Si bien en el sector marítimo frente al sudeste bonaerense se encuentran algunas especies de tiburones de gran tamaño, especialistas aseguran que estos animales no representan un peligro para los bañistas.
Por Agustín Casa
La aparición de un tiburón cazón (Galeorhinus galeus) este martes cerca de la orilla de una playa céntrica de Mar del Plata causó asombró y susto entre los bañistas y las personas que disfrutaban la tarde de playa. El abogado Federico Cermelo, testigo del episodio, relata que un guardavidas se acercó al lugar e indicó a los bañistas que se alejaran de la zona por precaución. Comenta que, si bien el ejemplar no tuvo intención de atacar a nadie, algunas personas intentaron atrapar al animal. Luego de unos minutos, el tiburón regresó mar adentro.
Esta “visita” cerca de la orilla generó sorpresa y rápidamente las imágenes circularon por redes sociales y distintos medios de comunicación. ¿Es común la aparición de tiburones en la costa de Mar del Plata? ¿Existen antecedentes de ataques de tiburones a bañistas en la ciudad y la región?
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En la costa marplatense se pueden encontrar cuatro especies de tiburones grandes: el bacota, el escalandrún, el gatopardo y el cazón. El bacota y el escalandrún alcanzan tamaños de hasta 2,7 metros de largo y las hembras de gatopardo pueden alcanzar los 3 metros de largo. El cazón, por su parte, es una especie de tamaño medio. En nuestras costas se pueden encontrar individuos de entre 1 y 1,60 metros de largo. Nuestra costa forma parte de su ruta migratoria y pasan por aquí en primavera y verano.
Otra especie abundante en nuestra región es el gatuzo, un tiburón que no supera el metro de longitud. Es conocido por quienes practican pesca recreativa, ya que lo pueden pescar desde la orilla con una caña.
En total, en las costas de Argentina y Uruguay se han registrado 54 especies de tiburón. El más grande es el tiburón peregrino (Cetorhinus maximus), que puede superar los 10 metros de longitud. Sin embargo, pese a su tamaño, esta especie se alimenta de zooplancton (animales pequeños).
“Es asombrosa la gran diversidad de formas de cuerpo, historias de vida, comportamientos de alimentación, modos reproductivos y el hábitat donde viven que encontramos entre tiburones”, cuenta a Bacap Santiago Barbini, doctor en Ciencias Biológicas e investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMYC), del CONICET y la UNMDP.
Barbini, quien es especialista en biología y conservación de peces cartilaginosos de Argentina, afirma que el grupo de tiburones que habita la costa bonaerense “no representa ningún tipo de peligro para los bañistas en nuestras playas”. Asimismo, agrega que “es recomendable para los pescadores tener precaución cuando se manipula el ejemplar al sacarlo del agua e intentar extraer el anzuelo”.
El científico subraya que no conoce ningún caso de ataque o heridas por tiburones en Mar del Plata. “Para Argentina, solamente existe un caso emblemático de una mordida de tiburón blanco a un bañista en Miramar en 1954. El bañista sufrió heridas graves que luego sanaron con el tiempo. No hay que alarmarse, para nuestra región el último registro documentado de un tiburón blanco fue en 1960. El ataque en Miramar fue un caso extremadamente excepcional. Nuestras playas son seguras para los bañistas en cuanto a posibles encuentros con tiburones”, asegura el biólogo.
En cuanto a la cercanía de la costa, Barbini comenta: “Los pescadores recreativos de nuestra zona pueden capturar tiburones pescando con kayak, fondeando el aparejo con una moto de agua, un kayak o incluso nadando, y en algunas zonas particulares a tiro de caña desde la orilla, como en Faro Querandí. También he visto videos filmados en verano de posibles juveniles de tiburón bacota nadando en la orilla, pero son casos muy poco frecuentes”.
¿Cómo son los tiburones de la costa bonaerense?
Los condrictios -grupo de peces al que pertenecen los tiburones, las rayas, los chuchos, las mantas rayas y las quimeras-, se caracterizan por tener un esqueleto conformado por cartílagos. Este grupo es altamente vulnerable a la explotación pesquera, dado que los ejemplares tienen un lento crecimiento y viven muchos años, además de una maduración sexual tardía y una baja fecundidad comparado con peces óseos.
“El tiburón bacota puede llegar a vivir unos 40 años. Se reproduce por primera vez en su vida alrededor de los 20 años. Luego del apareamiento, las hembras tienen un período de gestación de un año. Dan a luz entre 16 y 24 crías y luego inician un año de reposo sexual, por lo cual se reproducen una vez cada dos años. El cazón, que se ha observado que su edad máxima es 21 años, se reproduce por primera vez cuando tiene 9 años. Paren un promedio de 24 crías luego de un año de gestación continuando con dos años de reposo. O sea que se reproducen una vez cada tres años”, explica Barbini.
Dado estas características, el especialista advierte que estas especies “no logran recuperarse si son sometidas a una pesca excesiva por un tiempo prolongado”.
¿Qué lugar ocupan los tiburones en la cadena trófica? Barbini detalla: “Son carnívoros que consumen un amplio espectro de presas. Algunas especies son predadores tope en sus comunidades y otras ocupan niveles inferiores. Por ejemplo, en nuestra región, el gatopardo es un predador tope que consume desde peces a mamíferos como el elefante marino, delfines y lobos marinos. Por otro lado, el gatuzo es un predador que consume pequeños peces, cangrejos, gusanos de mar y bivalvos. El espectro de presas que consumen es muy amplio y diverso entre especies de tiburones”.
Estado de conservación de las especies en la costa argentina
Barbini detalla que existen ”dos investigaciones, una basada en encuestas a pescadores y otro estudio donde se analizan ocurrencias de capturas en la pesca recreativa, y ambas concluyen que la abundancia de las poblaciones de tiburones ha disminuido”.
El biólogo sostiene que “el principal efecto negativo del humano en las poblaciones de tiburones es la disminución de su abundancia causado por la sobrepesca”.
“Por efecto de muchos años de pesca -continúa el investigador-, la abundancia poblacional del gatuzo ha disminuido por debajo de los niveles sostenibles, por lo cual el INIDEP está trabajando en un plan de recuperación de este recurso. Para el resto de las especies de tiburones, dado que sabemos que son especies muy sensibles a la pesca excesiva, lo adecuado y correcto es actuar de manera precautoria”.
Tanto el tiburón bacota, el escalandrún, el gatopardo y el cazón son especies con alta vulnerabilidad. A nivel global, la que se encuentra en un estado de conservación más crítico es el escalandrún. A nivel local, la sobrepesca ubica al gatuzo como una especie en estado crítico.
En este marco, el especialista destaca: “Existen algunas regulaciones y medidas de protección tanto para la pesca comercial como recreativa. Por ejemplo, en la costa de la provincia de Buenos Aires, la pesca recreativa de cazón, escalandrún, bacota y gatopardo es con devolución obligatoria, y es muy importante acatar esta reglamentación por todas las personas que disfrutan de esta actividad, porque el efecto negativo de la pesca recreativa sobre estas cuatro especies es posible que sea mayor de lo esperado. Si pesco tiburón, cualquiera sea, siempre mejor con devolución”.
“La disminución de la abundancia de tiburones puede tener efectos negativos indirectos que afectan a una comunidad marina. Muchas especies de tiburones ocupan un rol muy importante como predadores tope. Si su abundancia disminuye, se pueden generar desequilibrios en los niveles tróficos inferiores, alterando la estructura de toda una comunidad marina”, finaliza Barbini.