Dos parejas se animaron a emprender juntos y, en su primer aniversario, lograron expandirse por todo el territorio argentino y algunos países limítrofes, con un gin 100% marplatense.
Por Alejandra Bertolami
Pablo Apodaca, Débora Sabsay, Néstor Díaz y Sofía Díaz se animaron a lanzar en plena pandemia un nuevo emprendimiento. Así fue como nació Kalmar Gin, un proyecto que va más allá de la bebida y que busca transformarse en una empresa de triple impacto. Débora, se encarga de la parte de sustentabilidad y triple impacto. Néstor y Sofía, de la parte comercial, y Pablo, es el maestro destilador.
La elección del nombre fue difícil, pero el resultado, satisfactorio: “Kalmar es la primera ciudad de Suecia que queda a orilla del mar Báltico. Entonces, unimos los dos mares, el mar Báltico y el mar Atlántico, el viejo mundo y el nuevo mundo. Kalmar, la relación con el mar, nuestra ciudad, lo que nos genera Mar del Plata, la unión, el compartir, entonces de ahí viene el nombre”, explica Pablo.
El 4 de octubre la destilería cumplió un año, “nos llevó siete meses poder armar toda la estructura y se logró, con el trabajo del municipio, poder buscar una ordenanza donde se permita hacer destilados en Mar del Plata. Somos la primera destilería habilitada de Mar del Plata”, dice orgulloso Pablo.
Desde hace cuatro meses comenzaron a vender el gin y la aceptación fue tan grande que ya se encuentran en gran parte del país. “Se armó una comercializadora, mandamos un pallet a México, así que estamos contentos porque gustó Kalmar Gin allá, también nos pidieron muestras de España y de Italia, así que estamos con mucha expectativa de que crezca”, añade.
Kalmar Gin, más que una bebida
Con tan sólo un año, se transformaron en una empresa que cuida el proceso de fabricación y su impacto en el mercado: “tratamos de generar alianzas estratégicas, trabajamos con una ONG que se llama Palestra. Ellos nos pelan las naranjas, porque uno de los destilados cítricos lleva naranja, nosotros nos quedamos con la cáscara y ellos con la fruta, generando helados, mermeladas, jugos, etc.” A su vez, en el marco de lo sustentable, todos los desechos que generan los donan para que se puedan hacer velas y jabones.
El producto es 100% nacional: las botellas, el alambique está hecho en Mar del Plata, los tanques, todo lo que es maquinaria es local, la embotelladora, la etiquetadora es de Córdoba, todo es producto nacional. Además, se encargan de elegir especialmente las materias primas: “el enebro que usamos es de la Patagonia, la flor de la caléndula, el hibiscus, son botánicos que usamos en la receta y son del norte. Kalmar Gin, es 100% nacional,” explica Pablo.
La historia del gin
Antes de adentrarse en el proceso de destilado, es importante conocer un poco más de esta bebida refrescante, de la cual crece su consumo día a día. Para eso, Pablo es la persona ideal: “Alrededor del 1500, Francis Sylvius, un médico holandés, estaba buscando un antídoto para el dolor estomacal, no se sabía bien lo que era el dolor de cálculo entonces, lo que hizo fue destilar mosto de cereal, pero a base de enebro.
El enebro, es una valla que tiene una particularidad que es muy refrescante, entonces este médico, hablamos del 1500, donde no se sabía mucho lo que era el dolor de cálculo, buscó ese antídoto haciendo el mosto de cereal, el alcohol, la base de enebro e inventa la ginebra, así que por error terminó inventando una bebida alcohólica”.
“Fines de 1800 Jacobo Sweppes, un joyero alemán y realiza la tónica, esta cultura la toma en el 1900 los ingleses y lo que hacían puntualmente le daban a los soldados para la guerra en los años treinta, para estimularlos en la trinchera, entonces se le daba ginebra para poder ir a la guerra e ir a la lucha. En el medio, estuvo la peste de la malaria y juntaban la tónica con la ginebra y de ahí sale el gin tonic”, concluye.
“En Argentina, tenemos grandes destilerías. Uno compra ese alcohol y se hace una maceración. Se usan los botánicos, que pueden ser cítricos, especiados, herbales y luego se hace alquimia”. Pablo Apodaca.
Proceso
Pablo explica el proceso y lo resume así : “Se usan unos sacos de té de acero inoxidable. El alcohol lo vierto en tanques de acero inoxidable. Pongo el alcohol y el agua, para que el alcohol no quede tan puro, le bajo la graduación y coloco esos saquitos de té. Luego viene la yerba mate, enebro, coriandro. Eso va al macerador y se cierra todo de forma estanco para que no se vaya el alcohol.
Después de 72 horas todo va por bomba a un circuito cerrado al alambique y ahí es donde se produce la magia: separar el agua del alcohol.
El proceso no termina ahí, sigue con pasos rigurosos que arrastran los aromas y transforma el estado gaseoso en estado líquido, obteniendo un gin con una graduación alcohólica de 43 grados.
La técnica es maceración en frío y arrastre de vapor para lograr el gin de Kalmar.
Primera destilería local
En Mar del Plata no se podían habilitar las destilerías, quizás por falta de conocimiento, pero, “esto se trabajó con el municipio, se le enseñó, se mostró y se los motivó a que esto podía ser un polo de bebidas blancas. Generar más industria y más trabajo en un momento complicado” cuenta Pablo. Un gran avance para la ciudad y un ejemplo de que, a veces, es bueno arriesgarse por los sueños.