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noviembre 21, 2024
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Chau mandato estético, hola canas: llegó la hora de potenciar un pelo sano y libre

Cada vez más las mujeres deciden dejarse el pelo al natural, aceptar la imagen que devuelve el espejo y el paso del tiempo para convivir con la forma más sana de belleza. La liberación capilar comienza desde la raíz, pero se expande cada vez en más adeptas.

Por Alejandra Bertolami

La cana no es un síntoma de vejez. Es más, la vejez es la etapa más longeva de nuestra vida y llevarla con aceptación y al natural, no es mala idea.

El envejecimiento capilar, comienza a manifestarse entre los 20 y 30 años donde algunos cabellos empiezan a perder su bendita pigmentación. Lo que ocurre, es que las células dejan de originar melanina y aparecen las canas.

Muchas mujeres en esa etapa de su vida deciden dejar las tinturas, algunas agresivas con el medio ambiente y con nuestra salud, repercutiendo ese cambio en libertad, ahorro de tiempo… y dinero.

En esta nota, conversamos con tres mujeres que decidieron seguir este camino.

Gris, el nuevo negro

Las redes sociales, a veces tan nocivas en las imágenes de cánones de belleza que muestra y viraliza, tiene a su vez, hashtags y cuentas como #silversisters que acompañan a las mujeres en el proceso de dejar las tinturas para aceptarse al natural y aprender a convivir con las canas, ese cabello que pierde su melanina y pierde la pigmentación por lo cual queda translúcido.

“Me ayudó muchísimo el movimiento Silver Sister internacional. Empezar a seguir mujeres que habían dejado las tinturas, que pasaban consejos para la transición que yo no sabía, que hablaban de los beneficios de la salud para el pelo, de la importancia de envejecer bien y de llevar un estilo natural”, cuenta Lucía Gorricho, de 42 años, como forma de apoyo a su decisión.

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Lucía Gorricho

A veces, el clic para dejarse las canas viene por una ocasión especial y otras de una manera sorpresiva: “me dejé de teñir hace nueve meses, en cuarentena, en realidad había empezado antes y me arrepentí, pero desde hace nueve meses que no uso tintura con amoníaco” añade.

Liberarse de mandatos estéticos que se vienen arrastrando desde hace tiempo es dejarse fluir sin negociar la mirada ajena por la libertad: “Por lo general, esas cosas que nacen así, en mí, tiene que ver con la necesidad de tener más libertad. Lo duro fue esperar a que se fuera el color del “tono sobre tono”, esperar a que la cana se hiciera más larga y que mi color original resurgiera. Ese proceso demoró como un año”, expresa Paola Galano, de 46 años.

Verse y reconocerse: la bendita transición

Lo difícil es pasar el proceso, ver las primeras raíces y aguantar hasta que el pelo se ponga gris en su totalidad pero, los motivos  para hacerlo son múltiples: 

“Son muchas las razones: tenía que ver con la plata, tenía que ver con el tiempo y sobre todo la cuestión de salud y la salud del ambiente. Me hacía ruido como queda el agua negra y ese olor tan tóxico, me daba cuenta que no podía ser bueno,” expresa Lucia. 

La primera reacción ante la aparición de canas es querer taparlas, “la primera impresión yo creo que la tenemos todas las personas que nos teñimos que es la línea de raíces que se ve, la más difícil y la que tenemos que aguantar”, añade.

“Recuerdo que odiaba verme las raíces blancas, ese centímetro que nace de la entraña de la cabeza y luego se mixtura con el pelo marrón. Ese detalle me parecía fatal. Por eso me teñía una vez por mes. Pero cierta vez tuve una de esas semanas intensas, con mucho trabajo, poca plata y demoraba la compra del “tono sobre tono”. Demoré esa semana, demoré la otra. Y seguro que la otra también. Y de a poco, no recuerdo cuándo, empecé a pensar en la idea de no teñirme más,” agrega Paola .

En las peluquerías, también se empieza a notar este cambio en las mujeres y resulta fundamental encontrar un profesional que acompañe y potencie la decisión: “cada vez tengo más clientas que se quieren dejar las canas y hay mucho miedo por el tema del proceso, pero, hay dos maneras de pasarlo: dejando crecer tu raíz, donde el proceso es duro por tener ambos colores, pero, es una aceptación total del cabello natural.

Es para gente que realmente le gusta su cabello natural y puede llegar a adaptarse. La otra manera, es dejarte crecer tres o cuatro centímetros tu color de cana y el resto llevarlo, sin tocar raíz, a un color lo más claro posible sin tocar el cabello natural”, expresa el estilista Matías Valenzuela.

“Un cabello con canas significa libertad y aceptación. Una mujer que se deja las canas representa seguridad y es una forma de aceptar su naturaleza y su personalidad”. Matías Valenzuela.

Canas: amigarse con el espejo

Luego de tantos años de ver un tono de color en nuestra cabellera, cuesta verse en “gris”: “no me acostumbro a verme con canas todavía, siento que es como las arrugas, que no es algo que esté re bueno, pero me doy cuenta que tiene un porqué, que tiene un sentido, que es mas coherente con mi forma de pensar y mi estilo y sigo para adelante sin importar el aspecto físico” reflexiona Lucia.

Lo importante es poner el foco en otro lado, “siempre hay algo que vemos que no nos gusta, falta de amor propio, falta de aceptación o varios motivos, pero poner el foco en otro lado. Mirarse a los ojos, mirarse la boca, pero no poner el foco ahí, porque si lo hacemos lo expandimos” concluye. 

“Es cuestión de buscarle la vuelta estéticamente. Mi peluquero me decía que si las mujeres nos diéramos cuenta que la estética funciona en las canas, lo aceptaríamos mucho más.” reflexiona Celia, una mujer de los años ´40, que lleva su pelo corto con mucha actitud.

“Las primeras impresiones fueron de ver qué me pasaba. Y ahora me sigue costando verme al espejo, pero no es por las canas, siempre me costó. Cuando veo algunas fotos que me sacó ahora termino riéndome, porque parece que tengo talco en la cabeza. No obstante, no volví a teñirme. Ahora aparecieron otros motivos para defender mis canas: la sinceridad, por ejemplo. No digo que las personas que se tiñan no sean sinceras, no, digo que yo encontré en las canas un modo de potenciar mi sinceridad con el mundo”, determina Paola Galano

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Paola Galano

“En mí, el pelo es un exponente de cómo estoy. Si ando nerviosa y me ato el pelo, al pelo se le borran los rulos y me queda una lana áspera. Lo mejor es estar tranquila, sentirse lo más libre posible, así el pelo se ve mejor y, por lo tanto, yo me veo mejor” Paola Galano.

Es sólo una cuestión de salud

La tintura de pelo vista como un problema es más común de lo que se cree: “fundamentalmente fue una decisión de salud. Mi médico, que me atendía desde hace ya varios años, me mandó a analizar el cabello porque tenía síntomas de artrosis y al final, estaba intoxicada con metales producto de las tinturas”, cuenta Celia. 

La decisión quedó en sus manos: utilizar henna, dejarse las canas o seguir como estaba y cada vez sería peor.

 “Con respecto a la salud, noto que es más sano el pelo que viene, más brillante y más fuerte y eso me copa”, expresa Lucia.

“Hay que buscar la parte estética: el asesoramiento, la aceptación, creo que juegan un montón de factores en uno para no vivir pendiente y meter algo al organismo que hace mal” reflexiona Celia.

El lado verde del asunto

A veces, cuando uno cambia de un hábito a otro más sustentable empieza a pensar qué otros hábitos podría cambiar o sumar: “Modifiqué hábitos en general en mi vida, en cuidado de la belleza, de la salud, limpieza y demás. Fui dejando casi todo lo químico. No compro más un producto de limpieza ni desodorante de ambiente, ni cremas comerciales y el pelo, es parte de eso,” expresa Lucía.

La búsqueda es no intoxicar al cuerpo, ni con lo que comemos ni con el cuidado de la salud, buscando para todo alternativas más naturales.

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