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enero 17, 2025
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Fútbol, mate y alfajores marplatenses: un argentino que construye sus sueños en Madrid

 

Por Florencia Cordero

Gianfranco Antoniazzi, de 25 años, dejó su pequeño pueblo de La Criolla, en el interior de Santa Fe, con dos sueños en mente: triunfar en el fútbol y construir una mejor vida. Lo que nunca imaginó es que, además de perseguir la pelota, se convertiría en un referente del sabor argentino en Madrid, gracias a su emprendimiento de alfajores, Dulce Bocado Argentino.

“La idea de emigrar a Europa empezó a gestarse en la pandemia”, contó Gianfranco desde la capital española. “En 2020, yo estaba jugando en Agropecuario de Carlos Casares, pero cuando nos mandaron a todos a casa, volví a mi pueblo en Santa Fe. Fue un momento de mucha incertidumbre, y hablando con mi madre surgió la posibilidad de buscar un nuevo camino”.

Esa incertidumbre dio paso a una decisión firme en 2021: si no lograba firmar un contrato profesional en Argentina, buscaría oportunidades en Europa. “Sabía que las chances para seguir en el fútbol allá eran limitadas. Así que decidí dar el salto, no solo para seguir jugando, sino también para buscar una mejor calidad de vida. Inicié un emprendimiento: una tienda deportiva en mi pueblo. Con ese proyecto logré juntar dinero para el pasaje de avión”, detalló.

Fue en la pensión de Agropecuario de Carlos Casares donde Gian descubrió los alfajores que, años más tarde, terminaría vendiendo en España. “Tenía un compañero que era de Mar del Plata. Cuando volvía los fines de semana, traía cajas de alfajores Havanna. Yo nunca los había probado. Me acuerdo que me decía: ‘Flaco, prepará el mate’, y ahí nomás compartíamos mate y alfajores con el Rusito”, rememoró. Ese pequeño ritual sembró la idea de su actual negocio.

Pero establecerse en Madrid no fue fácil. Además de adaptarse a un nuevo país y equipo, Gian buscó una manera de aprovechar su tiempo y generar ingresos. “Mi abuelo siempre me enseñó que hay que ocupar el tiempo, y así surgió la idea del emprendimiento. Pensé en los alfajores porque son algo muy nuestro, algo que conecta con los argentinos en el exterior”.

Gianfranco Antoniazzi

Así nació Dulce Bocado Argentino, una tienda digital que hoy entrega alfajores, empanadas y otros productos tradicionales a toda la comunidad de Madrid y alrededores. “Al principio todo era muy intuitivo. Me senté con un cuaderno, anoté gastos, pensé en el nombre, hablé con amigos, y así se fue armando. Fue emocionante ver cómo todo iba tomando forma”, recordó.

El fútbol también jugó un papel clave en el crecimiento de su emprendimiento: “En un vestuario estás con 25 o 30 personas, más el staff, y eso crea una red increíble. Además, me encontré con gente que me dio una mano, como una franquicia de empanadas argentinas que elevó la calidad de mi tienda”.

La exposición incluso lo llevó a momentos impensados: “Si me decían de chico que iba a conocer a gente como Rodrigo De Paul o Diego Simeone en un entrenamiento del Atlético de Madrid, no lo creía. Madrid tiene esa magia: nunca sabes con quién te vas a cruzar”.

Y contó un momento bisagra de su vida de inmigrante: su encuentro con el boxeador Sergio “Maravilla” Martínez. “Fue algo muy especial. Hablamos porque, casualmente, él vivía en la misma zona en la que yo estoy. Pude contactarlo, y él tuvo la grandeza y la humildad de provocar ese encuentro. Porque uno puede escribir, pero si del otro lado no hay interés, no se genera nada. Él mostró esa grandeza al invitarme a tomar un café y estuvimos hablando durante tres horas. Ese momento fue un punto de inflexión para mí. Me escuchó, me dio consejos, intercambiamos ideas… Es un tipazo, un hombre digno de admirar, alguien para sacarse el sombrero”, remarcó.

Maravilla Martínez y Gianfranco Antoniazzi

Hoy, Gian divide su tiempo entre su pasión por el fútbol en el Sitio de Aranjuez y su tienda digital, que sigue creciendo gracias a su esfuerzo y creatividad. “Esto no es solo un negocio; es una forma de mantener viva mi conexión con Argentina y compartirla con los demás”, reconoció con satisfacción.

A sus 25 años, Gianfranco Antoniazzi es una prueba de que no hay límites para soñar cuando se combinan la humildad y la perseverancia. Desde los campos de Santa Fe hasta las calles de Madrid, su historia es un ejemplo de que con trabajo duro, todo es posible.

“Desde chico seguía la liga española, soñaba con ver a jugadores como Toni Kroos, Isco, Modric o Griezmann, y ahora puedo ir al Bernabéu. Eso me hace amar Madrid aún más”, comentó entusiasmado. Pero no todo ha sido sencillo. Como emigrante, Gian enfrentó momentos de soledad, incertidumbre y adaptación cultural. “Llegás con tus sueños, pero la realidad te pone a prueba. Hay domingos largos en los que estás solo con el mate y tus pensamientos. Pero si trabajás, creés y no bajás los brazos, las cosas pueden darse”.

La influencia de su familia ha sido clave en su camino. A los 12 años, cuando surgió la posibilidad de jugar al fútbol en San Justino, su madre le pidió una única condición: terminar el secundario. “Ella me dijo: ‘Yo te voy a apoyar en todo lo que quieras en el fútbol, pero tenés que terminar la escuela’. Estuvo un año sin comprarse ropa para que yo pudiera seguir jugando. Siempre me inculcaron que, si uno trabaja, todo es posible. Eso me quedó grabado para siempre”, narró con emoción. Desde Madrid, Gian no deja de agradecer ese legado de esfuerzo y esperanza. “¿Cómo no voy a seguir intentando? ¿Cómo no voy a seguir buscando? Aunque vengas del lugar más humilde, se puede soñar, buscar, crecer. Todo es cuestión de intentarlo”.

 

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