Por Dr. Gabriel Santángelo (*)
Nadie puede negar que Internet ha modificado, facilitado y mejorado sustancialmente la calidad de nuestros trabajos, disponibilidad de materia para lectura, entretenimiento y nuestros de estudios académicos.
Internet es una herramienta fundamental para la comunidad médica, compartir trabajos científicos, buscar información, compartir bibliografía, contactarte directamente con investigadores del otro lado del mundo, etc. se han podido lograr con el advenimiento de esta tecnología, sin embargo, esta debe ser usada con profundo profesionalismo al momento de aplicarla a diferentes temas de salud.
Muchas veces, como médicos, diferentes personas -familiares, amigos, incluso conocidos que hemos visto alguna que otra vez- nos consultan sobre algún examen complementario para que demos aisladamente nuestro diagnóstico. «¿Podrías leer un laboratorio que me han sacado para control?». «Estoy preocupado porque el informe de este estudio dice algo que no entiendo, el sodio está elevado». «¿Que significa transaminasa? ¿es grave que tenga este valor duplicado?». Son algunas de las múltiples preguntas que las personas nos hacen aisladamente sin valorar que el acto médico no es simplemente leer un estudio o googlear sus resultados para llegar a un diagnóstico.
Poder acceder a la información no significa tener la capacidad de interpretarla y ponerla en contexto, no es una habilidad mágica del guardapolvo blanco; lo mismo pasaría con un médico que googlee cómo manejar un avión y se lance a la aventura.
La importancia del examen complementario
Un examen complementario es un estudio médico que, luego de haber realizado el interrogatorio del paciente, una historia clínica profunda y apoyada en el examen físico, es utilizado para confirmar un diagnóstico presuntivo. Los exámenes de laboratorio sin ningún tipo de evaluación previa, además de leerlos fuera de contexto (o comparando aisladamente en Internet), no solo le puede causar al paciente y sus familiares una situación de ansiedad, sino que también impacta en la economía de la salud -digamos, a la institución- y a gastar dinero en acciones no necesarias.
Muchas veces, cuando algún familiar o amigo nos pregunta aisladamente que leamos un laboratorio y le indicamos que eso debe ser tratado con el médico que pidió el estudio, sumado a toda una contextualización de la vida del paciente, las personas creen que no queremos dar un determinado diagnóstico, sin embargo, lo que estamos haciendo es priorizar su vida y salud, jerarquizando el acto médico y todo los relacionado al buen ejercicio de nuestra profesión.
¿Sería una buena práctica profesional, por ejemplo, leer un valor aislado de laboratorio alterado y dar un diagnóstico de una persona que yo no he revisado, no he pedido el examen complementario, no conozco y que no tengo la posibilidad de acompañarla en su situación de salud?
El uso de herramientas con conciencia
Por otro lado, la comunidad médica recomienda que las personas no utilicen herramientas que no están al alcance de sus conocimientos para poder realizar autodiagnósticos, interpretar exámenes de laboratorio o implementar alguna terapéutica.
Si le pregunto al ChatGPT ¿Cómo curar el asma en niños? Lo primero que me dice es: «El asma es una enfermedad crónica que afecta las vías respiratorias y puede presentarse en niños. Siempre es importante consultar a un médico o especialista en salud infantil para obtener un diagnóstico adecuado y un plan de tratamiento específico para cada caso». Sin embargo, luego de esta frase, enumera un plan terapéutico. Evidentemente, el problema no es el chat de inteligencia artificial, ni la pregunta…sino cómo luego utilizamos la respuesta.
A nivel general, sería similar poner en manos de una persona no calificada, por ejemplo, el arreglo del calefón de mi casa porque leí en Internet, «googleando», cómo hacerlo o preguntar al ChatGPT como arreglar los frenos del auto.
Utilicemos las herramientas tecnológicas que nos han facilitado nuestro trabajo responsablemente y jerarquicemos el acto sanitario que, facilitado por la tecnología, todavía hoy tiene al médico como el centro de la escena.
(*), coordinador académico de la Licenciatura en Gestión de Servicios de Salud de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE).