Hace más de un siglo que los Scaglia trabajan con los fósiles de la costa marplatense y son considerados la familia con más larga tradición en paleontología en Argentina -y una de las de más trayectoria en el mundo-.
Por Agustín Casa
La familia Scaglia es sinónimo de paleontología. Desde las primeras salidas del naturalista aficionado Lorenzo Scaglia en la década de 1920 al trabajo actual de Fernando Scaglia en el Laboratorio del Museo de Ciencia Naturales, que lleva el nombre de su bisabuelo, han pasado cuatro generaciones unidas por un mismo oficio y una misma pasión.
Lorenzo nació en 1877 en Alfianello, región de Lombardía (Italia). Arribó a la Argentina en 1897 cuando tenía 20 años. Primero se instaló en Adrogué. Más adelante, trabajó en plantaciones de trigo en campos ubicados en adyacencias de la laguna La Brava, en el partido de Balcarce. Y luego se radicó en Mar del Plata.
En 1922, Lorenzo comenzó a armar su colección privada de fósiles que llegó a tener unas 800 piezas. “Le gustaba mucho la naturaleza y decidió venirse a Mar del Plata. En esas salidas que hacía, porque le gustaban mucho las barrancas, encontró un molar de un elefante prehistórico. Él pudo interpretar que eso era un fósil porque de chico, en Italia, tuvo un docente que lo llevaba a la vera de un arroyo y le mostraba unos caracoles fósiles. Le había explicado el concepto de fósil, de lo que era un animal prehistórico. Así que, cuando él vio esto acá, lo reconoció y ahí se disparó su pasión por la colección de fósiles, que luego fue transmitiendo de generación en generación”, cuenta a Bacap Fernando Scaglia, técnico en Paleontología del Museo Municipal de Ciencias Naturales Lorenzo Scaglia de Mar del Plata y bisnieto de Lorenzo.
Su visión de coleccionista era acompañada por un afán de compartir ese conocimiento. “Él mostraba los fósiles en su casa. Había hecho una exposición, una especie de centro cultural en el que exponía los materiales y cualquier vecino que pasaba podía entrar y él le explicaba qué eran esos fósiles, que para principios de siglo me imagino que serían bastante novedosos”, indica Fernando.
En esta línea, la historiadora Irene Elena Brichetti narra en su artículo “Sabios, exploradores y artesanos. Amalgamas del pasado en la Mar del Plata de primera mitad del siglo XX (1924-1954)”, publicado en 2014 en la Revista del Museo de Antropología: “Ya en Mar del Plata arrienda unas cuatro manzanas a Peralta Ramos en las que realiza tareas de carpintería, venta de hielo en el verano y trabajos en herrería y mecánica. Aquel sería el asiento de la llamada ´Chacra de don Lorenzo´ en donde acondicionaba y exponía los restos de mamíferos fósiles que recolectaba en las barrancas costeras”.
En 1936, cuando se inauguró el busto de Florentino Ameghino en la costa marplatense, Lorenzo presentó una exposición de su colección de fósiles en un salón de la antigua Rambla Bristol.
Lorenzo -que falleció en 1954- transmitió esa pasión por la paleontología a su hijo Galileo y durante años trabajaron juntos. “Don Lorenzo prendió la chispa de la paleontología en la familia -afirma Fernando-, pero fue Galileo quien le dio un toque más profesional. Él le dio un vuelo más profesional al museo”.
Galileo fue el responsable de que se construya el edificio del museo en Plaza España. Si bien el museo fue fundado en 1938 por un decreto municipal gracias al impulso de Lorenzo, su edificio actual -construido para ese fin en Catamarca y Libertad- fue inaugurado en 1967 y desde entonces su nombre homenajea a Lorenzo.
“La institución que fue concebida en la década de 1920 y que pudo constituirse como tal en 1938 a instancias del amateur Lorenzo Scaglia estuvo ligada a la figura medular de quien se había constituido en el hombre de ciencia argentino: Florentino Ameghino”, señala Brichetti.
El museo marplatense tuvo una revista científica pionera en el país: la Revista del Museo Municipal de Ciencias Naturales y Tradicional de Mar del Plata, lanzada en 1952. Fue incluso anterior a Ameghiniana, la revista especializada que edita desde 1957 la Asociación Paleontológica Argentina.
Si bien la revista del museo local se descontinuó por falta de fondos, en esos años permitió establecer lazos con los museos de historia natural más importantes del país, como los de La Plata y Buenos Aires, y con museos internacionales, como el de Chicago o el de Nueva York. “El intercambio de materiales era bastante frecuente en aquella época”, añade Fernando.
El oficio de Galileo fue continuado por su hijo Orlando -ambos se desempeñaron como directores del Museo-. Luego, entre Galileo y Orlando le transmitieron la pasión por la paleontología a Fernando.
Recuerdos de un legado
“Mi primer recuerdo vinculado a la paleontología fue en la casa de mi abuelo Galileo. Él tenía en el quincho una mesa que se había armado especialmente para trabajar, porque más allá del trabajo que hacía en el museo, como tenía muy buena técnica como preparador, también le mandaban piezas para preparar. De muy chico lo que más me acuerdo es eso”, comenta Fernando.
Desde la década del 40, la familia Scaglia cuenta con un campamento en la zona de La Estafeta. Fernando rememora que durante su niñez, al finalizar las clases, se iban dos veces de verano a instalarse ahí. “El campamento estaba ahí porque justamente es el centro de nuestro yacimiento paleontológico”, resalta.
“Desde chico participé en salidas -relata Fernando-. Muchas veces cuando las salidas no eran muy lejos de Mar de Plata, eran salidas familiares. Iba mi abuelo, mi padre, salíamos todos juntos. En los veranos, en ese campamento en la zona de Chapadmalal, lo paleontológico era diario, porque todos los días se iba a caminar para un lado o para el otro buscando fósiles”.
Galileo falleció cuando Fernando tenía 9 años. Sin embargo, atesora momentos de aquellos años: “Me acuerdo de ciertas cosas de él, viéndolo trabajar principalmente. Porque en el campamento, los materiales que iba trayendo tenían un trabajo previo que lo iba haciendo ahí mismo, antes de traerlo al museo. También hice campañas con mi viejo y ahí sí hubo un poco más de transmisión de conocimientos”. Además, desde muy chico colaboró en distintas actividades que organizaba el museo.
Un oficio de familia
Siempre tuvo la convicción de que quería continuar el legado familiar como técnico en Paleontología y en 2007 tuvo la posibilidad de ingresar al Laboratorio de Paleontología del museo, donde trabaja desde entonces siguiendo la tradición de su familia y en una institución que lleva el nombre de su bisabuelo. Eso para él tiene un valor do.
“Es un orgullo. Cuando más lo siento es cuando estoy trabajando en el campo y lo estoy disfrutando. Eso es lo más emotivo porque me hace pensar en que eso que a mí me produce el placer de hacer estas cosas es lo mismo que motivó a mi abuelo, a mi bisabuelo o a mi padre”, reconoce.
El trabajo del técnico en Paleontología incluye diversas tareas. Desde el trabajo de campo con la búsqueda y extracción de fósiles garantizando su cuidado hasta el traslado. Luego se realiza el trabajo de preparación de los materiales en el laboratorio para su estudio (investigaciones que son realizadas por paleontólogos) y su conservación en la colección del museo. Se trata de piezas de interés científico y cultural.
De las tareas que realiza de manera cotidiana, considera que “la más emocionante” es la salida de campo. “Por esto de ir a buscar y no saber con qué encontrarte, o encontrar algo nuevo o algo que agrega información a la que ya tenemos”, destaca.
Asimismo, remarca: “El trabajo de campo es muy desafiante, sobre todo en nuestra zona. Nuestro yacimiento principalmente está formado por acantilados costeros. Eso hace que el trabajo de campo sea muy particular. El mar lo tenemos muy próximo y tenemos ventanas de trabajo que están relacionadas con las mareas”.
Un siglo de tradición
Desde el primer hallazgo de Lorenzo en 1922 a los continuos trabajos de Fernando en la costa marplatense pasaron 102 años y cuatro generaciones, una continuidad sin precedentes en Argentina y posiblemente en el mundo.
Pablo Puerta y Fernando Isasi, en su artículo “Breve historia de los pioneros, su legado y actual desarrollo de la profesión técnica en la paleontología de vertebrados en Argentina”, publicado en mayo de 2022 en la Publicación Electrónica de la Asociación Paleontológica Argentina, señalan que “hoy el Museo de Mar del Plata cuenta con la cuarta generación del apellido Scaglia entre sus técnicos, el joven Fernando Scaglia, convirtiéndose así en el apellido con mayor trayectoria a través del tiempo en la profesión como técnicos en paleontología, seguramente en el mundo, con más de 100 años ininterrumpidos recolectando fósiles”.
Lorenzo, Galileo, Orlando y Fernando no solo comparten un apellido, sino que preservaron un legado, una pasión inclaudicable por la paleontología, y marcaron el desarrollo de una actividad en Mar del Plata y su acercamiento a la comunidad por más de un siglo. Y la historia sigue.