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noviembre 21, 2024
Lo de Acá

De Mar del Plata a Nueva York: Elisa Pritzker y su puente artístico entre dos mundos

La artista visual Elisa Pritzker dejó Mar del Plata en su juventud para emigrar a España, pero eligió Nueva York hace más de 30 años para vivir. Expone su obra en distintos países pero siempre vuelve a Buenos Aires. Su trabajo sobre los Selknam, pueblo originario de la Patagonia, la inspiró para crear sin límites con los símbolos como punto de partida para la comunicación. 

Por Florencia Cordero

La artista visual Elisa Pritzker dejó Mar del Plata en su juventud para emigrar a España pero eligió Nueva York hace más de 30 años para vivir. Expone su obra en distintos países pero siempre vuelve a Buenos Aires. 

Se destaca su trabajo sobre los Selknam, pueblo originario de la Patagonia que la inspiró para crear sin límites con los símbolos como punto de partida para la comunicación

En el arte convergen historias de migración, inspiración y creatividad sin límites. En ese universo, la figura de Elisa Pritzker destaca como un faro de expresión artística y multiculturalidad. 

En cada lienzo, escultura o instalación, Pritzker teje un diálogo entre el pasado y el presente, entre lo local y lo global. Su arte trasciende fronteras geográficas y temporales e invita al espectador a reflexionar sobre la interconexión de todas las cosas y la universalidad de la experiencia humana.

Un largo viaje

Después de forjar su identidad artística en Mar del Plata, Pritzker emprendió un viaje que la llevó primero a España y luego, hace más de tres décadas, a establecerse en la vibrante ciudad de Nueva York. A lo largo de su carrera, ha expuesto su obra en distintos rincones del mundo, pero su corazón siempre vuelve a Buenos Aires.

La obra de Elisa Pritzker es un testimonio de su profunda conexión con la diversidad cultural y la riqueza de las tradiciones ancestrales. Uno de los elementos más distintivos de su trabajo es su fascinación por los Selknam, pueblo originario de la Patagonia argentina.

Esta cultura ancestral ha sido una fuente inagotable de inspiración para Pritzker, quien utiliza los símbolos y las tradiciones selknam como punto de partida para sus creaciones explorando las profundidades de la comunicación a través del arte.

Entusiasmada por su obra, la talentosa artista marplatense explicó: “Los Selknam fueron nómadas todo el tiempo, es decir, nunca se establecieron. Me siento muy contenta de que mi obra sea una representación de un pueblo argentino-chileno, algo de la Patagonia, sin duda. Llevar este nombre a distintas partes del planeta es algo que me enorgullece. Me pone contenta por ellos y por el pueblo en sí mismo. Ellos y ellas me han expresado la satisfacción que sienten al ver que pongo su nombre en distintos lugares del mundo. Habiendo salido de Mar del Plata en su momento como artista, me siento orgullosa de representar y llevar esta cultura a nivel mundial”.

Una muestra en Mar del Plata

Hace poco se presentó su atractiva propuesta en el Museo Castagnino, lo que representó una enorme satisfacción para ella por estar exponiendo en un lugar con tanta historia para la ciudad. “Este museo nos reunió en los años 80 a un grupo de jóvenes entusiastas. Hicimos varias muestras en el Castagnino, que era como tocar el cielo. Fueron muestras grupales con proyectos bastante atrevidos; uno de ellos se llamó «Criptonita Verde», y todavía tengo los afiches de ese tiempo. Otro se llamó «Arte en Ayunas». Todos eran temas muy atrevidos y contemporáneos”, recordó con cierta nostalgia.

Pritzker fue construyendo una carrera a través de un camino por el arte siendo una ciudadana del mundo con ADN argentino.

Llegar a quienes tiene que llegar

En ese sentido, Elisa reflexionó: “Tu fuerza interior hace que todo lo que sale a la luz a través del arte llegue a las personas a quienes tiene que llegar. Es como cerrar el círculo de lo que un artista desea. Ese es el éxito para el artista. El empuje y la fuerza que tengo, y que trato de transmitir contra viento y marea, sería una forma de decirlo, para mí es comunicación».

Y añadió que «sin el arte, mi existencia no tiene sentido; el arte y el artista son las 24 horas. Cuando amás lo que hacés y encontrás tu forma de expresarte, si te sacan eso, es como si dejaras de existir. Creo que esa fuerza es la que me permitió desarrollarme en cualquier sitio en el que estoy y trato de transmitirlo. Espero que eso sirva como un ejemplo también a otros colegas, porque a veces he tenido que trabajar y me quedaban pocas horas para dedicarme al arte. He tenido todo tipo de situaciones y siempre he continuado con mi carrera. No hay nada que me haya detenido”.

Por último, compartió su motivación para encarar este proyecto que recorre el mundo: “Mi obra pasó a ser como una misión sin que yo me lo propusiera y también una fuerza o una causa social, sin que me lo propusiera. No empecé con la idea de sentar la importancia de reconocer a los pueblos originarios desde la intelectualidad y la teoría, sino desde la inspiración y ese encuentro mágico de descubrir qué importantes fueron los pueblos y, específicamente, el pueblo Selknam. Este pueblo tiene una cosmovisión impresionante y una capacidad de sobrevivencia en un territorio tan difícil. Esa admiración que me provocó estudiar su historia y su vida cotidiana es lo que ha impulsado mi obra”.

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