locales favorecen o desincentivan la generación de un ambiente propicio para el crecimiento?
En función de aquello, conversamos con María Eugenia Labrunee, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Económicas en el Grupo Estudios del Trabajo e integrante del Consejo Local de Niñeces y Adolescencias (CLNA) del partido de General Pueyrredon.
Desde el CLNA compartieron en marzo un manifiesto con múltiples puntos de preocupación sobre la realidad nacional y sus consecuencias directas e inmediatas en la población más vulnerable. Entre ellos, se mencionó a la pobreza multidimensional: “la desregulación económica (que incluye tarifas de los servicios públicos, alquileres, alimentos, cuotas de colegios privados, servicios de salud, medicamentos, entre otros) y la falta de un Estado presente, pone en especial desventaja a los niños y niñas”.
Labrunee detalló que, ante la quita de subsidios y los aumentos constantes, “los ingresos familiares deben destinarse al pago de tales servicios básicos, restando la posibilidad de poder llevar adelante otras actividades que necesitan los niñas, niños y adolescentes, desde terapias, formaciones concretas o actividades recreativas”. Es decir, los ingresos pierden su poder adquisitivo, y a la vez su destino se concentra cada vez más en las necesidades mas elementales.
Las condiciones que no se pueden garantizar
“Por otro lado, las restricciones de financiamiento también atentan contra la posibilidad de que en los espacios públicos existentes se puedan asegurar condiciones mínimas de limpieza y seguridad”, dijo la investigadora en cuanto al ajuste en obra pública.
“En la reciente manifestación que hubo de trabajadores municipales, se evidenciaba la falta de recursos de limpieza, así como de alimentos necesarios en las Casa del Niño y otras instituciones”, ilustró en una lista de preocupaciones que, lejos de subsanarse, se acumulan: “Venimos observando desde el Consejo Local que hay una insuficiencia de profesionales y turnos para la atención de niñeces en los CAPS, sobre todo vinculado a las problemáticas de salud mental”.
En General Pueyrredon hay un 9,3% de desempleo, según el relevamiento del INDEC del último trimestre de 2023. Es la cifra más alta del país, casi el doble de la media nacional, calculada en 5,7%. Esto redunda en empleos precarios, discontinuos e irregulares, con pagos fluctuantes y/o poca seguridad en la continuidad salarial, lo que profundiza la desorganización familiar. Así, una persona adulta no puede prever con cuánto dinero ni con qué tiempo y de qué calidad dispone para el cuidado de infancias y adolescencias en el hogar.
Esto se vincula, a la vez, con la escasa oferta institucional de casas de cuidado gratuito. Las familias que no pueden “mercantilizar el cuidado”, explicó la profesional, se quedan sin alternativa, por lo que se generan escenarios perjuiciosos para las y los más chicos del hogar. Como caso, se encuentran familias en donde las y los adolescentes deben salir a trabajar o bien quedarse al cuidado de hermanas y hermanos menores, sin tener la edad necesaria para las responsabilidades que eso implica.
Se observa aquí un ejemplo de profunda preocupación, como es la zona rural oeste del partido de General Pueyrredon. “Hay una tendencia a la familiarización del trabajo, en donde un familiar o incluso un vecino toma el papel de cuidador de todas las infancias”, compartió Labrunee.
Sobre la casi nula oferta de espacios de cuidado, la profesional remarca un punto débil en la canasta de crianza. En el estudio, explicó, “pareciera que estuviera asegurado que si uno va al mercado, puede adquirir el servicio de cuidado, y a veces no es tan fácil conseguir un servicio, ya sea público o también privado, por los altos costos y por falta de vacantes”.
Alimentos
Existe una creciente preocupación sobre el acceso a una dieta variada y nutritiva para las familias marplatenses. Así se manifiesta a través de diversos reclamos llevados adelante por organizaciones sociales y vecinas y vecinos autoconvocados que volvieron a apelar a la solidaridad y a las donaciones de comida.
Según el último relevamiento del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCI) de Mar del Plata sobre negocios de cercanía de los barrios populares de Mar del Plata y Batán, una familia conformada por dos personas adultas y dos menores, en marzo de este año necesitó $288.818 solo para comprar alimentos.
Para ello, por ejemplo, en Gral. Pueyrredon operan seis Casas del Niño. Son instituciones municipales dedicadas a apoyar “la organización familiar y garantizan a niños y niñas de 45 días a 11 años los elementos básicos para su desarrollo físico, emocional e intelectual – nutrición, salud, educación y juego-“, según versa en el sitio oficial. Sobre ellas, Eugenia Labrunee pudo conocer que “desde hace ya tiempo no reciben carne. Es decir, no hay proteína animal para cocinar”.
Se observa entonces que se torna cada vez más complejo poder acceder a las condiciones básicas tanto para garantizar vivienda, comida, vestimenta, transporte o educación como tiempo de calidad suficiente para acompañar y cuidar durante el crecimiento de las niñas y niños de hasta 12 años.