Por Fernanda Gil Lozano
Entre las tareas que cumple el Observatorio de la Educación Sexual Integral (ESI) del Ministerio de Educación se encuentran la identificación de obstáculos para su implementación y el reconocimiento de los desafíos pendientes.
Dada la reciente creación del observatorio aún no hemos obtenido datos concluyentes.
Está claro que maestros y profesores de todos los niveles y regiones llevan adelante una tarea compleja en tiempos poco favorables para el correcto desarrollo de sus capacidades, sin embargo existen barreras respecto de la plena puesta en funcionamiento de la ESI.
Hay una serie de factores que impiden a las y a los educadores aplicar el programa en forma completa y fiel y, por otro lado, las y los educandos no llegan a participar tal y como está previsto: más allá de la posible falta de recursos, la carencia de un ámbito de confianza impide el intercambio necesario entre educadores y alumnxs para alcanzar una formación responsable sobre los temas. En particular, las maestras y maestros y profesores reclaman no tener directrices eficaces para adecuar exactamente el programa a las necesidades y posibilidades específicas de sus alumnxs.
Es preciso que las y los profesores estén motivadxs para enseñar actitudes tolerantes y abiertas hacia la sexualidad y que los y las alumnas reciban un acceso ilimitado a servicios de salud y de derechos sexuales y reproductivos adaptados a sus necesidades, sin mensajes contradictorios (recordemos, también, los desafíos que deben enfrentar en el mundo virtual donde no siempre las representaciones de la sexualidad son las apropiadas) que mejoren sustancialmente su formación sexual.
Barreras
Asimismo, es complejo superar las tensiones que genera enseñar, por ejemplo, temas como el aborto, la homosexualidad y la masturbación; mucho más cuando la formación de los y las profesoras es involuntariamente insuficiente, lo que resulta en un aprendizaje parcial por parte de los lxs alumnxs, teñido por dogmas e ideas conservadoras. En este sentido, muchos autores resaltan las limitaciones de los programas los cuales promueven comportamientos y actitudes refractarias cuando su aplicación se ve fuertemente marcada por entornos normativos, culturales, ideológicos, etc. En efecto, muchos escenarios demuestran que el contexto escolar está caracterizado por numerosas barreras prácticas y organizativas enmarcadas en el contexto social de la escuela que podría estar en desacuerdo con lo que el programa pretende reforzar.
Con todo, más allá de barreras contextuales marcadas por múltiples perspectivas, es indudable que la tarea del observatorio apuntalará cambios positivos. En este sentido, mi compromiso se orienta a sostener y concretar la transformación y el deber de sortear cada obstáculo que presente la ESI para alcanzar una expansión de gran alcance en la formación y en el entrenamiento completo de maestros y profesores y una ampliación sería de los enfoques multinivel en niños, niñas y adolescentes.
(*): Directora del Centro Internacional para la Promoción de los Derechos Humanos-Unesco e integrante del Consejo Asesor del Observatorio Federal de la Educación Sexual Integral (ESI).