Negación maníaca de referentes políticos y mediáticos y de sectores de la sociedad, y discursos de autoridades gubernamentales que actúan como un boomerang, o repercutiendo en sentido inverso.
Por Jorge Halperín
El virus en cuestión mide apenas 120 nanómetros (es decir, 0,00000012 metros), y su capacidad de daño se pondera a la fecha en 138 millones de contagiados y tres millones de muertos en todo el planeta.
En un año, hasta febrero pasado, el mundo produjo unos 87.000 trabajos científicos sobre Covid-19, y tengo la sospecha de que todavía hay aspectos que merecieron poca atención.
Por ejemplo, cómo el virus enferma a quienes no están contagiados, porque en una pandemia la gente no se enferma solamente por la infección.
Y, de la misma forma en que el virus ataca al sistema inmune y lo enloquece llevándolo a destruir sus tejidos sanos, ¿no intuimos un fenómeno análogo al observar nuestro escenario político y social, con personajes y muchedumbres lanzados de cabeza contra la vacuna y los cuidados de la pandemia?
Creo que hay entre nosotros dos efectos poco examinados sobre las reacciones colectivas ante la pandemia. Uno es la respuesta de negación maníaca de referentes políticos y mediáticos y de sectores de la sociedad.
El otro enigma es sobre la forma en que los discursos de las autoridades mostrando los logros para combatir la pandemia, las vacunas que llegan, el reequipamiento del sistema de salud, etc. todos esos intentos de llevar tranquilidad a la población repercuten al revés, como boomerang, en algunos sectores, que terminan razonando: “Entonces, el peligro ya no es tanto y podemos relajarnos”. Le pasó a Chile. ¿No nos pasó a nosotros?
Sobre la negación maníaca, podríamos acudir al discurso de Juntos por el Cambio y de los grandes medios desde marzo de 2020, y contarlo así: la pandemia no existe, es un invento del gobierno peronista para implantar una dictadura, pero la pandemia, que no existe, no es tan terrible como dice el gobierno. Las vacunas son todas un engaño, menos Pfizer, la cual nosotros podríamos conseguir pero el gobierno rechaza. Las vacunas, que son un engaño y un veneno, llegan en forma insuficiente, y el gobierno y sus amigos acaparan ese veneno que podría salvar a muchos en vacunatorios VIP
Las nuevas restricciones que se quieren imponer desde el gobierno lesionan las libertades, pero el gobierno fracasó en su gestión de la pandemia.
O sea, una cosa y la contraria.
Imagino que un psicoanalista que escuchara este discurso diagnosticaría un delirio psicótico, pero no soy psicoanalista y quizás esté pifiándola mucho.
Lo que es seguro es que, ante un cuadro sanitario de grave crisis con contagios multiplicados y muertes, el rumbo que propone la oposición y los grandes medios es como caminar con los ojos cerrados en medio de un tiroteo.
Sabemos muy poco qué es una pandemia y cuáles son sus consecuencias. Pero saber muy poco sobre una amenaza que pende sobre todos y que incluye la muerte, es desquiciante.
En 1347, cuando la peste negra se propagó por Europa matando a un tercio de sus 75 millones, sabían tan poco que parte de las reacciones desquiciadas consistió en culpar a los judíos atribuyéndoles envenenar las fuentes públicas con pociones de veneno de arañas y ofidios.
Y hubo repetidos episodios de masacres de los imaginarios culpables.
Hoy, por suerte, tenemos la ciencia para explicarnos las andanzas de los microorganismos. Pero, por desgracia, también tenemos los anti-ciencia, que niegan todo y buscan culpable
No serían tan preocupantes si no contaran con los miedos de comunicación, porque son miedos de comunicación, que les confieren a esas minorías demenciales un falso tamaño de mayorías frente a las cuales las verdaderas mayorías nos sentimos en inferioridad.
Lo explicó el sociólogo Daniel Feierstein luego de una encuesta de la Universidad de Quilmes que muestra que las mayorías apoyan medidas estrictas frente a la pandemia, pero creen que la mayoría se opondrá a ellas.
La pandemia enloquece al punto de crear internas en la oposición de Juntos por el Cambio entre quienes gestionan y quienes no, y en el gobernante Frente de Todos, entre las autoridades y un sector que les critica blandura.
Y hasta produce acercamientos impensados, como el clamor conjunto del kirchnerismo y los sectores privados de la salud pidiendo medidas más duras para frenar un inminente colapso sanitario. Es curioso, porque el alto empresariado nunca mostró afinidad con Kicillof y Máximo Kirchner.
Es necesario asumir que sabemos muy poco sobre la pandemia, en especial sobre las formas en que este tsunami sanitario enferma sin necesidad de infectar.
(*): Para la TECL@ EÑE