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noviembre 21, 2024
Mar del Plata 150 motivos

Mar del Plata, la ciudad anfitriona: un legado de esfuerzo y creatividad

Por Ana María Biasone (*) 

«Una ciudad es tanto el hábitat de un grupo, como cultura objetivada, materializada y transmisible, es un legado que imprime su sello a las generaciones sucesivas, que lo asumen y modifican.» José Luis Romero

Esta frase del reconocido historiador Romero ronda permanentemente mis pensamientos cuando me dispongo a escribir sobre Mar del Plata porque me mueve a reflexionar sobre el legado que le estamos transmitiendo a las generaciones que nos sucederán habitando este territorio. Y aún a quienes, no habitándolo de manera permanente, sienten por él un especial afecto y asocian su nombre a momentos de ocio, esparcimiento, diversión, encuentro, descubrimiento.

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La “marca Mar del Plata” está indisolublemente instalada en el imaginario turístico de los argentinos como el lugar del disfrute y de las vacaciones; remite al color y al olor del mar, al verde de las sierras, a la brisa suave a veces y a los fuertes vientos oceánicos otras muchas, a las aguas mansas y al oleaje que irrumpe con una fuerza inusitada sobre la costa y le recuerda a la urbe de cemento que nada es eterno y que la naturaleza todo lo puede.

Cuando en 1925 un grupo de vecinos y dirigentes locales crean la Sociedad de Propaganda y Fomento de Mar del Plata, se vislumbraba un cambio de era. Se transitaban los años fundacionales de un turismo que se abría a nuevos estratos sociales en que la actividad era reconocida y considerada prioritaria. Ello se tradujo en obras públicas y en la difusión de una imagen espléndida del balneario.

Eran los tiempos de los gobiernos socialistas y con lo que ellos no estaban de acuerdo era con el exclusivismoy aspiraban a ampliar el espectro social de la demanda turística de la ciudad, para desvirtuar el prejuicio de que sólo veraneaban en Mar del Plata los de más alto poder adquisitivo.

Como parte de esa campaña, en 1926 se licita la construcción de un balneario público, antecesor de la Playa Popular, al tiempo que se apoya el funcionamiento de trenes de segunda clase entre Mar del Plata y Buenos Aires y se crean los primeros paquetes turísticos, denominados “boletos combinados” que incluían el viaje en ferrocarril y el servicio de hotelería con pensión completa. «El ‘Biarritz argentino’ debía hacerse accesible a las clases populares, al menos a los emergentes sectores medios (…)2 a los que el socialismo representaba.

“Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos de recuerdos.” (Italo Calvino en “Las Ciudades Invisibles”)

Mar del Plata nos marca y es la marca de lo que somos como sociedad multicultural. La ciudad soñada y concretada con el esfuerzo de muchos que vieron que esta tierra les devolvía con creces las expectativas depositadas, el trabajo invertido y el genio creativo que pusieron a su servicio.

Y es, por antonomasia, la ciudad anfitriona; la que recibe y admite, la que se expande hasta lo inimaginable para acoger a una multitud que la visita, ávida de nuevas o renovadas experiencias. Está en su ADN, aunque todavía seguimos debatiendo si es industrial o turística. De lo que estamos seguros es que no se trata de un balneario. Hace ya muchas décadas que obtuvo el carnet de centro urbano y polo de desarrollo de su región, con funciones que exceden las de la oferta de “sol y playa”, que se reinventa y está en permanente adaptación.

Pero ¿es esto sostenible desde lo ambiental, lo económico y lo social? ¿Aporta a mejorar la calidad de vida de sus habitantes? ¿Permite resolver las cuestiones que nos preocupan y que requieren de un debate serio para definir hacia dónde queremos ir como sociedad? ¿Cuál es modelo a implementar para ser una ciudad resiliente y sostenible? Las opciones que aparecen como ejemplos a imitar nos remiten a la ciudad verde, la ciudad de 15 minutos, la ciudad compacta, la ciudad circular y el modelo de la “dona” o la smart city.

En todos estos conceptos subyace el más importante, el del derecho a la ciudad que es aquel que permite “habitar, utilizar, ocupar, producir, transformar, gobernar y disfrutar ciudades, pueblos y asentamientos urbanos justos, inclusivos, seguros, sostenibles y democráticos, definidos como bienes comunes para una vida digna.” (ONU-Hábitat, Febrero 2020)

¿Cómo articula entonces esta perspectiva con la actividad turística en Mar del Plata?

En las ciudades creativas, vibrantes e inteligentes, ciudades que ofrecen buena calidad de vida para todos sus habitantes, con gobiernos que ejercen el liderazgo y gestionan en redes con la comunidad, fomentando la participación y utilizando las nuevas tecnologías, en esas ciudades, como afirma Toni Puig, el turismo viene después, porque son atractivas “per se” cuando los ciudadanos sienten orgullo de serlo.

Y Mar del Plata puede aspirar a ello, si es que, en lugar de mirar el futuro como una proyección del presente, hacemos un esfuerzo “prospectivo”, nos proponemos un sueño a alcanzar y, en una acción deliberada de planificación, influimos en el presente para construir el futuro deseado.

Es esta la oportunidad de debatir temas que hacen a la Mar del Plata en la que queremos vivir y también recibir a quienes nos visitan, cuestiones que se plantean como dicotómicas y que, sin embargo, no son siempre excluyentes pero que sí requieren del consenso entre todos los sectores: gobierno, academia, instituciones, comunidad.

Consensos

Aquí una enumeración que no pretende ser exhaustiva y plantea algunas de esas cuestiones: industria o servicios / más turistas o un mejor turismo / industrias creativas / espacios públicos de calidad, seguros e inclusivos / exploración off shore / cruceros / accesibilidad e inclusión / energía eólica o paisaje protegido y calidad de vida de los vecinos / ¿las olas con protección ambiental? / conservación del patrimonio tangible e intangible / playa pública equipada o resorts sobre la arena / movilidad urbana sostenible / arbolado urbano y circuitos verdes urbanos / circuitos rurales y periurbanos / riberas de arroyos como espacios recreativos / centro de convenciones, ferias y congresos, y la lista sigue según la mirada del lector.

El presente es la única oportunidad que tenemos para diseñar un futuro sostenible, una ciudad primero para los residentes y que, a partir de ello, sea atractiva para los visitantes. Los desafíos inéditos como los que se plantean requieren respuestas categóricas enunciadas por lo actores sociales, los únicos artífices del devenir.

(*) Directora de la Maestría en Desarrollo Turístico Sustentable, Facultad de Ciencias Económicas y Sociales – Universidad Nacional de Mar del Plata

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