Con poca inversión, pero mucha creatividad, la misión de esta marca es ofrecer un producto de diseño, duradero y que contribuya al medio ambiente.
Por Alejandra Bertolami
Manuela Sosa tiene 33 años y una formación artística. Es artista visual y en un momento, mientras pintaba y dibujaba, decidió sumar más conocimientos y empezar a estudiar joyería, oficio que le encantaba, pero no le resonaba el material al trabajar con metal le hacía cierto ruido ideológico.
«En la pandemia, me puse a investigar alternativas sustentables a los materiales y cómo reemplazar el metal. Scrolleando en Pinterest, me topé con la técnica de tecno fusión textil», detalla Manuela. Explica que se trata el reciclado de plástico a partir de calor y presión que, al fundirse, se genera un cuero o como si así lo fuera pero es plástico reciclado.
Arrancó con poco presupuesto, alrededor de $20.000 pesos con una amiga y esa plata fue para probar talleres, comprar cosas básicas y arrancar.
Hoy, ya consolidada, nos cuenta su historia.
– ¿Cómo fue el inicio de Hattori?
– Empecé a probar con los plásticos que tenía. Le pedí una plancha a una vecina que me prestó una de esas viejas y pesadas y, me di cuenta que algo quedaba. Sospechaba que eso potencialmente podía ser muy bueno.
Me compré la plancha de sublimar y al principio la arranqué con una amiga al proyecto. Probé con la máquina de calor y presión y el material quedaba impecable.
Empecé a diseñar los posibles modelos, busqué talleres, comencé a armar muestras, conseguir gente que quiera trabajar de esto y se empezó a armar todo.
«Me di cuenta que era una técnica que excedía a las cuestiones de joyería, que se podía aplicar a cosas más completas y me puse a investigar la técnica»
– ¿Cuál fue el primer accesorio que diseñaste?
– El primero fue una mochila. El material tiene sus limitaciones. Todas estas cosas hay que cocerlas al revés, tiene toda una tecnología este material así que probamos con ese modelo que era algo factible. Es la primera mochila mochila urbana.
– ¿Cómo fue la repercusión del lanzamiento?
– En septiembre abrimos el Instagram porque teníamos tres o cuatro mochilas para mostrar y la repercusión fue muy buena. Es un producto que llama la atención.
El valor agregado del producto es que son todas piezas únicas. Cada diseño, hecho todo de plástico, tiene que estar bueno y tener un estilo. La misión de Hattori es que sea un producto de diseño, pero con base de reciclado.
La forrería son remanentes de tela y en el proceso, en algunos modelos, uso cámaras de bici. Lo único comprado son los avíos
“La misión es que sea un producto de diseño, pero, con base de reciclado”
– ¿De dónde proviene el plástico que usas?
– Me contactan por las redes. La gente me dice que tiene plástico y en general digo que sí. La gente que recicla ya me pregunta qué tipo de plástico uso. Las botellas no me sirven, es plástico de baja densidad lo que uso yo.
– ¿Cómo podés generar una estampa con este tipo de material?
– Es importante saber con qué tipo de plástico cuento, con qué colores y armo una base.
Voy pensando en función de lo que tengo, pienso en los recortes e intento hacer 3 o 4 pliegos parecidos para que, de ahí, me salga una mochila. Algunas piezas tienen ilustración original y son todos dibujos míos.
También la idea de la ilustración es que Hattori sea sin género. Son accesorios que pueden usar todxs.
– ¿Qué accesorios estás haciendo?
– Mochilas, riñoneras, mochilas grandes, estoy probando una mochila para viaje. Billeteras, neceseres, cartucheras y estoy trabajando en una línea infantil. Estoy pensando en cartucheras, baberos, mochilitas. Eso es lo próximo.
– ¿Te manejás con el público local o tenés envío a todo el país?
– Sobre todo, envío. No tengo showroom, a pesar de que recibo gente en mi casa.
-Además de ser un producto sustentable, es duradero y contribuye al slow fashion…
-Si, la idea es que sea un producto resistente, el plástico lo que tiene, el doble filo del plástico porque por un lado tarda miles de años en degradarse, pero, por otro lado, es económico y resistente. Por eso se llenó de plástico el mundo. Encontrarle la vuelta para, al menos, contribuir con el planeta.
Lo malo del plástico le doy vuelta para generar un producto súper resistente.
Lo que está bueno también es que es lavable e impermeable y súper liviano.
– ¿Tenés ganas de incursionar en otros materiales siguiendo esta línea de pensamiento?
– Hay algo que está muy lejano en el tiempo, pero, hay tendencia de generar materiales a partir de residuos orgánicos y me gustaría incursionar.
Trabajo con talleres de acá y en un futuro me encantaría trabajar con cooperativas de reciclaje y textiles.
– ¿Un accesorio cuánto plástico necesita para su fabricación?
– No hice ese cálculo, pero, alrededor de 50 bolsas de supermercado para una mochila mediana. También uso silo bolsa. Necesitas muchas bolsas de supermercado para generar un pliego. Depende del plástico.
– ¿Estás pensando algo para el verano?
– No quisiera spoiler demasiado, pero, estoy pensando en ampliar para el lado de la indumentaria.