Guillermo Tibaldi fue comandante del submarino que se hundió en noviembre de 2017. Hoy recorre el país para honrar a sus ex compañeros. Desde llegar hasta la cima del Aconcagua o recorrer a pie desde Mar del Plata hasta Tierra del Fuego. El ARA San Juan contaba con 44 tripulantes y no hubo sobrevivientes. Conocé su historia.
– ¿Por qué decidiste iniciar esta travesía?
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– ¿Cómo fue tu segunda experiencia, la que unió Mar del Plata con Ushuaia?
– ¿Tenés alguna anécdota que nos puedas compartir?
– Lo que más me impactó fue ver cómo camiones con enormes contenedores se detenían en la ruta solo para saludarme. Los camioneros que hacían el trayecto hacia Ushuaia pasaron por mí hasta cinco veces, viéndome en distintos puntos del camino, ya que casi siempre seguí por la ruta 3. Aunque en algunos tramos me desviaba hacia caminos interiores para sumar kilómetros y evitar el tránsito, especialmente en la provincia de Buenos Aires, donde las banquinas son un desafío: llenas de pasto alto, pozos y, en general, difíciles de transitar. Eso hacía que el avance fuera mucho más lento comparado con la Patagonia, donde las banquinas están cubiertas de piedritas y son mucho más accesibles.En el camino me encontré de todo, pero hubo hallazgos realmente curiosos. Por ejemplo, una caja de bombones cerrada que, por supuesto, me comí. También, en medio de la Patagonia, encontré un maple de huevos con tres huevos duros. Alguien debió olvidarlo allí, pero en medio de la nada esos tres huevos fueron un hallazgo maravilloso y muy bien aprovechado.
– ¿Qué fue lo más difícil a la hora de encarar la aventura?
–Esta expedición me llevó dos años de trabajo, comenzando por buscar declaraciones y, a partir de ellas, identificar quién podía ayudarme en algo. Realizar un memorial implica costos, y todo lo que he hecho siempre termina representando un gasto. Aunque yo aporté gran parte del dinero y esfuerzo, tuve la suerte de contar con el apoyo de unas 40 empresas, que, aunque en su mayoría fueron contribuciones mínimas, cada ayuda sumó de alguna manera.
Lo más importante para mí no fue el tema económico, porque asumí desde el principio que esto sería un proyecto que afrontaría con gusto, sin que me afectara negativamente. Sabía que me iba a costar, pero lo hice con placer y eso me hace feliz. No se trata de quejarme por el gasto, sino de valorar el respaldo que recibí. Que esas empresas se hayan solidarizado con la expedición y el homenaje a mis compañeros, aunque fuera con pequeños aportes, es lo que realmente buscaba y aprecio profundamente.