Por Natalia Muñoz
Hay calles en Mar del Plata que sirven de escenario ideal para realizar el sueño de muchos: vivir la vida en paz. Ya sea por su vegetación, por sus construcciones o por su ubicación, nuestra ciudad sabe prometer un futuro mejor. El problema se avizora cuando esa promesa no se cumple.
Diversos barrios de la ciudad protagonizan novedosas formas de protesta ante la creciente inseguridad. Cada barrio con su idiosincrasia: en algunos priman las entraderas, en otros los robos en modalidad “motochorro”. El común denominador es la falta de descanso, ya sea por el miedo a que alguien salte la medianera para robar o con intenciones de cuidar la casa o por el insomnio que produce pensar una y otra vez cómo hacer para recuperar lo robado.
Ante estos fenómenos, la organización barrial (re)cobra protagonismo. Al norte llegan las experiencias del sur con el objetivo de poder volver a vivir con tranquilidad.
Al norte
Llegó a todos los medios de Mar del Plata la convocatoria que organizaron vecinos del norte para reclamar ante la creciente ola de delitos. Fue llamativa la cantidad de barrios aunados: Caisamar, Parque Luro, Aeroparque, Montemar/Grosellar, Constitución y Los Pinares. Son zonas residenciales que, hoy por hoy, lejos de garantizar la calma, resultan escenario de diversos hechos delictivos por día. Cansados, vecinos y vecinas movilizaron hasta la Comisaría Séptima -con jurisdicción en la zona- con un mismo reclamo: seguridad.
“Al menos son dos [robos] por día: pasan en las motos y roban celulares, carteras e inclusive motos”, dijo Verónica, habitante del norte marplatense, a Bacap. “También por la noche abren autos, se meten por los patios, entran en las casas”, agregó. En su enumeración se evidencia el hartazgo: las familias se quedan sin medidas preventivas efectivas para intentar cuidar lo suyo.
Este fenómeno carece de fecha de inicio clara. Un día despertaron y el miedo ya estaba ahí. A veces en forma de arrebato en la parada de colectivo, otras, en forma de auto abierto dentro de la cochera, de reja forzada, de cúmulos de ladridos en la noche. Quienes viven en la zona no logran identificar un punto de partida, pero coinciden en que “en el último año se nota más”.
El aviso a las autoridades está hecho. “Hemos realizado las denuncias, hemos pasado los videos a la policía, y la respuesta es que no tienen móviles”, contó Verónica. También existe otro grupo de vecinos y vecinas que desisten de hacer la denuncia policial “porque no se la toman presencial o porque tienen que estar dos horas en la comisaría”, agregó la mujer. El incordio de los trámites otra vez resulta en más trabas que soluciones.
Por todo esto, es que el norte de Mar del Plata reclama por más patrulleros y controles policiales. Los necesitan de manera permanente en los seis barrios que hoy viven un promedio de un robo cada 12 horas. *
Más al sur
Un poco más al sur de la ciudad, la inseguridad también persiste, pero la respuesta para quienes viven allí es distinta.
“Hablemos de San Carlos”, invitó Jésica, vecina, a este medio. Es el barrio que está al oeste de Playa Grande y de la Base Naval. Una de las zonas residenciales mejor cotizadas en Mar del Plata, con construcciones de casas bellas e imponentes y de nuevos edificios altos y modernos. ¿Serán esos los atributos que la hacen atractiva para quienes delinquen?
Jésica contó que “desde el 2024 venía creciendo la ola de delitos en los alrededores del Parque Primavesi, robos a la entrada y salida de los colegios de la zona y entraderas en algunas casas”. Al notar que la tendencia iba en alza, vecinos y vecinas de la zona decidieron organizarse. Primero, crearon un grupo de Whatsapp para exponer los diversos robos y advertirse entre ellos. Luego, en enero de este año, crearon un perfil de Instagram como un canal de visibilización más amplio. @sancarlosmdq es una “cuenta de vecinos del barrio cansados de la inseguridad” que ya cosecha casi 1500 seguidores.
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Cuando terminó el verano, lograron concretar una reunión con Rodrigo Goncalves, secretario de Seguridad del Municipio de Gral. Pueyrredon. Según cuenta Jésica, allí “se aclararon algunos mitos urbanos, como que la Policía no tiene combustible para patrullar, y se solicitó que haya operativos”.
Pero esa tranquilidad duró un poco más de un mes. Los delitos se intensificaron en San Carlos y encontraron nuevas formas: “ya no habían entraderas, pero sí se volvió frecuente y generó mucho miedo la modalidad de cuatro asaltantes armados en dos motos». Sobre ello, hay sobrados registros en las redes sociales del barrio.
Ese miedo generó que se presentaran dos cartas con más de 300 firmas cada una. Una fue dirigida al intendente Guillermo Montenegro, y otra al Jefe de la Comisaría Novena, con jurisdicción en el lugar. En ambos escritos se solicitó a las autoridades la “intervención eficaz de la Municipalidad y de la Policía”. A ello le siguió una semana de “alarmazos”, una novedosa forma de protesta que encontraron vecinos y vecinas que consistió en hacer sonar en simultáneo las alarmas de los domicilios a las 8 de la noche.
Algunos avances
Una nueva marcha de residentes de San Carlos logró concretar una nueva reunión con Goncalves y junto al titular de la Comisaría. Esa reunión se repitió a comienzos de junio, y, tal advierten las y los vecinos, “los resultados son realmente buenos: en las inmediaciones al Primavesi bajó casi por completo la ola delictiva en todas sus formas”. Lejos de significar el fin rotundo de los hechos de inseguridad, Jésica añadió: “Hubo hechos en las últimas semanas en el área que abarca de Güemes a Buenos Aires Y de Juan B. Justo a Juan J. Paso, pero en donde toman conocimiento, activan operativo”. Al parecer y por el momento, eso alcanza.
“Acompañamos los reclamos de otros barrios”, advirtió la vecina. Están a disposición para compartir su experiencia con quien lo necesite porque, tras un año de reclamos, manifestaciones y reuniones, vieron los cambios que buscaban.
“Sabemos que los operativos se terminan y luego vuelven a subir los números del delito en el barrio. Ya pasamos tres olas fuertes de delitos, que bajaron luego de los reclamos, pero mutaron y continuaron luego de otra forma”, finalizó. Lejos de relajarse, en San Carlos disfrutan de la tregua y se mantienen alertas a lo que pueda suceder.