Así lo afirmó el periodista, escritor y ahora performer, Cristián Alarcón, en la previa de lo que será la presentación de la obra “Testosterona” en Mar del Plata y la charla gratuita que brindará en Chauvin este jueves 5.
Por Martín Zelaya
Es de madrugada, Cristian tiene 8 años, viaja junto a sus padres a un lugar, que no sabe bien dónde queda, pero no le gusta. Se pregunta qué está mal en él. Llegan a la clínica, su familia y él se bajan del auto con las primeras luces del día. Ingresan rápido y se dirigen al consultorio, ya lo esperan el médico y una enfermera, para la rutina de siempre. Una inyección dolorosa para un tratamiento eugenésico. Hormonas para masculinizar.
Esto es apenas una reconstrucción que hice en mi cabeza, mientras repaso material para entrevistar al periodista nacido en Chile, pero con una vida que lleva más de 45 años en Argentina. El escritor y periodista, creador de revista Anfibia, llega a Mar del Plata con dos propuestas. Por un lado, el jueves 5 a las 17 brindará una charla gratuita en Espacio Chauvin (San Luis 2849), con entrada libre y gratuita, aunque se requiere inscripción previa.
Por otro, desembarca en la ciudad con su espectáculo performático “Testosterona”, cuyo disparador principal es su trauma con esa experiencia médica que atravesó desde los 6 a 8 años por ser considerado un niño delicado o refinado en los años 70´. Para “tratar” la homosexualidad, algo que fue visto como una enfermedad hasta los 90´ por la OMS, los padres le aplicaban testosterona para revertir dicha “patología” diagnosticada por los médicos de ese entonces.
“Testosterona”, dialoga con la novela de Cristián Alarcón titulada “Tercer paraíso”, al ser consultado por Bacap, Alarcón sostiene que “a medida que avanza el proceso interno y las transformaciones que va sufriendo la obra en cada función (investigación en proceso), las referencias botánicas de su novela y la performance son muy profundas”.
¿Sanar?
“Todo esto va generando en mí, efectos desconocidos de esto que ha sido una operación con el objetivo de masculinizarme en los 70´. Es un proceso inquietante y por momentos levemente lacerante. No hablo de dolor, pero sí del efecto que produce acercarse involuntariamente a algún tipo de oscuridad. He sido cuidadoso en no entender esto como un proceso de sanación. No lo cargué con el lenguaje de lo patológico, con la carga de la enfermedad supuesta. O lo que se decía de mí, de aquellos que no respondimos a la lógica binaria”, reflexionó.
El performer y escritor de esta obra, remarca que nunca fue su intención “sanar o tomar este trabajo que encaró como algo terapéutico”. “¿Es terapéutica la performance?, ¿Se encuentra un respuesta a esas dudas que a uno lo asaltan cuando se llega al trauma? Todavía no lo sé”, explicó.
De muy chico, Cristian Alarcón y su familia debieron escaparse de la dictadura chilena comandada por Augusto Pinochet. “Tengo recuerdos de un niño delicado viviendo en la Patagonia argentina. El exilio hizo que mi familia se refugie en Argentina y tuve que dejar ese primer paraíso que fue para mí el sur de Chile. Con sus, lagos, montañas, volcanes, esa luz que solo existe en ese rincón del mundo. Recuerdo que pasé a un ambiente desértico, con viento, el calor extremo o frío extremo. La intemperie”, recordó.
Fue en la Patagonia argentina, donde se llevó a cabo ese proceso que intentaba masculinizar al pequeño Crisitian, que no llegaba a los 10 años de edad. “De pronto empiezo a ser signado con un defecto que no sabía cuál era. Empecé a ir a la psicóloga, yo no entendía bien porqué. No entendía el problema. Había otros chicos que eran violentos, o les iba mal en las escuela. Yo no entendía qué estaba mal en mi, era el mejor alumno de la escuela. Solo recuperé la imagen del lugar al que era conducido y donde era inyectado. No sé si quiero saber qué más ocurrió en esos dos años”, dijo.
Cualquier proceso traumático, lo que hace es preventivamente producir el olvido para que podamos seguir adelante. En este sentido, Alarcón sostiene que la obra “no busca, una verdad fáctica o relevación que de modo mágico quite de encima la experiencia traumática”.
-¿Qué búsqueda artística tiene la obra entonces?
-Somos nuestros traumas, los habitamos, los rehabitamos. Sobre todo los construimos, yo me hago preguntas a lo largo de toda la obra que no tienen respuestas y no sé si las van a tener. Pero, sí construyo versiones propias sobre lo que me ocurrió, sobre lo que nos ha ocurrido. Es una invitación a hacernos preguntas para construir una posibilidad y abandonar la salida fácil que nos deja en la queja o en el relato melancólico. Apuesto a una vitalidad riesgosa, perfectible, incompleta, mixturada, hibrida. Donde no está, ni nunca va a estar todo cerrado.
Respecto al manejo del escenario y encarar un proyecto como este, el periodista considera vital el trabajo en la dirección de Lorena Vega. Vega es actriz, directora, dramaturga y profesora. Reconocida por su pieza teatral “Imprenteros de Lorena Vega y hnos” donde aborda el trabajo documental acerca de los oficios y la familia.
-¿Cómo te encontrás en este nuevo rol de actor o performer?
-Las artes escénicas argentinas brillan, es como decir voy a empezar a bailar clásico a los 50. Tengo esa sensación de que llego muy tarde a un campo extraño, me siento un atrevido. Lo soy. Pero, sólo lo puedo hacerlo porque voy de la mano de Lorena Vega, para ella es un desafío también. Fue convocada y aceptó dirigirme. Porque ella no dispone de un actor o actriz. Sino que tiene a un señor que hizo su camino y tiene sus caprichos e ideas. Ha sido aprendizaje puro y lo sigue siendo.
En la dirección yo cedí el mando y en esa negociación que produce la creación, le di a ella un poder. Es un ejercicio difícil para mi porque yo soy líder de todos mis proyectos desde hace muchos años.
Es una delicia trabajar con Lorena, por sus sensibilidad e inteligencia. Porque se cruzan sus saberes y su comprensión sobre la vida y ahí es donde uno se encuentra en el arte con el otro. No estuvimos de acuerdo en todo y extrañamente fui bastante dócil. Siempre se abren puertas de co-creación donde intensificamos lo que creímos haber logrado. La obra es el resultado de una construcción colectiva.
-¿Qué es lo que más te gusta de estas nuevas narrativas para contar historias?
-La música, la imagen son muy importantes en la obra. Hay narrativa visual, musical y textual. Ya en esta etapa de madurez de la obra que me permite salir a la aventura de Mar del Plata y a otros lugares que iremos de Argentina, tiene la contradicción de la libertad que te ofrece este dispositivo aceptado, y por otro la inquietud de que esa libertad te abre la posibilidad del cambio de transformación de la obra, a medida que avanza. Para nosotros, los anfibios, es una profunda inquietud el contenido, pero también la audiencia. Trabajamos con esa conciencia para poder darle el lugar merecido a aquello que nos resulta complejo y trabajoso producir. Ese aprendizaje ya existía en cierta medida con el laboratorio performático que hacemos desde hace 7 años en la revista Anfibia.
Sobre la charla gratuita
La charla de Alarcón se llevará a cabo el jueves 5 de septiembre en el Espacio Chauvin (San Luis 2849), con entrada libre y gratuita, aunque se requiere inscripción previa. La actividad la organizan el Departamento de Letras y el Departamento de Sociología de la Facultad de Humanidades de la UNMdP, junto con la agrupación de Graduados de Sociología “Compromiso con Sociología”, la agrupación de Graduados de Letras “La Storni” y la agrupación docente de Letras “La Storni Docente”; junto con la Librería Universitaria.
Durante la charla, Alarcón abordará temas que abarcan desde su reconocida trayectoria como director de la Revista Anfibia hasta su obra narrativa, enfocándose en el desarrollo del periodismo digital en América Latina. Fundador de la Revista Anfibia y Cosecha Roja, Alarcón ha sido pionero en la experimentación con la intersección entre el periodismo y el arte. Su libro «El tercer paraíso», ganador del Premio Alfaguara de Novela 2022, ha dejado una marca significativa en la literatura contemporánea.
Sobre Tetosterona
Performers: Cristian Alarcón e Iñaki Bartolomeu en reemplazo temporario de Tomás de Jesús. Dramaturgia: Cristian Alarcón y Lorena Vega. Dirección de arte: Mariana Tirantte. Iluminación: Ricardo Sica. Diseño de movimiento y coreografía: Jazmín Titiunik. Música original: Sebastián Schachtel. Diseño audiovisual: José Jiménez. Fotografía: Nora Lezano. Dirección: Lorena Vega. Teatro: Astros. Función: Sábado 7 de septiembre a las 21.30 Teatro Auditorium.