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noviembre 23, 2024
Lo de Acá

La científica que escucha la música del mar

Ser veterinaria, cantante y maestra parece una mezcla difícil de combinar. Sin embargo, Gisela Giardino encontró en la biología marina el equilibrio exacto entre estas tres dimensiones. La bióloga estudia a través de un micrófono para el mar los sonidos de mamíferos marinos para así ayudar a su conservación.

Por Daniela Garanzini

Gisela Giardino es bióloga e investigadora asistente del CONICET, y desde 2015 se dedica al estudio de la acústica pasiva en mamíferos marinos en el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC-CONICET, UNMDP). Con un micrófono subacuático denominado “hidrófono” escucha a los delfines, ballenas, lobos y demás mamíferos del ambiente acuático. ¿Para qué? Su primer objetivo es comprender por qué los delfines franciscanas (Pontoporia blainvillei) quedan atrapados en las redes de pesca, lo cual cobra una importancia aún mayor si se considera que es la especie de delfín más amenazada del Atlántico Sudoccidental.

“Para que tengan una idea, solo en la costa bonaerense mueren unos 500-650 delfines por año en las redes de la pesca costera artesanal. Mi línea de investigación apunta a identificar acústicamente la presencia de los delfines franciscanas, detectar la diferencia en la emisión sonora en redes con y sin captura incidental y conocer si efectivamente producen sonidos de eco-localizacion  que les permitieran detectar las redes de pesca, para contribuir con medidas efectivas de mitigación”, detalla la investigadora.

Estudiar a partir del monitoreo acústico pasivo tiene potencial para evaluar mejor el tamaño de la población y estructura social en la naturaleza de esta especie, dado que los individuos son de tamaño pequeño, su color es poco distinguible en el agua y realizan escasas exhibiciones aéreas, por lo que es más difícil su estudio visual. Giardino agrega: “Dentro de la misma línea de investigación también tenemos objetivos como conocer el repertorio acústico, ritmos circadianos, el contexto, la perturbación antrópica en delfines de ambientes controlados y caracterizar la emisión sonora de cetáceos en rehabilitación”.

Giardino forma parte del grupo de investigación  Biología, Ecología y Conservación de Mamíferos Marinos del IIMyC y desarrolla su tarea de investigación y docencia mayormente en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad Nacional de Mar del Plata Sin embargo, el trabajo con animales y guardado de material se realiza en la estación costera J.J. Nágera, sobre la ruta 11 y frente al mar camino a la vecina ciudad de Miramar. Y cuando tienen que utilizar los hidrófonos lo hacen en Chapadmalal, Claromecó, Bahía Blanca, o en los oceanarios Mundo Marino y Mar del Plata Aquarium.

Antecedentes

La bióloga explica que la acústica pasiva de cetáceos es una línea de investigación que se ha establecido en diversas partes del mundo, pero que se encuentra poco desarrollada en nuestra región y puede aportar conocimientos para explorar nuevas herramientas de mitigación para la mortalidad incidental de los cetáceos en general. Y explica: “Los mayores antecedentes se encuentran en estudios de cetáceos en Brasil y recientemente en Patagonia, por lo que su desarrollo en poblaciones del norte de Argentina aporta nuevos aportes científicos y abre interesantes posibilidades de cooperación en otros grupos faunísticos y áreas”.

Cuando habla de su trabajo cotidiano se hace evidente en su tono de voz y su mirada la pasión que éste le despierta., Sin demoras cuenta: “Lo hermoso de mi trabajo es que no es siempre igual, por ahí estas comiendo un domingo al medio día en familia y te llaman que vararon ocho orcas en La Caleta ¡y tenés que salir corriendo! ¡La verdad que lo amo, amo que me sorprenda! Hoy si el clima esta bueno salimos a poner los equipos al  mar o me llaman de algún oceanario por el varamiento de un cetáceo que está en rehabilitación y ¡a correr para allá a colocar el hidrófono! Amo estar en contacto con el mar, la naturaleza, me siento agradecida de estar donde estoy”.

Nacida en Oriente, una pequeña ciudad de la provincia de Buenos Aires, de pequeña Gisela soñaba con ser cantante, maestra o veterinaria, al mismo tiempo que disfrutaba del mar y la práctica de buceo. A los 14 años el cruce de esos caminos se hizo evidente: su futuro estaba en la Biología Marina. Así transitó las aulas de la UNMDP y en 2005 finalmente logró alcanzar el título de bióloga, atravesando situaciones que la ligarían irreversiblemente a los mamíferos marinos. La investigadora cuenta: “En el 2000 conocí al Dr. Ricardo Bastida en una campaña de buceo e investigación en la Patagonia, aparte de aprender y divertirme mucho conocí un profesor con una inmensa sabiduría, pasión y dedicación que aún hoy me sigue aconsejando diariamente”.

En su trabajo profesional trabajó como observadora de a bordo de mamíferos marinos, fue parte del Programa de Educación de Mundo Marino, realizó el doctorado y postdoctorado estudiando lobos marinos, financiada con las respectivas becas del CONICET. Finalmente en 2015, a partir de una estancia en un laboratorio de investigación en acústica en Sicilia, Italia, logró unificar sus pasiones en un mismo tema de investigación: la música y la biología, la combinación que le permite oír la música que brinda el mar.

Trabajo en equipo

Contraria a la imagen que suelen mostrar las películas de la científica trabajando sola y aislada en un laboratorio, la investigación que lleva adelante Gisela requiere del trabajo en equipo, y así lo hace saber ella a través de su relato: “El trabajo lo llevo a cabo con un grupo maravilloso que me abrió sus puertas como pasante allá en el 2000 cuando tímidamente me presenté a una pasantía con los doctores Bastida y Rodríguez, manifestando mi pasión por este grupo taxonómico”. Actualmente, continúa trabajando con ambos, y agrega:” aunque actualmente el Dr. Bastida está jubilado, sigue siendo mi mentor y consejero en cada uno de los trabajos que emprendo aconsejando desde su experiencia cada proyecto, al igual que Diego (Rodríguez) quien me tiene una paciencia infinita”.

Con un tono familiar nombra a quienes, además de colegas, resultan ser amigos en la tarea científica: Sergio Moron, Agustina Mandiola, Mariela Dassis, Pablo Denuncio, Carolina de Leon, Joaquin Gana, Andrea Elissamburu y Antonella Padula. “Siempre le digo a mis alumnos que el trabajo con mamíferos marinos es en equipo y que lindo equipo tengo”, comparte. Pero la ciencia, y en especial la biología, encuentra su riqueza en la diversidad, por ello además de contar con el apoyo de sus colegas directos Gisela cuenta en su círculo laboral a la geóloga Maria Trassens y los guardavidas de Los Patos en Necochea como de Chapadmalal, la gente de prefectura Naval, los oceanarios Mundo Marino y Aquarium, los guardaparques y colegas de otros laboratorios e institutos, veterinarios y por supuesto, los pescadores.

(*): Departamento de Comunicación CONICET Mar del Plata

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