Leonardo Mustafá El Abed y su esposa Mercedes sintetizaron en luleå su visión y los valores y filosofía del Yoga en un emprendimiento que prioriza el bienestar de las personas y el medio ambiente por sobre el lucro. “No concebimos que nosotros podamos estar bien si nuestra comunidad y la naturaleza de la que somos parte están mal” definió Leonardo a Bacap.
Por Claudia Roldós
Yoga e indumentaria con compromiso social y cuidado del medio ambiente, son solo algunos de los principios que se unen en luleå, el primer y -por ahora- único emprendimiento de Mar del Plata en ser concebido, desarrollarse y crecer como empresa de “triple impacto”.
luleå fue creada por el marplartense Leonardo Mustafá El Abed luego de un viaje por Asia y tras haber renunciado a su carrera en finanzas en Nueva York. Practicante e instructor de Yoga, Leonardo dejó de lado los mandatos de tener un trabajo tradicional exitosa en relación de dependencia, lejos de su hogar y se decidió a volver a lo que más extrañaba: su ciudad, su familia, sus amigos y la disciplina que aporta bienestar físico, espiritual y mental.
En el camino se cruzó con Mercedes, practicante de yoga, diseñadora e ilustradora actual responsable de imagen, comunicación y diseño de las estampas de las prendas y, su compañera de vida.
El concepto
Instalada en la ciudad la pareja comenzó a delinear “con libertad” todos los conceptos que se unen en luleå: un estudio de yoga, una línea de prendas diseñadas específicamente para la práctica, pero siguiendo a rajatabla los lineamientos de la moda circular, con un fuerte compromiso con el bienestar social y el medio ambiente. El concepto se completó con un punto de venta de la indumentaria y un bar de café de especialidad con pastelería vegana.
“No concebimos que nosotros podamos estar bien si nuestra comunidad y la naturaleza de la que somos parte están mal”, definió Leonardo en una charla con Bacap en la que profundizó sobre todos los aspectos que confluyen para que el emprendimiento -que está a punto de sumar una nueva sede en Buenos Aires- certifique como empresa B.
El yoga, desde el espacio 14/7 Vinyasa, es el corazón del proyecto, que también cuenta con un café de especialidad con pastelería vegana. “Somos yoguis haciendo ropa para yoguis” se definen. Pero son mucho más que eso porque no solo buscan hacer prendas de alta calidad, durabilidad y multi-funcionalidad y promueven la reducción del impacto ecológico del consumo, sino que las producen de manera sustentable en cada una de sus etapas.
Además buscan crear comunidad apoyando el trabajo legal, libre, cooperativo y en condiciones dignas y tienen un compromiso social, donando un porcentaje específico y fijo de sus ventas a ONG medioambientales, como modo de contrarrestar la inevitable huella de la actividad.
Vísión
“Definimos nuestra visión de personas que practicamos yoga, compartimos los valores y la filosofía del yoga y lo volcamos en todo lo que hacemos y nos dimos cuenta que la manera en la que lo desarrollamos era certificable” definió Leonardo.
Entonces, se vincularon con B Corporation, siendo pioneros en el país en certificar con ese sistema.“Es una evaluación, confirma que todo lo que decimos es verdad” apuntó.
La certificación consiste en una auditoría con más de 300 preguntas agrupadas en categorías: comunidad, medio ambiente, impacto social, proveedores, gobernanza y trazabilidad entre otras. En 2018 recibieron el puntaje más alto entre las empresas certificadas de Argentina.
“En cada categoría, auditan información que das en las respuestas. Por ejemplo, nosotros donamos como mínimo el 2% de todas las ventas a ongs ambientalistas y sociales y la auditoría pide los comprobantes de esas donaciones, para certificar que es el porcentaje real de de las ventas”.
“La trazabilidad tiene que ver con el orígen de las materias primas, materiales que utilizamos. Hay cosas que hacemos mejor que otras, porque la industria es compleja” reconoció. Por ejemplo, nos es muy difícil conseguir algodón orgánico, cuando conseguimos sumamos muchísimos puntos”.
Además “trabajamos con cooperativas en la primera certificación, pero y durante el anterior gobierno muchísimas cerraron y en 2020 no pudimos certificar eso, pero buscamos reemplazar ese ítem trabajando con pequeños talleres familiares o microemprendimientos, que es apreciado por el sistema B que comparte con nuestros valores que sea todo hecho a nivel local, de manera micro”.
Algunos detalles del proceso
También las formas de venta son importantes: “no da puntaje vender a grandes cadenas de ropa deportiva, sí que distribuyamos a través de micro revendedoras de la comunidad yogui, lo que favorece la dispersión de personas a las que se les da la posibilidad de que puedan tener sus propios emprendimientos a menor escala”.
Por otra parte, separan los residuos. “Los reciclables los llevamos CURA o a Mar Sin Plast -en el caso de los plásticos- y compostamos todo lo orgánico. De todo eso tenemos que mandar imágenes o comprobantes”.
Si bien la certificación es importante, Leonardo aseguró que “lo hacemos porque creemos en la idea de regenerar nuestra comunidad, regenerar el trabajo a pequeña escala, regenerar el tejido social, regenerar la red de micro distribuidoras que puedan compatibilizar vida en familia con un negocio, lo local y lo hacemos porque nos consideramos parte de la naturaleza, de la comunidad y no concebimos que podamos estar nosotros bien si nuestra comunidad y la naturaleza de la que somos parte está mal y estamos convencidos”.
Por ello también crearon un sistema que busca reducir el número de prendas que son descartadas, posibilitando que los clientes puedan entregar artículos de la firma que ya no usen o de los cuales quieran desprenderse, a cambio de un voucher de compra que equivale al 25% del precio actual de un producto nuevo de iguales características.
En luleå revisan el material para determinar si son prendas aptas para revender, ser donadas o reciclarlas para convertirlas en materia prima que se puede destinar para crear nuevos productos como relleno para zafus o scrunchies para el pelo.
“Esto es contagioso” se entusiasmó Leonardo, también creador de Kula Earth, una ONG de activismo y educación ambiental financiada por luleå. En ese sentido aseguró que “las personas cada vez más se dan cuenta que estamos en una crisis convergente ambiental y social y que si no hacemos un cambio social profundo de paradigma los próximos años van a ser muy complicados” y reflexionó que “lo peor que podemos hacer como ciudadanos es creer que no está pasando nada malo o darnos cuenta, pero tener la incorrecta percepción de que no podemos hacer nada. Ese camino no es el más fácil, ni el más redituable, pero es el correcto”.