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noviembre 24, 2024
Lo de Allá

Los secretos de la empanada tucumana

Es un símbolo de la provincia norteña y de la gastronomía. Tiene en Famaillá a su meca pero se la puede disfrutar en cada uno de los pueblos tucumanos.

 Conocer Tucumán a través de sus sabores es una de las tantas posibilidades que ofrece esta provincia a los visitantes de la Argentina y del exterior. El abanico de exquisiteces típicas va desde la humita, el locro o el tamal, hasta el imperdible «sánguche de milanesa», más urbano y contemporáneo.

Sin embargo, donde hay coincidencia a la hora de definir al plato más tradicional de esta bella provincia, es en la empanada. Famaillá, más precisamente, es quizás la Meca de este manjar criollo extendido a todas las latitudes del país, que en cada región adopta sus propias recetas y formas de elaboración. No en vano, esta localidad tucumana es considerada la Capital Nacional de la Empanada.

¿Qué diferencia a esta tradicional preparación que se elabora en Tucumán de las que se hacen en el resto del país? El secreto está en la masa, el secreto está en el relleno, el secreto está en la mano de quien la cocina. El secreto está, precisamente, en Famaillá.

Jugosa, con carne de matambre cortada a cuchillo, hervida en un delicioso caldo que luego se reserva para utilizar en el resto de la preparación, lleva cebolla de verdeo rehogada y huevo duro picado. El cierre se hace con 13 repulgues, como algunos dicen en referencia a los 12 Apóstoles y al propio Jesús. Tanto cocinadas al horno de barro como fritas en grasa, obligan al comensal a consumirlas a «piernas abiertas» para evitar quemarse o mancharse la ropa con sus jugos.

Manos en la masa

Aseguran los que saben, que uno de los secretos de la excelencia de la empanada tucumana es que se elabora con carne de matambre cortada a cuchillo. Pero también coinciden, con rigor casi científico, en que además es necesario destacar «la mano» de la empanadera como factor determinante para el toque final en este manjar criollo.

Pero comencemos por desentrañar los secretos de esta receta tan particular, que resume quizás 500 años de historia de la empanada a lo ancho del mundo y que toma su sabor tan especial y único en esta parte del continente americano, en el Jardín de la República Argentina.

Para el relleno se utiliza un kilo de matambre de vaca, una cebolla de verdeo, dos cebollas blancas, seis huevos duros, comino, sal y pimentón dulce. En primer lugar se tierniza el matambre en una olla con agua hirviendo, que formará un caldo al que reservamos para más adelante. Luego, en una sartén se rehoga la cebolla blanca y cuando está lista, se apaga el fuego, se le añade la de verdeo y se condimenta con un poco de comino y pimentón. Se agrega el matambre cortado en cubitos chicos. Se deja enfriar y al final, se le agrega el huevo duro cortado o pisado.

Ahora hagamos la masa. Formamos en la mesada un volcán con 1 kilo de harina 0000 y ahuecamos el centro, en forma de corona, donde colocamos 200 gramos de grasa a temperatura ambiente. Amasamos hasta unir y la hidratamos con 2 tazas del caldo de la cocción del matambre mezclado con sal. Luego hay que probar que la masa no quede ni muy húmeda ni muy seca y se la deja reposar una hora.

De esa masa se arman bollitos que entran en la palma de la mano y nuevamente a reposar entre 15 minutos y una hora para evitar que se infle la empanada en el horno. Finalmente estirar los bollitos con el palo de amasar hasta obtener las tapas con las que en una mano se sostienen, se coloca en el centro el relleno y se estiran un poquito los bordes para unirlos y hacer los 13 repulgues que marca la tradición. Al horno de barro caliente durante unos minutos y a disfrutar de las empanadas tucumanas, un manjar inigualable.

Los tips de las expertas

La verdadera empanada tucumana tiene su receta registrada. Pero a simple vista, hay un detalle insoslayable: 13 repulgues. Uno por Jesucristo y el resto, por los doce Apóstoles, los discípulos.

Siempre se prepara el relleno con matambre, lleva comino de condimento y huevo duro, cortado, pisado con un tenedor o pasado por el rallador.

El tamaño es el de la palma de la mano y la cantidad de relleno para las «tapitas» es de dos cucharadas soperas.

Salmuera. Agua y sal, probar y si es amable para nuestra boca, es perfecta para humedecer la masa de la empanada.

Famaillá, la patria de la empanada tucumana

Una traducción de la palabra Famaillá hace referencia a «sitio para descansar» en lengua quechua, mientras que otra interpretación habla de «pueblo de la Madre Luz». Está  ubicado a 36 kilómetros al sudoeste de San Miguel de Tucumán y su vía de acceso es la Ruta Nacional 38. Propone un paseo en torno a su plaza principal engalanada con un peculiar paisaje de tierras fértiles y antiguas fábricas azucareras que se aglutinan en sus cercanías.

Esta ciudad, cabecera del departamento del mismo nombre, ofrece también al visitante un paseo temático histórico con réplicas del Cabildo de 1810 y la Casa Histórica de la Independencia, en el cual se pueden degustar los platos típicos de la región. Un balneario municipal invita a pasar un día en familia al aire libre, y conocer en ese mismo predio el Parque Jurásico, con figuras que representan las diferentes eras prehistóricas. Este balneario abre sus puertas de martes a domingos de 9 a 19.

El asentamiento de habitantes originarios en la región, como en el resto del territorio que hoy compone la provincia de Tucumán, se remonta a siete milenios, posiblemente antes incluso de la presencia de la cultura Tafí. Y hace más de dos mil años se establecieron aquí pueblos agricultores y recolectores. A mediados de siglo XVI la corona española invadió la zona, pero la usurpación de tierras que los europeos venían a realizar a este continente se topó con un férreo obstáculo: la resistencia de los así llamados Diaguitas, en especial la presentada por la parcialidad que los ibéricos denominaron Calchaquíes, quienes protagonizaron las famosas Guerras Calchaquíes.

La primera vez que el español entró en contacto con los pueblos originarios de la zona habría sido en enero de 1543. En ese momento, dentro de su territorio convivían los Quilmes, los Colalaos, los Ancalianes, los Amaichas y los Pichaos, entre otros. Los Famaillaos, la parcialidad de los Diaguitas que da nombre a la localidad de Famaillá, fueron desterrados de los valles de Tafí y Yocavil en 1658 cuando el gobernador del Tucumán, Alonso de Mercado y Villacorta, impulsó la campaña de desnaturalización de los pobladores originarios como una maniobra concebida para terminar con la resistencia indígena.

Datos útiles para visitar Famaillá

Desde San Miguel de Tucumán, por Autopista Ruta Nacional 38 hacia el sudoeste, 36 kilómetros de distancia.

En colectivo, entre 30 y 50 minutos de viaje desde la Terminal de Omnibus, a un precio aproximado de 500 pesos (empresas interprovinciales) o a 300 pesos aproximadamente por líneas interurbanas. En taxi, 25 minutos de viaje a un valor aproximado de 2.000 pesos.

Alojamiento: Hotel Famaillá. Sarmiento 235, teléfono 03863-462262.

Sitios de interés: Parque Temático Histórico del Bicentenario (Ruta Provincial 301, abierto todos los días). Balneario Municipal Río Famaillá (calle Sarmiento s/n). Monumento a Mercedes Sosa (Ruta Provincial 301). Parque Jurásico (Parque del Bicentenario, Ruta Provincial 301).  Réplica del Vaticano (Entrada del cementerio de la ciudad).

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