Culminada su gira por Norteamérica y con un disco en vivo estrenado este año, Marina Fages reflexiona sobre la vida, la música y sus próximos desafíos.
Por Martina Migliorisi
Cuando pasan apenas unos minutos de las seis de la tarde y mientras el sol primaveral, ese mismo que hoy eligió ausentarse de forma intermitente, comienza a esconderse entre los edificios de la ciudad, Marina Fages prende su cámara desde Buenos Aires. Probablemente alguien ajeno a su obra la observaría con cierta curiosidad, y es que está recién salida de la ducha, con un look informal y el trato que brinda es el de una amiga que abre las puertas de su casa para una charla casual entre mates. Nadie sospecharía que es la misma artista que, sobre el escenario, se convierte en un torbellino de energía, una erupción de la que es imposible huir, una rockstar con sello argentino.
Sabrá este hipotético ignorante, acaso, que la música que hoy nos saluda ha escrito canciones tan hermosas como “Barrio Infinito”, ha realizado los warm-ups de Metallica en Argentina, ha creado murales en Niceto, Galeria Patio del Liceo, Centro Cultural Matienzo, Club Tucumán, e incluso el Estadio León Kolbowski.
Su reciente gira la llevó a recorrer primero Europa, y luego Estados Unidos. La experiencia la atravesó de una forma particular, y es que fue la primera vez en que las integrantes de su banda visitaban algunos de estos destinos. Así las cosas, Marina Fages emprendió un viaje profesional “más ameno y más divertido”.
El álbum
El álbum que hoy nos convoca es el gran artífice de todo lo que la artista vivió a lo largo del año. Más precisamente hablando, la excusa de todo esto es su exquisita ejecución en vivo. Y es que si bien “El mundo pequeño” vió la luz en 2023, el 2024 fue de “Haciendo al mundo pequeño y fantástico”, que parece haber llegado para llevarse el año en el bolsillo. Junto a Magu Ruben (guitarra, coros), Maca Zalazar (teclados, coros), Mailén Eliges (batería), Lu Rod (guitarra, coros) y Martina Andreoli (bajo), Marina Fages hace la presentación de su más reciente obra como quien sale a dar pelea con los puños tan llenos de ira como de ternura.
Registrado en formatos de audio y video, “Haciendo al mundo pequeño y fantástico” es un abanico de 23 tracks en vivo, donde la potencia y la versatilidad de las músicas en escena está presente desde el primer suspiro. Bajo el escenario, el público hace su propio show. Para Fages es la encarnación de uno de sus mayores deseos del último tiempo: “Me gustaba la idea de sacar una foto del momento, del sonido, de lo que pasa en los vivos. Las canciones suenan muy distintas al disco y hay una dinámica en el escenario que, a pesar de los nervios, es muy divertida”. Este proyecto, que se vio postergado por compromisos laborales y, anteriormente, por las medidas protocolares de distanciamiento social, producto de la pandemia por CoVid-19, tiene, también, la intención de divulgar el arte sin límites: “Quería dejar un registro del vivo, especialmente para quienes aún no han venido al show y no saben con qué se pueden encontrar”.
Si hay algo que distingue el arte de Marina Fages es su capacidad de crear mundos enteros en cada uno de sus discos. Y es que no solo compone, interpreta y produce, sino que antes de todo eso es una destacada artista plástica. De hecho, la animación del audiovisual de “Haciendo al mundo pequeño y fantástico” es suya. El registro es delicioso: una puesta en escena de una hora y media pensada al detalle, desde las luces, los cambios de vestuario, el despliegue de músicas sobre el escenario y los objetos de decoración que les rodean. “Todo el anclaje conceptual tiene que ver con el disco. El mundo pequeño, el mundo interior. Trabajamos todo desde ahí; la indumentaria, las visuales… y también las flores”, asegura Fages.
El tracklist final, extenso para lo que hoy por hoy se acostumbra, pero ideal para un show en vivo, presenta un orden distinto en cada formato: “No decidía si hacerlo según la escucha o según el orden del show. En Spotify va de lo más intenso a lo más tranqui, por ejemplo, sin dejar nada afuera. Son todas las canciones que se tocaron ese día. De hecho, pensé en filtrarlas, pero me gustaron todas, así que las dejé; en Youtube está en su orden original”.
Backstage
Con cuatro álbumes de estudio en su haber, líneas conceptuales trabajadas en profundidad y un vínculo innegable entre cada obra, resulta curioso conocer a la compositora detrás de la estrella performática. “Desde que empiezo a componer hasta el master (edición final) es un proceso de tres o cuatro años. Incluso a veces rescato canciones que escribí muchísimos años atrás. Aunque a veces hay que acelerar los tiempos también está bueno dejar que cada canción vaya a su tiempo, porque hay algo en la maceración del material que es fundamental. Como si lo encerraras en un frasco y esperaras su fermento. A veces creés que va para un lado y la canción te lleva para otro. Esa experimentación es fantástica”, describe Fages. Admite, incluso, que su propio método la ha hecho correr a contrarreloj en más de una ocasión, creando las últimas pinceladas de algunas de sus letras el mismo día de la grabación en el estudio.
Además de lo que su currículum o experiencia de vida pueda decir sobre ella, Marina Fages es una estudiosa del sonido y una entusiasta del arte en cadena: “Vuelvo a mis otros discos cuando los toco en vivo; ahí las canciones cambian muchísimo. A veces vuelvo a algo que quiero escuchar específicamente, pero desde el estudio. Es un ejercicio para recordar qué decisiones se tomaron en cuanto a arreglos, por ejemplo, porque está bueno que la obra esté siempre en diálogo consigo misma, a mí me interesan esos links”.
Como oyente admite aprender constantemente de sus músicas, pero además abre el juego a su público y, como una esponja, absorbe todo aquello que se le acerque. Recientemente indagó entre las múltiples recomendaciones de sus seguidores de Twitter (hoy “X”) y dio con dos universos que despertaron su curiosidad: Beabadoobee y Mannequin Pussy. Pero sus hallazgos van aún más allá: “Con la última gira descubrí muchas bandas de México y de la Costa Oeste que me encantaron, hay artistas muy buenos”.
Un balance neutro
Al revisitar su 2024, el balance parece ser más bien neutro: “Emocional y personalmente me pasaron cosas muy duras, más que nada a principio de año. Fue difícil, por momentos, hacer foco en el laburo. A nivel profesional, en cambio, estoy muy feliz: viajé un montón, giré por Europa y Estados Unidos, hice dos Nicetos y pinté bastante. El recibimiento que tuvo el disco también me alegró mucho, porque salió el año pasado pero siguen pasando cosas con él”, afirma la flamante incorporación de Psyched! Records, sello norteamericano que editará algunas de sus canciones más exitosas en un álbum recopilatorio y sumará “algunas rarezas”, a fin de impregnarle un regusto especial.
En el horizonte, Marina Fages ya observa su próxima hazaña: una muestra propia en Pueblo Garzón, Uruguay: “Es en una galería muy linda, dentro de un vagón de tren. Queda en el departamento de Maldonado, dentro de un bosque. Nunca estuve ahí, pero sé que voy a ir con una semana de anticipo para crear obra in situ, así que estoy re contenta”, detalla.
Con un año tan frenético parece imposible divisar las metas que Marina Fages aún tiene pendientes; ella las tiene muy claras: “Me gustaría tener un minibús, manejarlo yo e ir a todos lados. Este año, por ejemplo, hubiera girado por el interior del país”, concluye, mientras una sonrisa amplia y vibrante se dibuja en su rostro pálido y sus ojos brillan. Como su presente, como su futuro.