El Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa) acaba de lanzar una campaña para promover el derecho al placer, con el clítoris en el centro de la escena ¿Qué sabemos sobre el único órgano destinado exclusivamente al placer? ¿Por qué colocarlo en el debate público puede promover la igualdad de goce entre mujeres, personas con vulva y varones? “El placer femenino no es ni fue tema de agenda para la sociedad patriarcal”, asegura la sexóloga e influencer Cecilia Ce.
Por Daniel Giarone
Escribo a @lic.ceciliace en el chat de Instagram. Le digo que leo sus posteos, que me gusta el desprejuicio con el que hablaba, el compromiso para desarmar la pacatería y los lugares comunes respecto a la sexualidad, a la masturbación, al deseo.
También le comento que quiero hablar del clítoris, del derecho al placer, de los caminos inexplorados, y censurados, para vivir una sexualidad plena. Antes de que ella responda, Instagram tiene algo para decir: advierte que debo guardar “respeto” y utilizar “lenguaje apropiado”. Es decir, que clítoris, mastrubación y placer son “palabras inapropiadas”. Algo así como una falta de respeto.
Ahora me queda claro. De eso no se habla. Y de eso, precisamente, es de lo que íbamos a hablar. Del clítoris, único órgano destinado exclusivamente al placer. Del desconocimiento y la invisibilización del cuerpo cuando produce goce. De la sexualidad y el bienestar. De la relación entre anatomía y derechos; de la geografía corporal que sigue condenada a la oscuridad.
“Quienes históricamente estuvieron, y están, detrás de la ciencia y la investigación son hombres. Vivimos en un contexto patriarcal que ha estado al servicio del hombre, donde el placer femenino no es ni fue de interés ni tema de agenda”, dice la sexóloga y escritora Cecilia Ce, quien con más de un millón de seguidores en Instagram es una de las voces más influyentes y desprejuiciadas para hablar sobre sexualidad y placer desde una perspectiva de género.
“No es casual -agrega la autora de “Vinculear” en diálogo con Télam- que la problemática sexual más investigada y desarrollada sea la disfunción eréctil”
De eso no se habla
“A lo largo de la historia se difundió muy poca información sobre el goce de las mujeres y personas con vulva. No han sido alentadas a conocer su cuerpo, a auto explorarse, porque hasta hace poco tiempo la sexualidad solo estuvo ligada al aspecto reproductivo y, sobre todo, porque el tema no ha sido considerado ‘serio’ o ‘importante’”, asegura el Fondo de Población de Naciones Unidas (Unfpa), quien acaba de lanzar en nuestro país, junto a la empresa Tulipán, una campaña sobre el derecho al placer.
Con el lema “La historia incompleta del placer”, la iniciativa hace eje en la historización y la información sobre el clítoris. Es que recién en 1998 la uróloga Helen O’Connell mostró en detalle el clítoris, su anatomía y funciones. Este “retardo” de la ciencia puede explicarse por dos razones: no cumple ninguna función reproductiva y sólo se halla en los cuerpos de personas nacidas mujeres.
“Si lográramos garantizar el derecho al placer de todas las mujeres y las personas con vulva, significaría que hemos avanzado en una enorme cantidad de derechos previos, como el derecho a una vida sin violencia, el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, el consentimiento o el derecho a recibir educación sexual integral”, asegura Mariana Isasi, Jefa de Oficina de Unfpa-Argentina.
Para las Naciones Unidas el placer sexual y el goce en la sexualidad constituyen una parte indescindible de los derechos humanos. Y para que estos se cumplan efectivamente debe haber decisiones libres e informadas sobre la sexualidad y las opciones reproductivas, como así también acceso a la información y educación sobre salud sexual. Para ello -sostiene el organismo multilaretal- es clave la capacidad de expresar la sexualidad sin discriminación, violencia o estigma en todos los ámbitos.
Hablemos del clítoris
En la pared de un baño público, en el respaldo del asiento del colectivo o en el paredón de una fábrica abandonada puede haber dibujado un pene. Nunca un clítoris. Algo similar puede ocurrir en algunos ámbitos más formales, desde charlas sobre sexualidad hasta conversaciones más o menos cotidianas, donde el falo suele ser el gran protagonista. El placer, propio y ajeno, solo parece depender de él.
Esta disparidad no resulta inocua, ya que coloca el placer de un solo lado: el del varón dador, reproductor, activo. El impacto de esta asimetría en la calidad de vida es evidente. Para la revista Asociación Médica Argentina, el placer es uno de los pilares del bienestar.
La publicación asegura que tener una sexualidad saludable disminuye la ansiedad y la frustración, mejora la calidad del sueño y combate la depresión, aumenta el bienestar y la calidad de vida en todas las edades, pero principalmente en los adultos mayores.
Mientras el 95 % de los hombres alcanzan el orgasmo en una pareja heterosexual, en las mujeres el porcentual baja a 65 %
El conocimiento y la información sobre la vulva y el clítoris es también una cuestión de salud pública. “Debemos conocer la anatomia de la vulva porque aún hoy se dañan nervios en cirugías por desconocimiento”, advierte Cecilia Ce, quien además es psicóloga.
Y agrega que “los médicos y profesionales de la salud no contamos con formación en placer y sexualidad femenina. Todos tenemos el derecho a entender y conocer una parte del cuerpo como conocemos al resto. Aún hoy, en varios países del mundo, se realizan mutilaciones genitales en mujeres. Se somete a la ablación del clítoris y se cosen los labios para impedir el placer”.
La brecha orgásmica
Un estudio publicado en Archives of Sexual Behavior y citado por Unfpa estableció que, en una relación heterosexual, los varones tienen dos veces más orgasmos que las mujeres. El trabajo discrimina el porcentaje según género y orientación sexual.
En el primer puesto del “ranking orgásmico” se encuentran los hombres heterosexuales, con un porcentaje del 95 %; luego los gays con un 89 %; los varones bisexuales con un 88 %; las lesbianas con 86 %; y las mujeres bisexuales 66 %. En el último lugar se encuentran las mujeres heterosexuales, con un 65%. Conocer, explorar y jugar con el propio cuerpo parece ser la clave para acortar lo que la propia invetigación señala como “brecha orgásmica”.
Explorar es jugar. Y también conocer. La satisfacción, el acceso al placer, empiezan con el conocimiento del propio cuerpo. Allí la brecha comienza a estrecharse. Y aquí es clave otro tabú: la masturbación. La autosatisfacción en la sexualidad sufre condena moral y persecución. Por pecaminosa, ociosa, improductiva, placentera.
“La masturbación es tan importante para el hombre como para la mujer”, detalla Cecilia Ce. “No hay diferencias. Es importante que sea en libertad, sin la carga y el estigma social de creer que somos sucias o promiscuas al hacerlo. Nos brinda placer y autoconocimiento”.
Algo está cambiando
Que el placer sexual de mujeres y personas con vulva no quede supeditado al varón y a su anatomía aparece como un desafío central a la hora de hacer realidad el derecho al placer. Esta posibilidad parece ganar terreno en el debate público, muchas veces acompañado por políticas públicas, como en nuestro país fue la sanción, hace ya veinte años, de la ley 25.673, que reconoció la salud sexual y reproductiva como derecho de todos.
Sin embargo, y a pesar de las normas y movilizaciones que desde entonces marcaron avances históricos en materia de género y diversidad, el derecho al placer sexual sin distinción de sexos y pronombres sigue en disputa.
“Hay cambios gracias al movimiento feminista de los últimos años, pero aún queda mucho por hacer”, asegura la autora de “Sexo ATR” y “Carnaval toda la vida”, ya que “estamos ganando en derechos, pero necesitamos garantizarlos y asegurar el acceso a la información”.
“Se trata de una búsqueda por la libertad y el derecho a decidir cómo viven las personas su sexualidad sin ser violentadas”, suma Cecilia Ce. “El movimiento sex positive -agrega- busca reconocer que la sexualidad humana es diversa y amplia: no existe una definición única de lo ‘normal’ «.
A su vez, se trata de “no juzgar ni avergonzarse, de reconocer que tenemos derechos sexuales, incluído el derecho a una educación sexual positiva, integral, apropiada y que incluya el placer”.
Para la sexóloga, que con sus intervenciones llena teatros, de lo que se trata es de “comprender que casi cualquier comportamiento totalmente consensuado puede ser bueno para alguien, y que nada es bueno para todos”.
Para ser más libres (y felices)
El derecho al placer y el cuerpo en el que este se hace efectivo necesitan de uno, pero también de otro. “La sexualidad sólo puede expresarse plenamente en una atmósfera-contexto de consentimiento. No hay sexo positivo sin consentimiento. Consentimiento informado, no coercitivo”, puntaliza Cecilia Ce.
Concer el clítoris, saber sobre el propio cuerpo despejando prejuicios y asumiendo la libertad de gozar, no prescribe una forma de amar sino una posibilidad. “El sexo que alguien tiene o no tiene describe su actitud sobre la diversidad sexual y los derechos sexuales”, describe la experta.
“No es una forma de juzgar a los demás por no disfrutar del sexo ni una nueva norma sobre lo que la gente debe hacer en su vida sexual. Tampoco una licencia para asumir que tu respuesta, experiencia, deseos y sentimientos sexuales son o deberían ser compartidos por todos los demás”, subraya.
“Si lográramos garantizar el derecho al placer de todas las mujeres y las personas con vulva, significaría que hemos avanzado”Mariana Isasi, Unfpa-Argentina
Es en este contexto, donde lo que se tiene que saber muchas veces se ignora, o directamente se veda, en que se produce la paradoja: el sexo está en todos lados. En los medios de comunicación, las redes sociales, la publicidad, las charlas cotidianas. Aunque muchas veces como producto, mercancía, objeto de consumo, algo que termina consolidando los prejuicios, la discriminación y una cultura falocéntrica.
“Hay que dar herramientas para construir un pensamiento crítico basado en la información y en la experiencia”, apunta Ce a Télam. “Hoy por hoy, en la sociedad individualista-consumista y en la era de la hiperproductividad, todo mensaje suele ser un mensaje de consumo que nos alienta a ser productivos”.
“El desafío con la sexualidad -concluye- es que el camino sea propio y conectado, que podamos comprender que somos seres diversos”.
Así, la cama puede resultar más amplia, diversa, disfrutable. Así, quizás, podamos recuperar la capacidad de amar gozando (también) con el cuerpo.