La atleta de Mar del Plata triunfó en el Medio Maratón de Buenos Aires el pasado finde semana. En diálogo con Bacap, habló de su victoria y de los próximos objetivos.
Por Florencia Cordero
Tras ser coronada como la mejor corredora argentina de Medio Maratón en los 21K de Buenos Aires el fin de semana pasado entre más de 25 mil competidores, Micaela Levaggi (26) reflexionó en diálogo con Bacap sobre el proceso personal y deportivo que la llevó hasta este momento y cómo este éxito reciente la motiva a seguir superándose cada día junto con el impulso de su entrenador, el experimentado Leo Malgor.
-Fue una sorpresa para todos, pero incluso para vos, ganar y ser la mejor de Argentina. ¿Por qué creés que se dio?
-Sí, la verdad que fue una sorpresa. Creo que se dio porque venía entrenando muy bien y también por un proceso más personal de madurar y hacerme más fuerte, no solo físicamente, sino mentalmente. Todo ese trabajo se unió y se dio para que en la carrera me sintiera muy bien y pudiera estar muy concentrada.
-Y cuando tu entrenador después de la competencia dice “Ahora Los Ángeles 2028”, ¿cómo lo ves?
-En realidad, es algo que ya me planteó hace un par de meses. Este resultado es producto de plantearme ese objetivo, que no estaba en los planes. De hecho, decidimos correr la media maratón hace tres semanas. Fue porque venía entrenando muy bien, y eso me dio una mentalidad diferente, ya no es solo un sueño, sino un objetivo real. Eso te lleva a otro nivel de compromiso, sabiendo que son cuatro años de entrega absoluta hacia una búsqueda. Tengo la esperanza de que voy a poder lograrlo, y como dice Leo: “En el camino vamos a dar señales”. Es algo que seguimos planteando, y estos resultados hacen que lo vea cada vez más posible.
-¿Qué es lo que más te motiva, más allá de lo vivido el fin de semana, de planificar algo tan grande para dentro de cuatro años como sería llegar a los Juegos Olímpicos?
-Creo que lo que ya estoy viviendo ahora, viendo todas las cosas que voy ganando y el proceso de crecimiento personal que voy teniendo. Me emociona pensar en las personas que me acompañan, en las marcas que están poniendo su confianza en mí. Hoy siento que estoy siendo la protagonista de mi vida, algo que muchas veces no vivimos así. Estar enfocada en un sueño personal y ver que gente se está uniendo a este camino me hace sentir así.
-¿Qué recordás de tu primer contacto con el atletismo?
-Recuerdo que fue la primera vez que sentí que estaba haciendo algo para mí. Siempre me gustaron los deportes, pero nunca había tenido la posibilidad de practicar ninguno. Llegué al atletismo a los 13 años, era muy tímida, autoestima baja, y de repente me encontré en algo en lo que me di cuenta que era buena y que la gente me decía que era buena. Empecé a competir y eso se empezó a notar. Fue muy importante para mí en la adolescencia sentir el valor de la persona, más allá de que hoy entiendo que mi valor no va por un resultado, pero en ese momento fue clave.
-¿Cómo llegaste al atletismo?
-Un profesor de educación física me comentó de una escuela de atletismo gratuita. No necesitaba comprar materiales, ni siquiera unas zapatillas, empecé a correr con unas botitas de tela. No tuve que pagar cuota, todo me cerraba. Elegí el atletismo porque era lo que podía hacer, y hoy agradezco a Dios que haya sido así porque las circunstancias de la vida me pusieron en el lugar y en el momento correcto.
-En el colegio ya te decían que tenías condiciones…
-Sí, siempre me habían dicho que empezara un deporte. Querían que jugara handball porque Educación Física era mi hora favorita. Siempre fui a escuela pública, y creo que el sistema público tiene esto de impulsar al otro a hacer algo, a salir de ciertas situaciones. Durante toda mi vida me crucé con personas así, que me fueron aconsejando, y también el deporte gratuito que hay en Mar del Plata. Si no hubiera sido así, mi vida sería totalmente diferente.
-¿Cuándo empezaste a competir?
-Enseguida. Empecé en la escuelita de atletismo un martes, y el jueves me dijeron que el sábado había una competencia interbarrial. Fui con mi mamá y mi hermana en bicicleta, y gané mi primera competencia. Venía de un contexto difícil, y que me colgaran una medallita fue un montón. Así que ahí me reenganché, y fue en la escuelita de atletismo del EMDeR donde estaba Leo Malgor.
-¿Cómo influyó tu vínculo con la ONG Palestra?
-Ellos me enseñaron muchas cosas que hoy pongo en práctica. Trabajé mucho con ellos en lo que me costaba sociabilizar y expresarme, algo que repercute mucho en una carrera deportiva. Siempre ven al otro como un campeón, no solo en lo deportivo. Eso me ha ayudado a confiar en mí misma.
-¿Cómo tomaste todo este tiempo que Palestra te muestre como ejemplo?
-Es muy lindo, pero creo que hay mucha gente que hace cosas importantes. Si se colgaran medallas por logros de vida, Palestra estaría lleno de medallas. Creo que cualquiera que conoce Palestra puede aprender y tomar ejemplo de muchas cosas.
-El clima en Mar del Plata, con el viento y el frío, sigue forjando buenos corredores… ¿Cómo influye en los atletas?
–Para pasar el invierno en Mar del Plata tenés que hacerte fuerte sí o sí. Si superás un invierno sin dejar de entrenar, después podés con todo. Además, Mar del Plata apuesta mucho al deporte, especialmente en atletismo. Siempre entrené con gente de trayectoria, y eso me hizo soñar con esos resultados.
-Además, estás al lado de Leo Malgor, que lleva el olimpismo muy adentro. Es un motor permanente, ¿no?
-Sí, él tiene toda la experiencia necesaria y las ganas. Es un loco del atletismo, lo he visto emocionarse por récords nacionales, aunque no sean de sus corredores. Sus ganas de que el atletismo crezca es lo que lo hace sentir vivo.
-¿Recordás la primera vez que te emocionó algo relacionado con los Juegos Olímpicos?
-Me acuerdo cuando clasificó Marita Peralta, en 2012, yo recién empezaba. Admiraba mucho a mis compañeros, y vi de cerca todo lo que ella vivió. También lo vi al Colo Mastromarino intentar hacer la marca tres veces y no poder, y después lograrlo cuatro años después. Ellos dos eran los más “pro” de ese momento, y eran muy cercanos, así que pude vivenciar de cerca lo que es. Aparte, Marita siempre fue una persona muy cercana a nosotros, alguien muy cariñosa, con una calidez increíble. Vi todo de cerca: lo hermoso que fue, la emoción de mi entrenador, y todo lo que rodeó ese momento. Y entonces pensé: “Me gustaría vivir eso algún día”.