Especialistas desnudan estos mecanismos propios de un contexto de impunidad que muestra la necesidad de encontrar pautas de prevención y frenar estas prácticas.
Por Silvina Molina
La violencia de género ejercida a través de las redes sociales, en particular hacia periodistas y mujeres que expresan allí sus ideas políticas, ya no proviene de odiadores casuales ni de «granjas de bots» manejadas por grupos de operadores, sino que es organizada en grupos online, multitudinarios, por «agentes vinculados al poder hegemónico».
Especialistas desnudan estos mecanismos propios en un contexto de impunidad que muestra la necesidad de encontrar pautas de prevención y frenar estas prácticas.
El 7 de agosto en la nota ‘Preocupa la creciente violencia de género en entornos digitales’, citaba diversos estudios de organizaciones y organismos internacionales que determinan que este tipo de violencia provoca daño físico, emocional, autocensura, abandono de la profesión, silenciando voces a través del maltrato y afectando al sistema democrático.
Esta creciente y constante forma de violencia es ejercida por personas que se esconden en la impunidad que brindan las redes
«Son grupos organizados en Telegram y en Facebook que pueden ser de hasta 140 mil personas, algunos son gigantes. Allí se organizan objetivos y salen a atacar», cuenta a Télam Alejandro Daniel José, un experto en seguridad informática que trabaja estrategias comunicacionales a través de su agencia MKT de marketing digital.
Coincide con él la comunicadora , del grupo de investigación en Ciberculturas y Géneros Gig@ de la Universidad Federal de Bahía, Brasil: «No podemos seguir hablando de trolls ingenuos u odiadores casuales, si no más bien de una trama de agentes vinculados directamente con el poder hegemónico. Por eso la urgencia de señalar e intentar hacer inteligible su modus operandi», destaca la especialista argentina.
Goldsman desarrolla el tema en extenso en el artículo ‘Internet minada y seis reglas para entender las narrativas anti-derechos’, publicado en julio último en GenderIT.org, en el que analiza el informe ‘Generando odio. Los contornos de la desinformación en línea con enfoque de género, alineada con el Estado’ de la organización inglesa Demos.
También la organización Pen América, que con sede en Estados Unidos trabaja en pos de la libertad de expresión, viene realizando investigaciones al respecto, y generando herramientas para periodistas agredidas junto a la colectiva feminista Luchadoras y la empresa social Factual, ambas mexicanas.
Pen America sostiene en su web que «nuevos estudios están comenzando a disipar el estereotipo de que los acosadores en línea son una población minoritaria de anónimos que disfrutan del dolor de otras personas. Ciertamente, algunos lo son (y algunos incluso han admitido este hecho en la radio pública), pero otros son personas que conocemos: miembros activos de nuestras comunidades…».
Esta afirmación queda de manifiesto al revisar los perfiles en redes sociales de algunos referentes políticos argentinos.
Las violencias surgen de estos grupos de personas que José define como «fanáticos irracionales que atacan»
– ¿Cómo se impone un hashtag (#) agresivo en Twitter para que sea tendencia y victimice a determinada persona?
-Alejandro José: Para entenderlo tenemos que hablar de cómo era y cómo es. Hace unos años había granjas de cuentas que se manejaban a través de TweetDeck, una plataforma que permite manejar de a 100 cuentas. Esa era la forma de hacerlo, pero hace unos años Twitter limpió estas granjas que permitían que entre 5 y 10 personas manejaran miles de decks (los tableros de control).
Luego se pasó al modo call center: había una persona que manejaba de 10 a 30 cuentas, y a medida que se las iban quemando, es decir, Twitter las iba cerrando, se les daban mas. Había dos o tres proveedores, uno muy grande en México y después en Ucrania, Rusia. Y esta técnica la usaban todos los partidos políticos. Pero en 2015, cuando gana el macrismo -las elecciones presidenciales en Argentina- se empieza a detectar esto. Yo demostré que un hashtag a favor de alguien salía de un solo lugar. Twitter permite geolocalizar hasta 200 metros. Era un predio y de allí salía el 90% de los hashtag y ahí había un famoso call center.
– ¿Eso cambió?
-AJ: Si hoy vos creas tres cuentas seguidas, Twitter te bloquea. Y se te verifica por código a un teléfono que no puede estar repetido. Esa granja que estaba automatizada ahora debe ser manual, hay muchos controles. Ahora, hay grupos organizados en Telegram y en Facebook de distintas organizaciones políticas, deportivas y otras que están organizadas en estos grupos privados. Es decir, son personas, como vos y como yo, que quizás tienen una o dos cuentas -porque si tenés más, Twitter te bloquea- y salen a pegar. Entonces no es como antes que eran solo bots, que siguen estando, pero nada que ver a como era antes.
Y para clarificar aún más los conceptos del especialista, porque como sabemos, la información es poder sobre todo para contrarrestar violencias van algunas especificaciones: un bot es una cuenta en una red social que genera contenido de manera automatizada y si estas cuentas actúan en conjunto, se trata de una granja.
Pero ahora, las violencias surgen de estos grupos de personas que José define como «fanáticos irracionales que atacan».
-¿Hay menos bots porque Twitter cambió sus políticas?
-AJ: Twitter se dio cuenta que perdía protagonismo cuando se infectó de bots. En un momento fue una plataforma no creíble. Eso Twitter ya lo eliminó, al bot grueso. Hoy los ataques son de gente real. Son granjas de gente, hombres y mujeres que salen enardecidas, como hordas contra ‘un enemigo’. Salen a pegar, con el ‘miente miente que algo queda’. Los ataques están dirigidos. Y clavan entre 60 y 80 mil tweets.
José, que en redes es @akelaonline, recuerda que hace unos años trabajaba con una candidata a legisladora que era mamá sin pareja «y salieron a pegarle en redes diciendo que su candidatura era porque tenía relaciones sexuales con un político. La cuenta que tiró el rumor era fake. Por ejemplo: la cuenta era Silvina, con tu foto, pero la faltaba la i. Un clon de una cuenta verdadera. Se tira una bomba y salen todos, e incluso lo toman los medios de comunicación, y no eran bots, era gente real organizada».
-¿Hay manera de revertir esta situación?
-AJ: No, el ataque es el ataque. Quien germina estos ataques lo hace con complicidad del Estado, de la Justicia, porque de la misma manera que se detecta quien amenaza a la hija del ex presidente (por Mauricio Macri) o el hijo del actual presidente (Alberto Fernández), se los puede encontrar cuando quieren.
Ante una situación de grooming o secuestro, por ejemplo, en dos click la policía sabe de qué domicilio se escribió, desde qué perfil. Si te atacan o amenazan de muerte, la Justicia en dos click sabe quién fue. ¿Por qué no va preso o detienen a quien injurió o amenazó? Hay justicia para algunos y para otros no. Y no es censurar, es hacerse cargo. Si amenazás, agraviás, tenés una consecuencia legal, eso no es censura. Hay diputados que pegan de manera misógina, si hubiera castigo, no lo harían.
Para Goldsman «la única forma de desactivar las minas del campo de batalla es la toma de conciencia y el entendimiento de cómo los espacios virtuales están siendo manipulados para generar mayor polarización. La vía hacia los espacios que queremos transitar, priorizando la participación no violenta solo pueden ser creados por nosotres, con tomas de decisión e infraestructura autónomas».
(*): Editora de Género y Diversidades |Télam.
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