Con desechos de la industria pesquera, dos universidades nacionales producen telas antivirales para la fabricación de indumentaria destinadas al personal de la salud y sprays de uso doméstico para inactivar el Covid.
Un grupo de investigadoras interdisciplinarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) y la Universidad Nacional del Sur (UNS), redireccionaron sus investigaciones en Ingeniería en Materiales -especialmente en Nanotecnología- y desarrollaron “nanocompuestos” que inactivan el Covid. Una vez que finalice la pandemia, este desarrollo tendrá una amplia gama de utilidades ante otros virus y bacterias.
«Lo que desarrollamos es un ‘material híbrido polimérico-inorgánico’, que tiene propiedades antivirales y desinfectantes… y lo mejor es que ¡puede utilizarse en diferentes tipos de superficies tales como madera, vidrio, telas, plásticos, metales, etc.! En este caso puntual, nos enfocamos en introducirlo en la fabricación de indumentaria para médicos, enfermeros, personal de limpieza y pacientes. Por ejemplo, para la confección de mascarillas, guantes, ambos y otros insumos hospitalarios como sábanas o toallones. Pero además, por su versatilidad, podría servir para recubrimiento de otras superficies de acceso masivo, como pisos y paredes de hospitales, edificios públicos como bancos o escuelas y desinfección de medios de transporte», explica Vera Álvarez, vice directora del Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales (INTEMA) de la UNMdP y directora de este proyecto que fue seleccionado en una convocatoria del Ministerio de Ciencia y Tecnología para mejorar la capacidad nacional de respuesta a la pandemia.
¿Qué son los polimeros y por qué inactivan al Covid?
“Los polímeros son macromoléculas, es decir grandes moléculas que se forman con la vinculación de otras clases de moléculas denominadas monómeros. Particularmente los polímeros con los que nosotros trabajamos son de origen natural, se llaman quitosanos y se obtienen de los exoesqueletos de crustáceos, para decirlo de un modo sencillo sería la carcasa y otras partes de los mariscos o frutos de mar (camarones, cangrejos, gambas, etc.), que son desechos de la industria pesquera, por lo que en nuestro país hay en abundancia y nadie sabe qué hacer con ellos.
A este polímero natural luego le agregamos iones de plata y cobre que tienen funciones antibacterianas, antimicrobianas y antifúngicas, por lo que en el momento que termine esta pandemia podrá ser útil también para otros virus y bacterias.
Con este ‘material híbrido polimérico-inorgánico’ desarrollamos un gel (de consistencia similar a una gelatina) que se impregna a las telas durante el proceso de fabricación. Cuando el virus entra en contacto con el polímero que está en la tela, se produce una interacción química que hace que la membrana del virus quede adherida allí y ya no pueda reproducirse ni contagiar. Esto es de suma importancia para prevenir los contagios, porque es muy común que nos toquemos la ropa y luego llevemos las manos a la cara o los ojos”.
¿Cómo llegaron a este desarrollo?
– Con este mismo polímero veníamos trabajando desde hace 10 años, pero en otras aplicaciones. Lo utilizábamos para la liberación controlada de fármacos oncológicos, para el desarrollo de bioagroinsumos, el saneamiento de aguas contaminadas y para desarrollar textiles funcionales.
Cuando se desató la pandemia entendimos que podíamos redireccionar nuestras investigaciones, ya que este polímero tenía la capacidad de inactivar muchos virus y bacterias. Además, porque casi todos los esfuerzos en investigación se estaban destinando a kits diagnósticos y vacunas, mientras que nosotras podíamos contribuir a controlar la propagación del virus en las superficies”.
El proyecto incluye tres etapas: el desarrollo de los textiles, las pruebas antivirales y las pruebas de durabilidad, para evaluar que después del lavado el efecto químico siga funcionando.
“Ya pasamos las dos primeras etapas, estamos diseñando prototipos de tapabocas en conjunto con la cooperativa de trabajo Textiles Pigüe y a pedido de la comunidad comenzamos a desarrollar un spray de uso doméstico para que la gente pueda aplicárselo en la ropa antes de salir de su casa”, explicaron.
¿Cuándo llegará al mercado? ¿Tendrá un costo accesible?
– Estos productos necesitan dos aprobaciones: del INTI, por ser un textil, y de ANMAT por estar en contacto con la piel, para que puedan comenzar a distribuirse en el mercado. Como este quitosano es de fácil obtención, se podrá producir a nivel nacional a bajo costo, por lo que es factible que a futuro se puedan hacer todo tipo de prendas recubiertas de este material”.
Rol de la ciencia argentina
Finalmente, respecto al rol de las universidades en este contexto, la investigadora remarcó que “es fundamental que los conocimientos científicos se transformen en productos y servicios que sean un motor de cambio de nuestra sociedad”.
«Es necesario -continuó- que las universidades fomenten acciones de articulación público privada, como la formación de recursos humanos que participen en proyectos de I+D+i, el posicionamiento de la CyT como fuente de desarrollo y generación de empleo, la integración de actores públicos y privados en emprendimientos basados en el conocimiento, y la difusión de resultados que permitan derribar el mito que la ciencia se dedica a lo abstracto y poder mostrar cómo esos conocimientos satisfacen las necesidades de la sociedad en la que están inciertas”.
A finales del año pasado, Vera Álvarez recibió el premio “Por las mujeres de la ciencia 2020”, que otorgó L’Oréal-Unesco en reconocimiento a su trabajo en el diseño de este material.