El ex Aldosivi Enrique ‘Quique’ Seccafien se retiró del fútbol profesional en 2018 y se dedicó a ser camionero. El cambio de rutinas, la pandemia y una mirada distinta sobre el deporte más popular de Argentina fueron algunos de los temas que abordó en un mano a mano con Bacap.
Por Martín Zelaya
El ocaso de las carreras de los jugadores de fútbol suele ser de los momentos más duros para un profesional. Algunos encuentran su camino como entrenadores, otros se resisten al paso del tiempo y caen en clubes de menor categoría, pero hay quienes buscan su camino fuera del rectángulo de juego. Este último, es el caso del volante creativo Enrique ‘Quique’ Seccafien, el ex Aldosivi, Rosario Central, entre otros clubes, decidió retirarse en 2018 y hoy es camionero, como su padre.
“Me retiré porque me costaba ir a entrenar, físicamente no estaba de la mejor forma, y anímicamente tampoco porque estaba atravesando momentos familiares duros como la muerte de mi mamá. Entonces no dudé mucho, aunque me querían ofrecer a otros clubes no estaba motivado”, recuerda Quique en diálogo con Bacap.
A mediados de 2018, el mediocampista dejó de ser jugador de Barracas Central, su último club, para transformarse en chofer profesional de camiones. “Mi viejo tiene 75 años ya y estuvo con algunos temas de salud, a lo primero no quería que subiera al camión porque él me tenía idealizado como jugador de fútbol, después lo aceptó porque ya no le quedó otra”, dice Secaffien.
Las primeras experiencias no fueron las más agradables arriba del camión, es que en un viaje junto a su padre en la ruta 29 tuvieron un accidente con otro rodado, afortunadamente no les pasó nada pero fue un susto. Y ya con un Quique más confiado al volante, el año pasado en Palermo, el ex futbolista encaró por la avenida Luis María Ocampo sin reparar en la altura máxima permitida para transitar, sin embargo logró pasar con su acoplado en una maniobra compleja que no dañó su carga. Seguramente, allí estuvo más nervioso.
Con el tiempo, Quique pudo mejorar las maniobras de estacionamiento para carga y descarga. Y así terminar con los chistes de sus colegas. “Los muchachos cuando empecé me decían que iban a pedir otro camión porque me demoraba mucho”, recuerda riéndose.
Seccafien reconoce que en el ambiente de los camioneros hay mucha solidaridad entre compañeros de ruta y viajes, además de que disfruta del trabajo, porque si bien hay una rutina como la de buscar una carga y entregarla, los viajes “siempre son distintos y no te aburrís”.
En relación a las diferencias de un trabajo y otro, Quique remarca que claramente los horarios de un futbolista son distintos a los de un camionero o transportista. «Acá, no tengo horarios, podés salir por un viaje a las 2 de la tarde de un día y volvés a las 5 de la madrugada del siguiente», agrega.
Secaffien después de dejar el fútbol, a contramano de lo que suele suceder, salió de la depresión de los últimos tiempos y su estado de ánimo mejoró. “Muchos amigos y familiares, me dicen que me ven mucho mejor que en el último tiempo cuando jugaba”, concluye.
Fútbol y pandemia
“El futbol es parte de la burbuja en la que estábamos antes de que pasara todo esto. Lo que vemos en las primeras categorías del fútbol mundial es el negocio en su máxima expresión. Que a un jugador lo paguen 200 millones de dólares es un despropósito. Antes los deportistas tenían cierta rebeldía ante los dirigentes, se le plantaban pero ahora ya no y eso es por la plata. Hoy, son una parte más del circo, el negocio es por los jugadores, la tv y la publicidad pero en un mundo en el que hay muchas necesidades es una locura que se manejen estos números”.
Respecto a la situación de ex compañeros de clubes de ascenso, el ex volante remarcó que los jugadores están «a la buena de Dios».
«La vida en el fútbol, sobre todo de los que venimos del ascenso, es muy dura. Vos no decís cuándo se te termina la carrera, generalmente te retiran en la mayoría de los casos. En un contexto donde la plata vale tan poco no sé cuántos clubes van a estar en condiciones de mantener un plantel competitivo”, sostiene el ex futbolista.
“Hay 35 equipos en la Primera Nacional y en la Metro quedó muy demacrada con 17 equipos. Y en la Primera D están buscando equipos de la liga de Buenos Aires para compensar la falta de equipos, es una locura. Es una situación difícil, no sé qué hubiese hecho si hubiera sido jugador de fútbol en esta época”, concluye Quique.
La familia, en las buenas y en las malas
La familia es un apoyo fundamental e incondicional para la vida de un deportista profesional, donde no siempre las cosas salen como uno quiere.
Quique tiene 36 años y hace 14 está junto a Agustina, tienen tres hijos; Lourdes (8), Lucio (6) y Julia (4). Sin duda, han sido el sostén para Quique que siempre ha reconocido su importancia para pasar los malos momentos deportivos o personales.
En este contexto de pandemia, Quique aguarda con esperanza que próximamente su padre -de 75 años- pueda ser vacunado para la tranquilidad de la familia.
La carrera deportiva de Quique
Seccafien debutó en el Deportivo Morón en 2002 y jugó allí hasta el 2006, luego fue transferido al fútbol mexicano donde formó parte del plantel de Tiburones Rojos Coatzacoalcos entre 2006 y 2007, y luego volvió al país para incorporarse a Rosario Central. Posteriormente regresó a México hasta 2008.
Ya en 2010, luego de otro paso por el ascenso metropolitano, llegaría a Mar del Plata donde estuvo 5 años y consiguió el ascenso a Primera División (2014), dirigido por «Teté» Quiroz. Él junto a Ángel Vildozo quedaron en la memoria y el corazón de los hinchas del «Tiburón» con aquel gol ante Gimnasia de Jujuy en Córdoba, que le permitió lograr por primera vez a un club marplatense, llegar a la élite del fútbol argentino.