Fue construido en 1926 por Rafael Díaz, que tenía el sueño de tener su casa con estilo marplatense en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires.
El chalet está ubicado en el microcentro porteño y durante años estuvo oculto detrás de carteles publicitarios. Fue construido en 1926 por Rafael Díaz, que tenía el sueño de tener su casa con estilo marplatense en pleno centro de Capital para ir a dormir la siesta. Se trata de una casa de dos plantas y altillo.
“Rafael era un amante de Mar del Plata y se inspiró en los chalets de esa ciudad para realizar su casita en el cielo de Buenos Aires con el mismo estilo”, explica Diego Sethson, el bisnieto del inmigrante español Rafael Díaz en una nota del diario La Nación. Pero más allá de lo arquitectónico, el chalecito esconde la historia de superación de un hombre que llegó a la Argentina de comienzos del siglo XX.
A Díaz, que tenía una mueblería en calle Sarmiento, le gustaba dormir la siesta, pero irse hasta su casa en Banfield no era un plan para concretar todos los días. Así fue como decidió construir en la terraza del edificio un chalet típico marplatense donde poder descansar un rato antes de volver a la mueblería.
Según revela el periodista Mariano Jasovich en la nota, los 200 metros que conforman la casa están repartidos en dos plantas y un altillo que desde 2014 fueron declarados patrimonio de la Ciudad. Apenas bajar del ascensor se destacan los pisos originales de pinotea intactos como los pidió Díaz en el momento de la construcción. También quedan objetos de la vida cotidiana del inmigrante, como mesas o aparadores que eran de su propia creación. “Eso te demuestra la calidad de lo que se fabricaba. Hay aparadores y mesas con un trabajo y una madera que hoy no se consigue”, relata Sethson.
Campaña en redes sociales
El bisnieto de Díaz lanzó una campaña en sus redes sociales para conectarse con los antiguos clientes de la mueblería. “Entre los que me escriban con fotos de los objetos que se hacían en Mueblería Díaz voy a abrirles el chalet para que hagan una visita. Pueden escribirme a mi Instagram (@puntoceroproduccionesok)”, explica Sethson.
En el techo quedan algunas arañas de principios de siglo y todos los pisos originales de cerámica en el primer piso y en el altillo. “Desde los cuatro lados del chalet tenés vistas impresionantes del centro porteño –relata Sethson-. Por ejemplo el edificio Barolo y el Congreso desde un sector o estar a la altura del Obelisco desde otra ventana. Mi bisabuelo vio crecer Buenos Aires desde su chalet”.
Las puertas, las ventanas y las escaleras del chalet marplatense también son originales y muestran la sencillez con la que pensó Rafael Díaz su lugar de descanso antes de volver al trabajo. En distintas habitaciones aparecen objetos que recuerdan a Díaz, desde máquinas de escribir -objetos innovadores en las oficinas de principios de siglo XX-, hasta un cuadro de la cuchara de albañil que se usó para construir el chalet en 1926.