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noviembre 22, 2024
Espectáculos

Ramiro Blas: “Nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz”

En su paso por su ciudad natal, el reconocido actor promete emocionarnos con su obra autobiográfica: Ramón, el trauma del León que se presentará este domingo 13 y el martes 16 de octubre  en el Auditorium.

Por Alejandra Bertolami

Luego de 18 años viviendo en Europa, más precisamente en España y encarnando personajes memorables como Sandoval en “Vis a vis”, Ramiro Blas, vuelve a su ciudad natal para desnudar un personaje frente a su querido público, que lo remonta a la infancia, y nos invita a pasar por la emoción, la risa y la reflexión.

La cita es el domingo 13 de octubre en Sala Gregorio Nachman, Teatro Auditorium a las 20 , y el martes 16 (función que se sumó tras agotar localidades), en el mismo horario. Las localidades se venden a $7.000 y $6000 (Est. y Jub) por Plateanet o en la boletería del teatro (Boulevard Marítimo 2280).

Previo a subir al escenario dialogó con Bacap sobre su presente, indagando también en el pasado y anhelando un lindo futuro:

Infancia y construcciones

El unipersonal es autobiográfico, ¿Qué representa la infancia en la vida de una persona?

La infancia es todo. Una de las frases que manifiesto en la obra es que “nunca es demasiado tarde para tener una infancia feliz”. Los traumas que quedan metidos en Ramiro, en este caso, de cuatro o cinco años, quedan ahí a través de sensaciones y acontecimientos que han pasado en ese momento determinado y se tapan de alguna u otra manera y la infancia continúa, aparece la adolescencia, donde sigue con todos sus vaivenes, aparece la adultez, con la palabra responsabilidad, aparece un sinfín de situaciones que hacen olvidar las situaciones pasadas.

Los modos de educación en otras épocas, aceptar los modos de nuestros padres y también la educación que recibieron ellos. Entonces, en algún momento de tu vida que ves que las cosas no avanzan, que hay algo de vos que empieza a hacerte mucho ruido, en vez de reprimir o situaciones que te vuelven a pasar, te das cuenta de que para poder avanzar indudablemente tenés que retroceder. Hacer hincapié en algunas circunstancias que, desde el inconsciente, no está editada, no está colocada, la han quitado de la película original.

¿Cómo fue el proceso de escritura de la obra?

Todo me llevó a escribirla, circunstancias con mi presente laboral, mi presente emocional, todo. Un día tuve la necesidad de salir de una depresión que estaba teniendo muy vivida, de una brisa que golpeaba mi cara, encontré una terapeuta y en la primera sesión me llevó directamente a esa secuencia que había sido borrada en mi vida, un momento muy particular a una edad temprana. Fue revivirla en el aquí y ahora, la misma luz, recordar la ropa que llevaba puesta, sentir las mismas lágrimas, mismo dolor, todo lo que recibí en ese momento. Si en algún momento alguien te dice “vas a ser mediocre toda tu vida” te das cuenta de que esa frase te marcó y no fuiste consciente. Y la tenías adentro y todo te llevó a eso que te impusieron, que te produjo tanta impotencia. En esa época, no era como ahora. Te dejan chiquitito.  Te das cuenta de que, en esa sumisión, esa imposición se hizo hueso ya, pasó de ser una pequeña lastimadura a una ampolla y luego una cicatriz. Y hay que ir al hueso para sanarlo. Esa es la importancia de la infancia. Sin entrar en culpas. Pero sirve para ver cómo desarrollé mi relación con mis padres. Por qué siempre existió esa tirantez y no sabía por qué. Esa relación de amor-odio. Tiene que ver con eso que no sanaste en aquel momento.

¿Se la mostraste previamente a tus familiares?

La obra la tuve que cambiar como diez veces porque yo mismo me auto boicoteaba al leerla. En una primera instancia volcaba todo y era algo violento o agresivo de devolverle con la misma moneda. Una vez, comentándosela a mi padre, mi madre lo escuchó y se sintió tan mal que cuando fui donde ella estaba sentada, me pidió perdón. Días después, me mandó un mensaje, con miedo y con amor, y me incentivó a que lo haga. No tengo nada para pedirle perdón, es mi instante el que quedó grabado y el que tengo que sanar. Amo mis padres, pero, sanar esto significa sanar la infancia. Esto me lleva a la conclusión de que mi patrón para crear personajes es el que me ha convertido en la clase de actor que soy, menos malo, más bueno o lo que sea.

¿Cómo es la creación del personaje?

En la creación del personaje lo primero que busco es el dolor de ese personaje para poder humanizarlo. Porque es el dolor lo que nos transforma, para bien o para mal, todo depende de cómo decidamos transitarlo. Todos encontramos la necesidad de sanar. En mi caso, es arriba de un escenario. Pero, quién de los que estamos aquí no somos intérpretes, es un modo de demostrar que todo lo que hacemos es para lograr objetivos, actuamos, inventamos personajes, textos, nos disfrazamos si hace falta, nos ponemos máscaras, marcamos un territorio, memorizamos, horrorizamos, somos múltiples intérpretes en cada minuto de nuestras vidas. Mentimos, más allá de la ficción y a veces somos capaces de creernos nuestras propias mentiras. Somos espejos de lo que buscamos y lo que somos. Por eso, vamos al teatro, por eso hacemos teatro: para sanar nuestra historia. Buscamos ese espejo que nos diga que soy normal, que socialmente soy uno más.

Adultez, vivencias y recuerdos

Una vez, dijiste que un actor es un manojo de inseguridades, ¿Cómo te definís?

Me refiero a lo que digo ahora: estoy nerviosísimo. Vuelvo después de 18 años a mi ciudad, la última vez que hice teatro fue en el año 1982 y 1983 en el teatro Don Bosco. Gracias a mi mentora, Graciela, mi profesora de literatura y castellano que vio en mí, en mi imaginario y mi capacidad para inventar mundos paralelos, que podía ser mi salvación y eso me salvó a lo que hoy se llama “Bullying”, yo pasé de ser Ramiro al que nadie veía a ser Ramiro con el que todo el mundo se divertía. Todo gracias a que me puso arriba de un escenario y le hice caso.  Indagué y me perfeccioné en la interpretación. Hasta en lo físico, yo pasé en un par de meses de ser el segundo de la fila al penúltimo. Todo en mí se revolucionó y no me pude bajar más. Más allá de que hice 20.000 cosas. Y me encuentro a días de estrenar mi obra, estoy pendiente de la memorización, de que nada falle, de que el público quizás es más exigente porque así respeto yo al público argentino. 

Es el mejor público de teatro del mundo. Desde ese lugar, hasta que punto la inseguridad desecha la idea de la perfección. La inseguridad es la que te mueve. La inseguridad se transforma en miedo, el miedo en muerte y la muerte en inmovilidad. La inseguridad se transforma en coraje porque sabes que te vas a volver a levantar. 

Hablando de caer, justamente el personaje lo que espera es no caer en la locura…

¿Qué es la locura para vos? ¿Cómo se desenvuelve Ramón con ella?

Él es un negador de la locura. Pero creo yo que la locura se termina transformando cuando salís de la obra en algo necesario.

El mundo es para los locos como para los equilibristas, para los valientes, la locura es un bien necesario. ¿Quién juzga la locura? Salvo que sea una psicopatía inviable o que te lleve a cometer algo de psicópata o narcisista como tanto personaje que me ha tocado realizar. No se nace psicópata. A todos mis personajes les busco siempre el dolor. Por más hijo de puta que sea. La gran pregunta que nos tenemos que hacer todos es: ¿Qué hice yo con mi dolor? Lo anestesié, se los pongo a mis personajes, pero, muchas veces de manera inconsciente no nos damos cuenta de que el personaje se termina adueñando del intérprete que lo lleva a cabo.

¿Es más fácil para vos hacer un papel de malo?

No es fácil ni difícil. ¿Qué es ser bueno y malo? 

Mar del Plata y el mundo

Ahora que venís a presentar tu obra a tu ciudad, ¿qué recuerdos se te vienen a la mente?

Tantas cosas. Sabés lo que es presentar esta obra en tu ciudad, en el teatro donde de chiquito salía de trabajar de ascensorista y me iba a San Martín a la una de mañana para ver salir a los artistas. A Ricardo Darín, a Darío Grandinetti, a todos esos grandes que para mí era un sueño. Pasar por el teatro Auditórium y salir con 14 años a mostrar un currículum para ver si un día me tomaban y soñaba con eso. 

De repente, hoy con mi primera obra, que hablo justamente de esto y de cómo empecé en mi ciudad, con este público que van a estar mis compañeros, en primera fila voy a tener a Graciela, mi profesora que me salvó la vida, confió en mí y me dijo: “vos tenés que actuar”. Esta obra me llevó a confiar en mí, ser valiente y contar esto que voy a contar. Ojalá se vayan de ahí con una movilización interna, que no sea solo reír o llorar.

Hace tanto que vivís en España, ¿Cómo ves al actor argentino y a las producciones argentinas en ese territorio?

Cada vez mejor, he visto cosas fascinantes. Lo último que vi fue el encargado.

Ahora que volvés acá, ¿te imaginás volver a vivir en tu ciudad?

Yo me imagino viviendo en el medio del campo, me da igual donde está el campo. Creo que, de aquí a muy poco tiempo, la vida va pasando muy rápido, nos distrae con algunas cosas y todo indica que más que nunca la vida va a estar en la autosuficiencia.Ramiro Blas

El oficio y el destino

Habiendo hecho tantos papeles, ¿hay algo que, como actor, te haya quedado pendiente?

No, la verdad que no, me da igual. Para mí es jugar. Yo siempre recreaba mundos paralelos, creando personajes, poniéndole voz, inventando lugares.

¿Algún personaje o proyecto que te haya marcado?

Todos y cada uno de los que hice.

Sobre todo, los que están por venir. Nuevos personajes que rompieron un poco al villano y me vieron en un ser apacible.

Con respecto al unipersonal, ¿Cuál es el desafío como actor siendo vos frente al público?

Comunión. Que pueda separar a Ramiro y convertir un personaje, ahora mismo, estoy en plena memorización. La tengo incorporada a la obra, pero no quiero que falte ni una coma. Ramón es un personaje de ficción, tengo que encontrarlo. Hay ficción, más allá de una historia real y no quiero ser yo el protagonista de mi propia historia.

¿Quién te llamaba a vos Ramón?

Patito Duhalde (Dios los cría), fue el primero en llamarme así. 

¿Qué proyectos te quedan para lo que resta del año?

No tengo idea, Si, teatro. Meter mucho teatro por todos lados. Toca volver a empezar.

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