Desde la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata brindan acompañamiento psicológico gratuito en terreno y llevan adelante un trabajo de investigación con encuestas. Los profesionales de la psicología se adaptaron a los cambios y buscaron alternativas para acompañar a sus pacientes.
por Claudia Roldós
El futuro siempre es incierto, pero al estar en continuo movimiento no tomamos tanta conciencia de ello. Estos meses de Aislamiento Social Preventivo Obligatorio pusieron en pausa muchas actividades diarias, sobre todo privaron a las personas del trabajo, el gran ordenador de la dinámica familiar. Ese parate obligado e imprevisto, que en los primeros días pudo verse como un descanso, con el paso del tiempo generó el clima para cuestionarse el futuro, preguntarse qué nos deparará el destino y, en muchos casos, no encontrar respuestas. El temor al contagio de una enfermedad de la que todavía se sabe poco, se suma a la incertidumbre por la situación económica, seriamente afectada por el parate en que, durante varios meses, hubo en numerosos rubros. A ello se suma el impacto de no poder encontrarse físicamente con pares, familiares, amigos. Lo que los especialistas llaman la “tormenta perfecta” en el terreno de las emociones.
Aunque lentamente algunas actividades vuelven a funcionar -habilitadas oficialmente o no- el gran interrogante acerca de lo que vendrá, afecta emocionalmente.
Atender ese impacto, cuidar la salud mental de la comunidad, es un factor que no puede soslayarse, aún ante la urgencia de otros aspectos y, desde la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP), desde el primer día del Aislamiento se diseñó un Programa de Contención Psicológica gratuita, con focos de atención en mujeres embarazadas, primera infancia, personas con discapacidades, adultos mayores, adolescentes, pacientes y familiares con covid, personal esencial y, especialmente, en barrios populares, donde se carece de este tipo de atención.
Por otra parte el Instituto de Psicología Básica, Aplicada y Tecnología (IPSIBAT- CONICET, UNMDP), con sede en la misma facultad, está llevando desde el segundo día del aislamiento una serie de encuestas para llevar adelante un seguimiento y estudio longitudinal de los efectos emocionales de la pandemia en los habitantes de General Pueyrredon.
En tanto, en sus consultorios -virtuales- los licenciados en psicología -según una evaluación realizada por el Colegio Profesional que los agrupa- han observado incremento de cuadros depresivos, angustia, ansiedad y estrés postraumático.
Orientación y acompañamiento
La decana de la Facultad de Psicología, Licenciada Ana Hermosilla, brindó un análisis de algunos de los aspectos observados en estos meses de constante trabajo del programa de orientación y acompañamiento.
“Hacemos hincapié en no patologizar las emociones, los síntomas, las sensaciones. Tenemos en cuenta que todas estas reacciones fueron mecanismos ante una situación inédita y excepcional y nadie tenía experiencia para afrontarla” explicó la especialista. Con la extensión del período de aislamiento, el incremento de casos, las noticias de padecimientos y fallecimientos, sumado a los problemas generados en consecuencia, “produjo una persistencia de malestares que hay que atender”.
Para la decana, “es importante abordar el efecto psicosocial de la pandemia. De esto vamos a salir más pobres pero también con estrés postraumático. Debemos acomodarnos a algo que no sabemos. Eso perturba la vida cotidiana y hay un incremento de irritabilidad y otros síntomas. Estos malestares van a dejar algo que no sabemos que es pero nos tenemos que preparar para abordarlo. Hoy, la única certeza es la incertidumbre. Siempre estamos en estado de incertidumbre pero no nos damos cuenta porque vemos todo en el presente. Hay que permitirse tramitar los estados ansiosos. El problema es cuando no se pueden expresar. Si persisten se pueden convertir en patología. La situación de la pandemia, sumada a la incertidumbre sobre nuestra capacidad de afrontarla en cuanto a la nuestra salud (fortaleza o debilidad física), tener que replantearse el proyecto de vida, el trabajo es organizador de vida y en esta incertidumbre y vacío existencial hacer mil cosas pero desde un lugar fijo en nuestra casa, con problemas de convivencia que se potencian por la imposibilidad de salir, afectan”.
En cuanto a las observaciones de los dispositivos Hermosilla compartió que “las personas con, especialmente los jóvenes, están impactadas, porque han cerrado los centros de contención y eso afecta sus rutinas. En los adolescentes se ha dado un fenómeno, a mi juicio curioso, y es que muchos deciden vivir transitoriamente con otros familiares por intolerancia y malestar en su hogar. Paradójicamente, los adultos mayores son los que más recursos tienen, por resiliencia y experiencia de vida”.
Una cosa común a todos los grupos con los que trabaja, tiene que ver con “el componente del miedo, está en todo momento”. También son generalizados “el enojo, el agotamiento”. En ese sentido Hermosilla apuntó que “todos estamos cansados pero en lo económico, en el caso de personas con menor cantidad de recursos, es más profundo”.
“Somos parte del programa que se había iniciado en territorio en abril en barrios populares en los que la ayuda del estado no entraba adecuadamente. Fuimos convocados por comités barriales de emergencia, cuando distintas ONGs daban cuenta que la ayuda espiritual no bastaba, que se requería de otro tipo de contención”-.
Así surgieron los grupos de reflexión en 33 barrios populares con referentes barriales que están al frente de comedores y merenderos. “Al estar en la línea de fuego fueron quienes mayor sufrimiento psíquico tuvieron . Para poder acompañar colectivamente, necesitan contención, acompañamiento, porque esta situación los afecta a nivel de padecimiento psíquico y somático”.
“Se dio la posibilidad de repensar la situación y junto con la ayuda que llegó, fue notorio el cambio. Con el paso del tiempo hubo mayor cuidado en barrios gracias a la tarea de prevención. Se tomó conciencia de que el uso de barbijo es la única protección” apuntó la referente.
Por otra parte, la facultad se sumó al programa que implementó la Dirección Provincial de Salud Mental con la metodología de telemedicina, para acompañar a personas “que tienen sospecha o contactos estrechos de personas con sospecha de Covid-19-. “Nuestros voluntarios asisten y siguen telefónicamente y en ese marco hemos incluido grupo de psicología de la emergencia y, en caso de ser necesario, se deriva a otro nivel de atención”.
Investigación
El estudio va por la cuarta evaluación a través de correos electrónicos, con un mismo grupo de personas que se inscribieron para participar voluntariamente.
Dos de las coordinadoras del equipo de trabajo, las licenciadas Lorena Canet Juric, María Laura Andrés, explicaron que se trata de un estudio longitudinal, que busca hacer un seguimiento de las mismas personas a lo largo del tiempo.
Las referentes brindaron un panorama de los aspectos observados en este grupo analizado.
El trabajo toma contacto con personas mayores de 18 años de edad, sin patologías previas diagnosticadas y se estructuran por género, situación económica, situación laboral, si convive o tiene cerca personas enfermas, si tienen hijos o no y evalúan “incremento o reducción de sintomatologías como depresión, ansiedad, afecto positivo y afecto negativo”.
“No estamos analizando que la gente está enferma, lo importante es que entre en el debate el tema de la salud mental. Estamos en una situación que se llama de tormenta perfecta, por la combinación de factores que afectan emocionalmente a las personas” indicó Canet Juric.
“Si hay personas que tienen una situación clínica de base, se va a agudizar su situación así como más gente va al hospital, porque hay más casos de enfermedad” apuntó André.
Por ello sostuvieron que la importancia del estudio longitudinal tiene que ver con “esta herramienta de monitoreo, que funcione como indicadores para los profesionales. Se hace investigación que apunte a estrategias de intervención, mirando lo que está pasando, podemos tomar medidas para atender la situación a tiempo o aliviarla”.
Atención
Desde el Colegio de Psicólogos Distrito, su secretaria general, licenciada Gabriela Inés Sigilli, brindó un panorama desde el punto de vista de los profesionales en consultorio.
Según indicó, desde el comienzo de las restricciones tuvieron la dificultad de abordar la modalidad virtual de atención. “Todo fue novedoso, difícil, disruptivo.
Pasaba el tiempo y desde los comunicados oficiales ni siquiera éramos nombrados como Trabajadores de la Salud, siendo quienes sostenemos a los pacientes que de a poco pudieron ir adaptándose también a la nueva modalidad de terapia, más necesaria que nunca, por lo que conlleva lo real del contexto, pulsión de muerte mediante”. Sin embargo, pasados varios meses tuvieron una merma en la cantidad de pacientes “muchos por tratarse de personas mayores que no se adaptan a las tecnologías, niños y pacientes con cuadros persecutorios que desconfían de las redes o que prefieren el cara a cara con el psicólogo a la manera tradicional”.
Desde el Colegio, lo primero que se trabajó fue “con las obras sociales a fin de lograr el reconocimiento de la modalidad de atención psicológica virtual y en la confección de un Reglamento de Atención Psicológica Virtual, a fin de dar un marco de legitimidad a esta modalidad.
“A partir de la prolongación de la situación y de las medidas de aislamiento concomitantes, de a poco vimos incrementada la demanda de terapia, situación esperable dado los efectos subjetivos que producen meses de aislamiento, la falta de contacto con los vínculos, la incertidumbre del paso del tiempo sin certezas de finalización en lo cercano y con el desmanejo y manipulación de la información” sostuvo.
En cuanto a la sintomatología sostuvo que “vemos cuadros reiterados de estrés post traumático, ansiedad, mucha angustia. Ha habido un incremento alarmante de casos de violencia de género ya que en muchos casos se convive las 24 horas con el agresor. Los cuadros depresivos también se han incrementado”.
Para Sigilli, “el tema laboral es alarmante dado que muchos sectores han quedado tremendamente afectados por esta situación. El trabajo tiene una función de estructurante psíquico, no solo desde lo económico, que da la posibilidad de
satisfacer necesidades, sino de sentirse parte útil de una sociedad. De ahí los efectos que genera la pérdida de este lugar pasando a ser una especie de deshecho de la misma,quedando por fuera del sistema productivo, un “sin valor”.
Para hacer frente a todas estas situaciones, la licenciada apuntó que “algunas personas tienen mayor capacidad de adaptación que otras, eso es innegable. Pueden hacer de esta situación y tiempo algo del orden de lo productivo. A otros les cuesta más y seguramente contar con un espacio de terapia les ayude. La escucha, la contención y el saber que hay alguien ahí, del otro lado apuntala. Yo hago mucho hincapié en el mantenimiento de los vínculos de la manera que se pueda. Buscar espacios de ocio entre la suma de obligaciones, alternar. Los que pueden con las medidas de precaución mediante, salir a caminar; tomar contacto con el afuera para reducir la sensación de amenaza constante que se vive al encender la televisión. Reducir la escucha de los noticieros con sus mensajes ambiguos que genera mayor incertidumbre aún. Resguardarse de lo que no ayuda” enumeró.
Sigili coincidió en la necesidad de “trabajar en las causas” de los síntomas, emociones y subjetividades que genera esta situación inusual. “Se tiende a
realizar una lectura epifenomenológica de las situaciones dejando de lado que es lo
que causó esta situación. Como siempre y como en todos los ámbitos y problemáticas, la respuesta hay que buscarla en lo colectivo, solo de esta manera superaremos los escollos actuales en relación al ejercicio profesional y al contexto de pandemia que nos atraviesa”.