Por sus venas la sangre viaja sobre ruedas. Las grandes ciudades son el lienzo sobre el cual vuelca su arte. Con el correr de los años forjó un estilo singular influenciado por la vieja escuela del skate. Fue elegido como mejor skater del 2019 y es oriundo de Mar del Plata. Milton Martínez, la joya extrema de La Feliz.
Por Makú Rodriguez
La parte más alta del skatepark de la Plaza Mitre es su plataforma. La distancia desde un extremo de la rampa hasta la bajada es corta, pero eso pareciera no importar. Quienes nacen con el alma dagger poco entienden de miedo. Sobre un extremo del mini ramp, una pequeña pandilla de niños skaters observa atentamente cada movimiento. Tres pasos veloces de carrera y se deja caer por la rampa. Su trayecto es diagonal y en cuestión de segundos, llega a máxima velocidad al borde del mini ramp. Despega. Vuela. Un pájaro sobre cuatro ruedas volando por los aires de la mitre.
El objetivo: flip/melon para sobrevolar un tronco añejo ubicado a un costado del skatepark. En el aire pareciera tener más equilibrio. Su skate gira debajo de sus pies ante la atenta mirada de transeúntes y patinadores. El giro se detiene, toma el skate con su mano derecha y fabrica un melon. Sobrevuela el tronco y el pasto que separa la senda para caminar y la pista. Cae a tierra. Tiembla el suelo. Se mantiene arriba de su tabla hasta chocar con el pasto. El verde césped de la plaza no fue un impedimento para culminar su nueva creación. Sus ruedas se trabaron ante la complicada transición de la hierba. La gente explota y los aplausos bañan su autoestima patinadora para seguir motivándolo.
Milton Martinez es marplatense y es el skater más representativo de Argentina. Uno de los principales encargados de llevar en alto el estandarte celeste y blanco por todo el mundo. Afortunadamente, hoy por hoy nuestro país se encuentra muy bien representado a nivel mundial. No sólo por Milton, sino por un séquito de patinadores que la detonan sobre las cuatro ruedas.
El skate va camino a la desmitificación. Es un deporte inserto en la cotidianidad. Ya no son simplemente “los chicos de la patineta” o “los que rompen las veredas” Siempre se demonizó al skate por su postura incómoda ante los más conservadores. La actitud desafiante de romper con lo establecido y firmar un pacto extremo con el pavimento, siempre fue una alarma en aquellas personas amantes de la moral y las buenas costumbres.
Los tiempos están cambiando. Sólo basta con ir al skatepark de la Bristol o a la Plaza Mitre para ver como gente de todos los rangos etarios se toma unos minutos para observar con detenimiento el espectáculo que ofrecen los skaters. Y Milton Martinez es uno de los principales responsables del cierre de esa grieta. Si bien su estilo representa a flor de piel los valores de la vieja escuela skater basados en la tendencia suicida sobre la tabla y no entender de leyes, su desempeño sobre el skate es un show para quienes desconocen este deporte.
Milton Martínez viene de un linaje muy interesante. Su padre Tatú Martínez, es un legendario skater marplatense de la primera camada. A mediados de la década de los 80s, formó parte del génesis de este deporte en Mar del Plata en el mítico “Poolcito de Alem” una pequeña pileta vacía en un baldío de la zona de Los Troncos. Lugar que vio los primeros destellos de skaters como Mosca Bejanele, Sebastián Salamaño, Rolf Durrieu, entre otros. Milton no pudo escapar de su destino. El Poolcito de Alem también fue el sitio elegido para dar sus primeros pasos sobre las cuatro ruedas.
Milton era muy pequeño cuando comenzó a viajar por el mundo para abocarse de lleno al skate. Su padre lo llevaba seguido a Buenos Aires para que de a poco se fuera insertando dentro de la movida patinadora. Al cumplir los 16 tuvo la posibilidad de cruzar el charco y conocer Barcelona, epicentro skater europeo. Desde allí no paró. Recorrió una gran parte del mundo arriba de su tabla. Las grandes ciudades son su skatepark favorito.
Cuando tenía 17 años, arribó a Estados Unidos para competir en el Tampa Pro, una de las competencias más tradicionales en Norteamérica. Allí se quedó varios meses junto a Danny Fuenzalida, legendario skater chileno que ya estaba radicado en Miami hacía 10 años. Ese viaje fue tal vez el puntapié inicial de su carrera. Luego de esos meses en el país del norte, Fuenzalida (quien se hizo responsable de Milton durante sus meses en USA) se iba de viaje a Japón junto a un fotógrafo. ¿La misión? Andar en skate en Tokio como si no hubiera un mañana. Milton no la pensó y le preguntó si se podía sumar al excéntrico viaje. Compró un pasaje y junto a su skate, se embarcó rumbo a Japón. Según él “uno de los mejores viajes de su vida”
Con el correr de los años Milton se fue profesionalizando. No sólo en aspectos técnicos, sino que comenzó a tener más sponsors. Dentro de la vida de un skater, las marcas son importantes debido a que son las que se encargan de financiar tanto los viajes, como la vestimenta y el equipamiento. El patrocinio es fundamental para que el skater pueda vivir de lo que le gusta. A los 21 años ya se había convertido en un referente dentro de Sudamérica. Su nombre empezaba a resonar en revistas y su interesante estilo se veía reflejado en fotos y videos alrededor del mundo.
Milton deja entrever su humildad en sus palabras y en la óptica que tiene sobre la vida. No tiene más preocupaciones que andar en skate. Su vida se resume en patinar y abocarse a su pequeña hija Isabelle, fruto de su relación con la skater brasileña Eliana Sosco. La dinastía skater a flor de piel. Los valores de la vieja escuela no solo los demuestra en su estilo para patinar, sino que también en preservar la esencia fundamental del skate: la diversión. Además es fanático de grupos de heavy metal como Horcas y Slayer. Un soundtrack que va de la mano con su estilo kamikaze.
Desde niño demostró estar hecho para este deporte. Hoy con 29 años, sigue dejando en claro por qué es el máximo referente en la actualidad del skate. Actualmente está radicado en Estados Unidos, la meca patinadora por excelencia. Milton Martínez fue elegido como mejor skater del 2019 por Thrasher Magazine, la revista más significativa en la historia de este deporte. La portada del ejemplar de diciembre del año pasado lo tiene a él como protagonista: Flip desde el techo de un lavadero en Los Ángeles. Tres años atrás había intentado la misma prueba, pero tuvo la mala suerte de terminar con una fractura de peroné y tobillo dislocado. Eso no le importó para buscar revancha años después. Logró la epopeya que lo condecoró como el skater del año. Porque la perseverancia está en su adn y el skate en su sangre.