Vuelve a Mar del Plata la multipremiada comedia musical “El Funeral de los Objetos” y la actriz y directora Fernanda Provenzano habló sobre su presentación en vacaciones de invierno. 

Por Ian Punter

“El Funeral de los Objetos”, ganadora del Premio Luisa Vehil a Mejor Comedia Musical 2022 y nominada a los Premios Hugo y Estrella de Mar, vuelve a Mar del Plata para dos únicas funciones en el marco de las vacaciones de invierno. Serán el miércoles 23 y jueves 24 de julio a las 20:30 horas en el Centro de Arte Radio City-Roxy-Melany, San Luis 1750. Entradas a la venta en Plateanet.

Dirigida por Nicolás Manasseri y Fernanda Provenzano, la obra llega con más de cinco años en cartel, más de 140 funciones realizadas y más de 30.000 espectadores que ya la vivieron en Buenos Aires y el interior del país. Con una puesta original, música en vivo y un guión tan profundo como divertido, la obra indaga con humor y sensibilidad en el vínculo emocional entre los seres humanos y los objetos en un mundo atravesado por el consumo, la soledad y la memoria afectiva. La cita será 

En diálogo con Bacap, Fernanda Provenzano nos cuenta sobre el detrás de escena de la obra, el rol de la compañía Phepandú y el valor emocional de los objetos.

 

– “El Funeral de los Objetos” lleva más de cinco años en cartel. ¿Cuál creés que es la clave para que una obra conecte tanto y durante tanto tiempo con el público?

—Creo que coincidimos con Nicolás Manasseri, el otro autor y director, en que el éxito de la obra está en la identificación que genera. La gente se ve reflejada en las historias de los personajes. Todos tenemos algún objeto del que no podemos desprendernos, o alguno que guarda un significado emocional profundo.

La obra atraviesa momentos muy distintos en cada personaje, y sin embargo, el público se conecta con todos. Además, al tener mucho humor, tratamos un tema serio con profundidad pero sin solemnidad, y eso genera una experiencia donde te reís y también pensás.La gente la recomienda. Dicen: “Tenés que verla, te va a servir”. Creo que ahí está la clave: te toca y te vas con ganas de compartirla.

– Volvés a Mar del Plata con dos únicas funciones en vacaciones de invierno. ¿Qué significa para vos esta ciudad en tu recorrido como artista?

—Mar del Plata es una ciudad que amo. Vacaciono ahí desde chica, tengo muchos recuerdos personales hermosos. Como artista también me ha recibido siempre con mucha calidez.
Con El Funeral de los Objetos hicimos una temporada de verano en la ciudad que fue súper exitosa, con cuatro nominaciones a los Premios Estrella de Mar.
Volver ahora en vacaciones de invierno es súper simbólico, porque es nuestra primera vez en esa época del año, y creemos que va a ser un gran reencuentro con el público marplatense.
La obra y la ciudad dialogan muy bien: ambas ofrecen humor, reflexión y mucha vida cultural.

 

– La obra plantea preguntas muy profundas sobre el vínculo entre las personas y los objetos. ¿Qué reflexión personal te deja a vos cada vez que la representás?

—Los objetos, en esta obra, representan situaciones universales. Cada uno fue elegido con precisión, buscando que exprese algo que nos atraviese emocionalmente. Por ejemplo: el autor que nunca termina su libro, una madre con un cochecito que quizás nunca usó, una joven con un roperito donde guarda secretos del pasado. Todo eso está trabajado desde lo simbólico, y aunque cada objeto es único, el significado es colectivo.
Yo vengo de una familia de acumuladores, con casas llenas de objetos que representan vínculos, amor, pasado. Entonces, cada vez que hago la obra, se me remueve todo: el pasado, la familia, los recuerdos.
Hay una frase que me marca mucho: “Soltar no es caerse”. La obra también habla de eso: poder dejar ir para poder seguir.

– PHEPANDÚ viene creciendo con propuestas originales y premiadas. ¿Cómo vivís ese reconocimiento y qué desafíos sienten que tienen por delante?

—Estamos muy contentos y agradecidos. Hace años que apostamos por el teatro independiente y venimos creciendo sin dejar de lado nuestra esencia.
La llegada del Funeral al teatro comercial fue un salto importante que buscamos durante mucho tiempo. Pero seguimos produciendo en ambos circuitos: independiente y comercial.
Hemos tenido nominaciones, premios, y lo más importante: el reconocimiento del público. La gente compra la entrada, vuelve, recomienda, y ese es el mayor premio.
Seguimos apostando a más: giras por el país, volver a salas como el Metropolitan o Paseo La Plaza, y estamos trabajando en nuevas obras como Libre Cautiverio, La épica de lo desconocido, Estado constante y la reposición de El hambre.
Siempre con el compromiso de crear arte con sentido, acompañado por el público.

– ¿Hay algún objeto que atesores especialmente en tu vida? ¿Uno que merecería su propio funeral?

—Sí, siempre que me hacen esta pregunta pienso en una foquita de peluche que me regaló mi abuela italiana. Me la trajo de Italia después de muchos años sin ir a su país. La atesoro con mucho amor y no podría hacerle un funeral.
Y tengo muchos objetos acumulados. Por ejemplo, termos rotos que sigo mudando sin arreglar, o ropa que no uso pero guardo “por si sirve para vestuario”.
Ahí también está parte del éxito de la obra: en que todos guardamos cosas que ya no usamos, pero que no podemos soltar. Objetos que nos representan, nos atan, o que nos hacen sentir acompañados aunque ya no cumplan ninguna función.
Es una lógica afectiva muy potente… y también muy común.