Forman parte de una red nacional que impulsa la energía undimotriz en Argentina. Los investigadores de diferentes organismos trabajan en un proyecto interdisciplinario con el fin de desarrollar un dispositivo que permita maximizar la extracción de energía de este recurso.
Por Marcelo Díaz
Hace cinco años el ingeniero electrónico Facundo Mosquera asumió el desafío, como parte de su trabajo final de carrera, de investigar sobre un campo de estudio incipiente: la extracción de energía a partir de las olas. En un contexto global, donde se apunta a la explotación de recursos renovables, comenzó a gestarse este año en el país la Red de Energías Marinas Argentinas (REMA). La Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), forma parte de esta iniciativa que tiene como objetivo aprovechar el oleaje del mar argentino.
“En el mundo no hace mucho que se está trabajando en esto. Todavía no se ha seleccionado un dispositivo único. Hay un montón y miles de patentes de gente que propone maneras de extraer energía de las olas”, afirma Mosquera en el Instituto de Investigaciones en Electrónica, Control y Procesamiento de Señales (LEICI), dependiente de la UNLP y el CONICET, donde lleva adelante los estudios junto a los investigadores Carolina Evangelista y Paul Puleston, codirectora y director respectivamente del proyecto.
El trabajo
De todos los dispositivos el grupo se centró en una columna de agua oscilante, por considerarla como una de las mejores técnicas para convertir la energía de las olas en electricidad. Posee una cámara hueca (de hormigón o de metal) y puede estar colocada en una escollera, cerca de la playa o flotando en una boya.
“La cámara -según describe el ingeniero- tiene un orificio por debajo del nivel del agua por donde la ola entra y sale. Además, tiene un espacio de aire que el movimiento de la ola comprime y descomprime, haciendo que se genere un flujo de aire que hace mover una turbina”.
En este sistema el aporte de los investigadores consiste en la aplicación de técnicas de control realimentado. “Con estas técnicas uno puede medir las variables que quiera a partir de la colocación de sensores. En este caso, puede ser la velocidad con la que sube el pico de la ola o cómo asciende y desciende el flujo de aire dentro de la cámara”, explica la ingeniera electrónica Carolina Evangelista.
Es decir, a partir de saber cómo funciona la turbina con el movimiento de las olas, el desafío es encontrar el punto de operación en donde extraiga la mayor cantidad de energía y tratar de mantenerla en ese punto. Estos estudios se realizan a través de simulaciones en computadora.
Los ingenieros de la UNLP establecieron vínculos con científicos de la Universidad de Maynooth (Irlanda), con quienes trabajan sobre un dispositivo aplicando técnicas de control. También con el investigador Demián García Violini, profesor en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y con el Politécnico di Torino (Italia). Estos últimos desarrollaron un dispositivo propio y los especialistas del LEICI aportan sus conocimientos para mejorar el rendimiento energético.
Mar del Plata, Necochea y Quequén: el mejor oleaje
A partir de una iniciativa del investigador Demián García Violini de la UNQ comenzó a armarse la Red de Energías Marinas Argentinas. Participan ingenieros de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) Buenos Aires y de la Universidad de Buenos Aires (UBA), personal del Servicio de Hidrografía Naval (SHN), del Instituto Nacional del Agua (INA) y los investigadores del LEICI, entre otros.
La finalidad es que todos los grupos que estén realizando estudios sobre energía undimotriz se reúnan en esta red. Una de las propuestas es crear un centro que cuente con piletones para ensayos y construir allí los prototipos de prueba.
Durante el mes de abril integrantes de REMA realizarán una visita a la Escollera Norte de Mar del Plata. “Es un buen punto de inicio para empezar a trabajar con la energía undimotriz. Aprovechar las escolleras e instalar un dispositivo que extraiga energía de las olas”, sostiene Mosquera.
Como antecedente, el ingeniero menciona un equipo colocado en el año 2011 en una escollera de la ciudad de Mutriku, en el País Vasco (España). “La planta tiene una potencia instalada de 296 KW y puede producir aproximadamente 300MWh anuales, el equivalente al consumo de energía eléctrica de 100 familias en un año. Es chica pero la ventaja que tiene es que, además de utilizarse como defensa, ahora se puede extraer energía como un plus”, destaca.
Mayor punto de energía
Los investigadores subrayan que, de acuerdo a estudios realizados en la provincia de Buenos Aires, el punto de mayor energía de las olas se ubica entre Necochea y Quequén donde además poseen un puerto importante. Es considerado por los ingenieros como un lugar estratégico para la instalación de un dispositivo que alimente al puerto y abastezca de energía renovable a los vecinos de la zona.
“La idea es que todas las ciudades costeras grandes, como Mar del Plata, y las que tengan buen acceso a las olas puedan alimentarse de ese mismo recurso”, señala Facundo.
Por su parte, Carolina añade que el interés por la costa bonaerense reside en que el mayor consumo de energía eléctrica se da en esta región. “Generar energía en esta zona para que no haya que transportarla es una idea tentadora. El oleaje de la Patagonia es muy aprovechable, pero sería un plan más a largo plazo”.
Los investigadores destacan, como una ventaja de la energía undimotriz, que puede haber olas aun sin viento porque éstas pueden viajar muchos kilómetros desde el punto de generación hasta la costa.
Un desafío interdisciplinario
Los científicos remarcan que Argentina tiene una gran extensión costera. En este escenario, sostienen que el desarrollo de sistemas que aprovechen nuevas energías alternativas, que además se complementen con la solar y eólica, generaría un alto valor para la matriz energética del país.
En ese sentido, consideran importante que profesionales de la Ingeniería lleven adelante los desarrollos de manera interdisciplinaria y convocan a egresados y alumnos de diferentes carreras de la Facultad que quieran sumarse al desafío, desde ingenieros electrónicos hasta electromecánicos, aeronáuticos e hidráulicos.