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noviembre 24, 2024
Lo de Allá

Por primera vez un argentino hizo cumbre en uno de los picos más altos, extremos y exigentes del mundo

El argentino logró por primera vez hacer cumbre en unos de los picos más extremos y altos del mundo que se ubica en Pakistán.

El montañista mendocino Juan Pablo Toro logró la primera cumbre de un argentino en el Nanga Parbat, la «Killer Mountain», en Pakistán, uno de los picos más altos, extremos y exigentes del mundo, de 8.125 metros de altura, ubicado en la cordillera de Karakórum en la cadena asiática del Himalaya y una de las tres más peligrosas de explorar por su alto índice de mortalidad, que nunca había sido conquistada por ningún experto connacional.

Toro, montañista de pasión y empresario de profesión, lo consiguió el lunes pasado, en su segundo intento, y consiguió el objetivo de lograr la primera cumbre argentina en el Nanga Parbat (8.126 metros), una de las 2 montañas entre los 14 picos más altos del mundo, todos ellos de más de 8.000 metros, que aún no habían sido ascendidas por montañistas argentinos, junto con el Annapurna.

 

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«Al fin… el 3 de julio, a las 16 horas de Pakistán, tuve el privilegio de ser el primer argentino en llegar a la cumbre del Nanga Parbat (8.126m), sin oxígeno suplementario», comentó feliz Toro en su cuenta de Instagram: @juanp_toro, en la misma montaña y al momento de tener señal.

La expedición se realizó a lo largo del mes de junio y tuvo una duración de 30 días.

«El Nanga Parbat es la novena montaña más alta del mundo, una de las tres consideradas más difíciles y peligrosas y, lo más importante de todo, uno de los dos ochomiles que hasta aquí no habían sido escalados por montañistas argentinos, ahora sólo resta el Annapurna», prosiguió en su relato Toro.

El plan del montañista argentino fue realizar un ascenso deportivo por la ruta Kinshofer de la vertiente Diamir, con la mayor autonomía posible, sin uso de oxígeno suplementario y contando con servicios logísticos de una agencia local en los campos base, sitios acondicionados para descansar durante la expedición.

«A lo largo de mi trayectoria como montañista, he subido los nevados y volcanes más altos de Los Andes de América, he realizado ascensiones técnicas en montañas emblemáticas y en varias agujas del cordón Fitz Roy en la Patagonia. En paralelo, también fui realizando entrenamientos técnicos de escalada en hielo y roca con guías certificados. En cierto punto, comencé a sentir que el camino me fue llevando y preparando para considerar cada vez más seriamente escalar un ‘ochomil’, indicó Juan Pablo desde su cuenta.

El montañista añadió que «la primera opción natural hubiese sido el Everest, la montaña más alta del planeta. Sin embargo, dado que a esta altura de mi vida no me planteo escalar los 14 ochomiles del Himalaya, me propuse que, si iba a intentar sólo un ochomil en mi vida, debía ser un ascenso técnico y deportivo, no comercial y, por qué no, más accesible que el Everest -que cuesta más de 60.000 dólares».

«Fue así que pensé en K2 (8.611 metros) y Nanga Parbat (8.126), dos montañas de las más icónicas del mundo, ambas ubicadas en Pakistán, y en las cuales han sucedido grandes historias del montañismo -buenas y malas-, y se han escrito libros y filmado películas», agregó Toro.

Al respecto, el mendocino aclaró: «Luego, aún indeciso entre estas dos opciones, vino a mi atención que Nanga Parbat es uno de los dos ochomiles (junto al Annapurna) que aún no han sido ascendidos por argentinos. Entonces quedó claro, era el Nanga Parbat! Por otro lado, desde siempre, aún sin siquiera soñar en alguna vez conocerlo personalmente, siempre fue la montaña que ganaba toda mi atención y admiración»

Un intento anterior

Entre junio y julio de 2022, junto a Matías ‘Matoco’ Erroz, otro mendocino, guía argentino de gran prestigio y compañero de varias ascensiones en Los Andes, Toro lo había intentado, pero las malas concidiones climáticas y de la montaña en general, no le permitieron lograr el objetivo.

«Llegamos a casi 7000 metros de este mítico gigante. En aquella oportunidad, no pudimos continuar hacia la cumbre debido a condiciones muy peligrosas de la montaña, con alto riesgo de avalancha y desprendimientos de grandes piedras, que de hecho ocurrieron a lo largo de nuestro intento. Luego de 36 días en Nanga Parbat, nos fuimos con una gran experiencia, pero sin cumbre», comentó Toro.

Para la expedición 2023, Juan Pablo formó un equipo junto a 5 italianos que conoció el año pasado en Nanga Parbat (entre ellos Mario Vielmo y Marco Confortola, ambos experimentados montañitas con 12 ochomiles en su currículum), al tiempo que se incorporaron al grupo Santiago Quintero (andinista ecuatoriano de gran trayectoria) y Hugo Ayaviri (guía profesional de Bolivia).

En esta ocasión, Toro fue el único argentino en Nanga Parbat y, entre todos, contrataron los servicios logísticos de la agencia Lela Peak para traslados y servicios en campamento base.

«En cuanto al summit push (ataque a la cumbre), las agencias y mayoría de los grupos apuntaban al 2 de julio para la cima. Nosotros necesitábamos un día más de descanso por lo que, forzando un poco la ventana de clima, partimos el 30 de Campo Base directo a C2 (6.100 metros), durísimo como la primera vez. El 1 de julio a C3 (6.800m) y el 2 subimos por primera vez a C4 (7.350m)», señaló el montañista.

Toro agregó que fueron «la única expedición en usar C4 en la estrategia de cumbre, el resto (mayormente con oxígeno) atacaron la cima desde C3. En C4 las cosas se pusieron feas, por un error logístico nuestro tuvimos que acomodarnos 5 personas en una carpa de 3. La noche previa a la cima es fundamental hidratar, comer algo y dormir un poco para recuperarse del ascenso de ese mismo día; nada de eso fue posible».

Situaciones difíciles

«Con viento y mucho frío, esa noche falleció a metros de nuestra carpa un polaco que todavía descendía, colapsado, de su cumbre del día anterior. En este delicado contexto, iniciamos a las 5 de la mañana nuestro intento de cumbre, con bajas probabilidades. La emoción de pasar la barrera de los 8.000 metros sin oxígeno y una hora después llegar la cumbre del Nanga Parbat pasó fundamentalmente por el orgullo de llevar por primera vez en la historia la bandera argentina a ese remoto y mítico lugar», completó.

Toro tiene 52 años, es Director Ejecutivo (CEO) de la compañía argentina SIE (Seguridad Integral Empresaria), y es mendocino de nacimiento.

«Pero no viví casi nunca ahí, porque mi papá era militar y, por su actividad, nos mudamos a varios lugares del interior del país. Ahora, mi lugar en el mundo es Pilar, en la provincia de Buenos Aires, donde habito desde hace 20 años», contó junto con su esposa Marina y sus tres hijos, Martina, Julieta y Sebastián, quienes lo ayudan a cumplir sus «sueños».

El montañista mendocino, que también escaló el Aconcagua (6.962 metros), la montaña más alta de Argentina, de América y del resto del mundo fuera de Asia, tuvo su primera experiencia hace 20 años cuando hizo cumbre en el volcán Lanín (3.776 metros) en Neuquén.

El Nanga Parbat es el noveno pico más alto del mundo y una de las 3 montañas más exigentes y extremas del planeta, junto con la K2 (8.612 metros), también en Pakistán, y la Annapurna (8.069 metros), en Nepal, todas en la cadena del Himalaya; quizás, las próximas expediciones del entusiasta y aventurero Juan Pablo Toro.

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