El responsable es Fernando Aguerre, padre del surf olímpico que se radicó definitivamente en el país y sigue apostando a cuidar la cultura del surf, pensando en el futuro. El museo incluye un surfshop y un café, frente al mar, en una casa patrimonial que quedó abierta al público.
Este sueño siempre estuvo en su cabeza. El unir sus pasiones, su amor por la historia y el mar, y nada menos que en su lugar en el mundo, Mar del Plata, donde comenzó todo hace más de medio siglo. El tema de mostrar y preservar la historia, con todo tipo de objetos que representan la cultura de surf y de playa, es algo constante en Fernando Aguerre, el hombre que potenció este deporte en el mundo y logró lo que parecía imposible, que su deporte sea olímpico…


Este marplatense, nada menos que presidente de la International Surfing Association desde 1984, venía en esa dirección hace años, en sus distintos locales, tanto en Mar del Plata como en Buenos Aires. Pero ahora quería dar un paso más y qué mejor que sumando otra pasión, el respeto por el patrimonio cultural y arquitectónico de su amada ciudad. Así fue que, por años, siguió la venta de una propiedad mítica de Mardel, en Roca 4, frente a la costa, hasta que logró comprarla… Luego, de la mano de la arquitecta Vicky Salas, armó un plan y durante estos meses revitalizó la vivienda de cuatro pisos para crear un museo, con café y un surfshop en un sitio icónico. Una forma de poner en valor el pasado con visión de futuro.
Hasta que este lunes 22 llegó el día de la apertura del Ala Moana Surf Chalet. «Tengo mucha alegría y emoción, porque es algo hecho con mucho amor. Hace rato que queríamos tener esta propiedad, llevaba nueve años en venta, y el primer paso fue poder comprarla. Y ahora este lugar emblemático no sólo no se destruirá sino que va a quedar para siempre, una casa abierta a la comunidad, para que la gente venga a tomar un café, a comer algo rico, a ver el museo con mucha historia o simplemente a mirar el mar», contó Aguerre, visiblemente feliz.
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Un museo para visitar
El museo es un lujo. Tiene tablas de todo tipo, desde los orígenes del deporte -tablas de madera sólida de Hawaii-, hasta las actuales de las estrellas mundiales como Kelly Slater, y el campeón olímpico 2024, Kauli Vaast, como una forma de ver la evolución de estos deslizadores para el agua. También hay lycras de competencias, trajes de baño, y trajes de neoprene de distintas épocas, así como trofeos, cartas y otros objetos que forman parte de la historia grande del surf nacional a internacional.
«Esta propiedad se construyó en 1942 como una casa de playa y ahora seguirá siendo eso, con el adicional de toda la cultura de nuestro deporte. Es básicamente un proyecto de cuidarla, de poner en valor un lugar muy especial, una casa patrimonial que tiene un museo, un shop con marcas de primera y un café con alimentos sanos, incluidos algunos platos de California, Hawaii, México y Argentina que hacen a la cultura del surf», agrega este idealista práctico, como un amigo una vez lo describió.
