A más de 60 años de la tecnología que permitió la primera cirugía con un implante coclear.
Según un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 466 millones de personas en todo el mundo padecen pérdida de audición. Asimismo, se calcula que para el 2050 más de 900 millones de personas sufrirán esta patología.
Una de las soluciones que existen para la pérdida auditiva neurosensorial de severa a profunda es el implante coclear. Se trata del primer sustituto de un órgano sensorial: el oído. Gracias a este sistema, muchas personas que tienen hipoacusia pueden entender el habla en diferentes tipos de entornos de escucha, disfrutar de la música y escuchar una amplia variedad de sonidos, como los de la naturaleza y los del habla.
Tal es el caso de Esteban, un médico veterinario de 47 años que padece de hipoacusia bilateral profunda desde que nació. Como no conocía esta tecnología, Esteban utilizó audífonos hasta los 44 años. Cuando su capacidad auditiva comenzó a disminuir, se enteró de la existencia del implante coclear y comenzó a investigar un poco más sobre este dispositivo. Poco tiempo después, tomó la decisión de implantarse sus dos oídos y su vida cambió para siempre. «El implante coclear marcó un antes y un después en mi vida: volví a nacer. Ahora puedo escuchar a través del estetoscopio y comunicarme mejor con mis colegas. Además de mejorar mi trabajo, empecé a disfrutar de la música, a participar de las conversaciones con amigos, a reírme de los chistes que antes no entendía y hasta comencé a estudiar alemán», cuenta Esteban sobre su experiencia.
¿Cómo funciona el implante coclear?
«El implante coclear consta de dos partes: un procesador de audio externo, que está situado detrás de la oreja, y un implante interno, que se coloca debajo de la piel, mediante una cirugía sencilla y de corta duración. Ambas partes se encuentran unidas por un imán», explica el Dr. Mario Zernotti, Jefe de Servicio de Otorrinolaringología del Sanatorio Allende de Córdoba, profesor de la Universidad Nacional de Córdoba y referente de MED-EL.
«El procesador de audio externo tiene la función de captar y procesar los sonidos para transmitirlos al implante, el cual envía la información sonora a los electrodos que están dentro de la cóclea. Estos estimulan directamente el nervio auditivo», señala el Dr. Zernotti sobre el funcionamiento de este dispositivo.
Los chicos también
Además de los adultos, los niños y niñas que tienen este tipo de pérdida auditiva también pueden ser candidatos a un implante coclear.
Este es el caso de Margarita, una niña de 7 años que fue diagnosticada con hipoacusia cuando tenía apenas seis meses. La primera en darse cuenta fue su mamá, Noelia, al ver que la niña no respondía a los estímulos auditivos. Luego de realizar distintas consultas con profesionales y someterse a una serie de estudios, Margarita obtuvo su primer implante auditivo y, después de un tiempo, se implantó su otro oído.
«Marga aprendió a escuchar con los implantes: antes de la operación, su naturaleza era el silencio. Ahora, no se quiere sacar los procesadores ni para ir a dormir», dice Noelia, quien sonríe orgullosa cuando cuenta que su hija empezó segundo grado y aprendió a leer y a escribir durante la pandemia. «Gracias a los implantes, ‘Marga’ va poder hacer la vida que quiere. El límite lo va a marcar ella: con su personalidad».
Una historia de resiliencia
Joaquín es un niño de 9 años y tiene parálisis cerebral. Hace un año, Natalia, su mamá, comenzó a percibir que su hijo, además de su discapacidad, tampoco escuchaba los sonidos. Fue entonces cuando decidió hacer una consulta y los estudios arrojaron que el niño padece de hipoacusia neurosensorial bilateral. Sin dudarlo, Natalia aceptó este nuevo desafío y decidió acompañar a Joaquín en la búsqueda del sonido.
Como consecuencia de la parálisis cerebral, Joaquín no podía utilizar cualquier tipo de implante coclear: tenía que ser un dispositivo que le permitiera la realización segura de resonancias magnéticas. Por ello, en junio del año pasado, el niño se sometió a una cirugía de implantes cocleares de la marca MED-EL.
«La activación de los implantes fue un momento muy emotivo. ‘Joa’ abría y cerraba la mano cada vez que escuchaba un sonido y, después de un tiempo, también empezó a darse vuelta cada vez que lo llamaban. Ahora, disfruta de la música y le gusta mirar dibujitos: cree que es parte de la película», cuenta su mamá y agrega que, gracias a los implantes cocleares, Joaquín también pudo desarrollar el sentido del equilibrio y aprender a andar en bicicleta.
«Siempre me dijeron que mi hijo no iba a poder hacer un montón de cosas, pero yo nunca me quedé con el ‘no’: decidí transformarlo en un ‘sí’. La búsqueda es constante y cada logro se festeja como un campeonato, porque yo quiero que mi hijo sepa de qué se trata la vida», concluye Natalia.
. El registro argentino de células madre posibilitó 1.251 trasplantes desde 2003