En cuarentena, Ernesto Carci sigue deleitando a sus seguidores con los llamativos looks y bailes arriba de sus rollers. Hace doce años que vive en Mar del Plata, fue protagonista de una publicidad de cerveza, grabó videoclips para bandas locales y ya es parte del paisaje marplatense durante todo el año.
*Nota publicada el 23 de enero de 2021.
Por Aldana Arén
Desciendo al infierno a rollear con vos, porque no hago otra cosa que escuchar tu voz canta Adrián Dárgelos en la primera estrofa de Patinador Sagrado, el sexto tema del disco Trance Zomba (1994) de Babasónicos. Más de 20 años después, un excéntrico rolleador de la costa marplatense tomó el título y lo lleva de apodo. Aunque también es el ángel sobre ruedas, Rey del roller, fantástico, alegre, San Ernesto, Tito, ángel alado, bailarín del mar.
Ernesto Carci ya es un clásico de la ciudad. Con sus patines, el pelo decolorado y los excéntricos atuendos -calzas fluo, calzoncillos slip, camisas animal print- el patinador se ganó la simpatía de miles de marplatenses que lo saludan y festejan sus mensajes cargados de espiritualidad. Cuando sale a rollear por la costa, lleva con completa naturalidad las combinaciones más insólitas: bóxer ajustado, camisas brillantes, vincha, trenzas largas en un pelo rubio y rollers, siempre rollers.
Aunque todavía sale a surfear y patinar por las playas de Perla Norte, aprovecha la pandemia para dedicarle tiempo a otras actividades que puede realizar dentro de su casa, ubicada en el Barrio Constitución, a pocas cuadras del mar. “Tengo una rutina de ejercicios en casa, tengo un mini gimnasio que me viene bárbaro. Practico yoga y meditación” aseguró, y también agregó que se dedica a cantar “todo tipo de música. Karaoke, hago mucho de los Beatles y canciones románticas”.
Además del canto y la meditación, hay algo que lo entusiasma desde que arrancó el confinamiento: convirtió su espalda en un gran lienzo para que un artista amigo tatúe dos alas de tamaño real. La intervención requiere de varias sesiones, que aún no finalizaron, ya que es un dibujo “full color”, en palabras de Carci. El objetivo es que esté terminado y curado para poder lucirlo en sus jornadas de patinaje en temporada de verano.
La persona detrás del personaje
Ernesto “Tito” Carci es oriundo de Temperley, al Sur del Conurbano Bonaerense. Allí se casó, tuvo dos hijos y se divorció. Luego de la separación, hace 12 años, se instaló de forma definitiva en Mar del Plata. Al poco tiempo de mudarse comenzó a andar en rollers y surfear con el particular estilo que lo convirtió en un personaje de la costa: el “loco” que patina en short y sin remera en pleno invierno, en una ciudad en la que el frío y el viento son marca registrada. El qué dirán -está a la vista- lo tiene sin cuidado.
Este reconocimiento llevó a la fábrica de cerveza artesanal Baum a contratar al Patinador Sagrado para protagonizar una publicidad en el verano de 2017. En el video, Ernesto se prepara para salir, ajusta sus rollers y baila con el mar de fondo. El lema de la promoción fue ponele tu onda. Para sus seguidores, de eso se trata él: alguien que “trae alegría y buena vibra”, un “genio que entiende la vida más allá de las complicaciones” y “una de las personas más libres de esta ciudad”, son algunos de los mensajes que sus miles de amigos en Facebook le escriben a diario.
Al igual que cuando vivía en Buenos Aires, Carci trabaja de martillero público, tiene su propia inmobiliaria. Sin embargo, durante el aislamiento decidió poner las cuestiones laborales “en piloto automático”: trabaja con clientes fijos que tenía antes de la pandemia, y no gasta demasiada energía en generar nuevos.
Un estado de trance profundo, me ha metido en un plan vagabundo. Nuevamente, la canción de Babasónicos vaticina escenas de su vida.
Cuando tenía 18 años, en su casa de Temperley, tuvo una visión. Asegura que vio cómo se abría un agujero en el espacio y escuchó una voz que le preguntaba “¿por qué me negás?”. En ese momento, cuenta, entró en un trance. Se vio a sí mismo acostado en la cama y a dos “ángeles” que le ofrecían respuestas. Respuestas a las preguntas grandilocuentes que él se formulaba hacía varios años: ¿cuál es el principio de las cosas? ¿A dónde vamos? ¿Para qué estamos acá? Ernesto reconoce ese momento como el que marcó el rumbo del resto de su vida: “una búsqueda constante de la plenitud”.
El accidente
En 2015, mientras filmaba un video para la banda marplatense “Hey”, el patinador chocó con un semáforo y se fracturó la tibia y el peroné. Durante la internación en el Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA) contrajo un virus intrahospitalario que derivó en una neumonía que estuvo cerca de matarlo.
Carci cuenta que allí, en una camilla del Hospital regional, tuvo el segundo momento de éxtasis: sintió como sus ganglios se hinchaban, comenzó a oler cenizas y, asegura, vio a la muerte. Explica que “fue como un juicio donde se decidió si yo moría o no. Pero no había abogados ni jueces. Sólo la muerte y yo. Al final se decidió que yo tenía que vivir, así que volví y estuve una semana en terapia intensiva”.
Luego de esa escena, Ernesto comenzó a recuperar su salud y un mes más tarde volvió a su casa, al mar y a los rollers. Dice que la experiencia cercana a la muerte reafirmó su “búsqueda de la plenitud”. Aunque en muchas de las actividades arriesga su vida -cuando se sumerge en el mar durante una tormenta o patina de pantalones cortos en pleno invierno- asegura que es “respetuoso” de su salud.
En una relación de “simbiosis” con el mar, al que respeta pero no teme, más de una vez el patinador se animó a surfear en medio de una tormenta eléctrica- voy contra corriente a surfear con vos, porque no hago otra cosa que escuchar tu voz, sigue Dárgelos- que, reconoce, podría haber terminado de la peor manera. Sin embargo, explica que cuando siente la necesidad de hacer algo, simplemente lo hace, sin pensarlo demasiado.
Las grandes preguntas, la búsqueda de la plenitud, el sueño de “ver a la humanidad unida y en paz” son los discursos que confluyen en la mística del Patinador Sagrado, nacido en Temperley pero indudablemente marplatense, que asegura que está “en paz con la vida y con la muerte”.