La periodista y escritora presentó Gelatina Libre en Mar del Plata, su primera novela de ficción dentro del ciclo Verano Planeta. La novela sigue las aventuras de Laurita, una protagonista tan vulnerable como mordaz.
por Lucas Alarcón
La reconocida periodista Marina Abiuso estuvo en Mar del Plata para presentar su primera novela de ficción, Gelatina Libre. En el marco del ciclo Verano Planeta, la escritora compartió detalles sobre su obra en el tradicional hotel Costa Galana. Si bien la historia no es autoficcional, Abiuso combinó elementos de su vida con anécdotas recopiladas a lo largo de los años para dar forma a Laurita, una protagonista con tanta fuerza narrativa que despertó interés por expandir sus aventuras en nuevos libros o incluso en la pantalla.
Publicada por Editorial Planeta, Gelatina Libre es un relato vibrante que juega con el humor y la profundidad emocional para abordar temas actuales desde una perspectiva fresca. En esta entrevista con Bacap, Marina Abiuso reveló el proceso detrás de su escritura, los desafíos de su debut literario y el impacto que buscó generar con esta historia en sus lectores.
¿Por qué escribiste Gelatina Libre?
Porque no me dejaba en paz la historia. Tenía muchas ganas de escribirla. Estaba trabajando en otra cosa, pero me di cuenta de que me divertía jugar con este personaje que está todo el tiempo pensando en la dieta, en su peso. Para ella, cada momento de su vida está marcado por si está gorda o flaca, es su manera de medir el tiempo y todo lo demás. Primero se lo comenté a alguien con quien comparto textos y me dijo: «Me gusta mucho esto». Me hizo reír porque agregó: «Me gusta más que lo otro que estás escribiendo». Entonces dije: «A ver…». Y apareció esta historia. Tuve muchas ganas de contarla. Es un libro bastante caprichoso: me dejaron el título que quería, la tapa que quería, lo cual es un privilegio enorme. Poder llegar con una primera novela y que te den ese nivel de vía libre es algo que tuve que aprovechar.
¿Laurita nació antes de la historia?
Sí. Llevaba medio libro escrito y no tenía idea de cómo terminaba. Tenía muy claro al personaje, pero no del todo qué quería que le pasara. Sabía más lo que no quería que lo que sí.
¿Qué caminos descartaste?
Sentía que una novela no tiene que dejar necesariamente un mensaje. No quería que Laurita fuera un personaje moral, ni un manual de instrucciones sobre cómo empoderarse, cómo ser una gorda buena o algo así. Quería hacer una novela interesante en sí misma, que trate temas y genere preguntas, pero sin ser un panfleto. Para mí eso era clave. Vengo del periodismo y de la militancia, sé hacer eso y es muy tentador porque te aplauden un montón cuando lo hacés. Pero tenía muy claro que quería correrme de esa voz, aun con el riesgo de que a algunos no les gustara.
Es tu primera obra de ficción, ¿cómo fue el proceso momento al encarar algo tan nuevo?
Con muchas horas de culo en la silla. No sé si hay otra fórmula. Trabajé muchos años en gráfica, escribí en coautoría y otro libro, pero no conozco otra manera que no sea sentarse a escribir y escribir. No me visita la musa, no me toca una varita mágica. Necesito sentarme, escribir y desechar mucho. Hay mucho material que quedó afuera de la novela, pero escribirlo me ayudó a darme cuenta de lo que sí me servía. Por ejemplo, en la primera versión, Laurita tenía un romance más y lo eliminé porque no sumaba. Me di cuenta de que lo que quería contar estaba mejor dicho en dos líneas más breves. Primero construí el universo y después decidí dónde poner el foco.
Laurita es joven, exitosa, tiene relaciones, pero su obsesión con el peso es una carga. ¿Cómo ve el resto de su vida?
Hay un montón de gente como Laurita. También me pasó de que desde afuera me dijeran «te está yendo bárbaro» y yo sentir que no era lo que quería ser. No solo les pasa a las mujeres, pero en Argentina lideramos el ranking de trastornos alimentarios. Las mujeres estamos muy acostumbradas a mirarnos de manera impiadosa y a enfocarnos en lo que nos falta.
La opinión sobre los cuerpos siempre está habilitada. Incluso cuando te dicen algo positivo, te están diciendo algo. Si alguien nunca comenta nada sobre tu cuerpo, pero un día te dice «¡qué bien que estás flaco!», te das cuenta de que antes no te veía así. Para mí era clave que Laurita fuera exitosa, incluso en términos románticos. Me escribió una lectora con sobrepeso que me dijo: «Te agradezco que Laurita coja». Porque está la idea de que las gordas no cogen, y claro que sí. Desean y son deseadas, solo que tienen otra capa de valoración social.
Laurita hace todo lo que se supone que hay que hacer: trabaja, le va bien, estudia, trata de salir con hombres… No tiene ideas que puedan poner nervioso a nadie, pero en su cabeza no deja de criticarse.
Laurita tiene una beta cruel en su pensamiento, ¿cómo construiste esa voz?
Me interesaba que estuviera todo el tiempo en su cabeza. Ella puede pensar esas cosas. Si las dijera, sería una persona horrible. Tener un filtro entre lo que uno piensa y lo que dice es lo esperable. Creía que para que Laurita pudiera ser así de mala con otras, primero tenía que ser igual de mala consigo misma. No es lo mismo alguien perfecto y hegemónico que le dice a los demás «vos acá no entrás», que una persona que está todo el tiempo en competencia y en comparación.
Laurita no trata de cambiar el mundo, trata de encajar. Quiere entrar de la manera más orgánica posible en su época, en su medio social, convencida de que cuando lo logre va a ser feliz. Pero lamento decirle, a ella y a todas, que no funciona así.
“Laura está dentro del sistema médico, no hace una dieta de revista.”
El título “Gelatina Libre” juega con el humor de las dietas, ¿cómo surgió?
Siempre me causó gracia cuando te dicen «y toda la gelatina que quieras». Yo odio la gelatina. Era mi venganza. Además, me gustaba que tuviera la palabra «libre», porque es un juego con lo que realmente significa la libertad. Gelatina Libre habla de una época. También me parecía divertido porque la novela tiene todas las trampas que una persona le puede hacer a una dieta. Y si me olvidé de alguna, me encantaría que me la cuenten.
El humor no significa banalizar. Yo me tomo muy en serio el drama de Laurita, pero también me permito reírme de ella, de mí misma y de un montón de mujeres que han leído la novela y me dicen: «Esto lo hago yo y jamás lo había hablado con nadie».
¿Tuviste devoluciones de nutricionistas o médicos?
Pensé que las nutricionistas me iban a odiar y que iba a tener que esconderme, pero no. Me han escrito varias y hasta me entrevistaron en un podcast de nutrición. También me escribieron psicólogas. Hasta ahora, nadie me dijo que no le gustó. Trato de ser muy cuidadosa con esto: Laura está dentro del sistema médico, no hace una dieta de revista. Pero los sistemas médicos se revisan, los enfoques cambian. La industria de la dieta está constantemente sacando nuevos productos y el mensaje es siempre el mismo: «Evita ser gordo a toda costa». Y lo disfrazan de preocupación por la salud. Pero si la salud fuera realmente el problema, no me explico por qué es común que a una mujer gorda le griten «gorda» por la calle, mientras que a alguien que fuma nunca le gritan «fumador». Me cuesta creer que la preocupación real sea la salud y no el mandato de que los cuerpos deben ponerse al servicio del consumo y del deseo normativo.
En la novela hay una mirada amorosa sobre el mundo del periodismo, del cual vos venís. ¿Cómo trabajaste eso?
Trabajo de periodista desde los 18 años, de manera ininterrumpida desde que entré como pasante a Clarín en 2004. Lo único que nunca fui es lo que es Laurita: productora de radio. Pero todo lo demás lo hice. Me interesaba escribir sobre un universo que conociera y, además, me divertía. El periodismo me permitía meter a Laurita en escenarios muy disímiles. Hay un chiste en la novela sobre cómo en las radios siempre hay comida. También hay una escena en los Martín Fierro que me dio la posibilidad de jugar con eso.
Tu primer libro fue sobre Amalia Fortabat, otro personaje femenino fuerte.
Justo ahora se viene la reedición de Amalita. Me avisaron ayer. Va a salir con una tapa nueva, que es una bomba.
Lo más atractivo de Amalita es que rompió moldes. Tenía admiradores y detractores. En su despedida, sus nietas decían «no habrá otra igual». Y creo que es cierto. Doce años después de su muerte, no volvimos a tener una mujer empresaria con su nivel de poder. Heredó el capital de su marido, pero Loma Negra tuvo sus mejores años con ella al frente. Fue una persona que se manejó por fuera de lo esperado para una mujer de su época.
Es cierto que tenía una gran atención sobre su cuerpo y el de su familia, como Laurita. Pero más hegemónica que Amalita, creo que no hay.
¿Hay más historias para Laurita o la novela cierra ahí?
No lo sé. Por ahora, siento que está terminada. Sé que hay gente que me lo pide, que les gustaría más. Pero ahora estoy escribiendo algo que no es de Laurita. Nunca se sabe… A veces los libros tienen recorridos propios y pasan cosas que uno no imagina.