La primera vez que un buque toca agua es una ocasión de festejo. Es por eso que se realiza una ceremonia llena de tradiciones y rituales que se asemejan al nacimiento de un nuevo hijo.
Por Thomás Lahitte
La botadura de un buque es un acontecimiento que trae aparejado rituales y tradiciones que nadie deja de cumplir. Pero, ¿qué significa? ¿Por qué hay pasos que no se pueden obviar? Sobre esos y otros detalles que se concretan durante la botadura, que es la ceremonia que da finalización a la construcción de un buque hablamos con Alejandra Contessi, del astillero Naval Federico Contessi; y Sandra Cipolla, del astillero SPI.
¿El motivo? “Lo que se festeja es que ese tocará las aguas por primera vez para iniciar su vida a flote. En nuestra cultura se agrega el Bautismo, que es una bendición realizada por un sacerdote”, explica Contessi. Tal vez uno de los momentos más conocidos por el público general es el del rompimiento de una botella en el casco de la nave, reproducido numerosas veces por el cine y las series.
“Es difícil establecer cuál es el origen real de esta ceremonia. Se dice que los griegos comenzaron a estrellar ánforas de vino contra los cascos en honor al Dios Poseidón, en algún momento de la historia el vino se transformó en champagne. De lo que no tenemos dudas es que el significado de esta ceremonia es darle bendición y protección al buque y a sus tripulantes”, añade.
Por su parte Cipolla explica: «El proceso de construcción de un buque está atravesado por una serie detradiciones ancestrales. La botadura también es una tradición en si misma que se realiza cuando el barco en construcción toca por primera vez el agua. La ceremonia de rotura de la botella contra el casco de la nave es la más conocida y es el momento central del acto. Se remonta a la época griega cuando se derramaba sangre a modo de sacrificio para asegurar la benevolencia de los dioses cuando el barco estaba en alta mar». Con los años » esta tradición fue evolucionando y la sangre fue reemplazada por vino y más tarde por champagne».
Nombres, madrinas y piezas santas
Al igual que cuando nace un niño los barcos tienen su bautismo. ¿Por qué motivo? “Para poder identificarlos en navegación. Hay que tener en cuenta que un buque es el lugar de trabajo para su tripulación”.
Quienes eligen la nominación del buque son los propietarios del mismo. “Lo hacen generalmente de acuerdo a sus creencias religiosas, historia familiar, eligiendo el nombre de una ciudad o accidente geográfico o simplemente componiendo un nombre de fantasía”, detalla Alejandra Contessi.
Cada buque, además, cuenta con una madrina designada, tradición vinculada al rol de las mujeres en la Edad Media. “Se consideran portadoras de mala suerte, e incluso no se les permitía navegar. El único rol que podía ejercer era el de madrina del buque. La tradición perdura, aunque en la actualidad las mujeres ya tienen roles activos a bordo de todo tipo de embarcaciones”, aclara.
Y la titular de SPI acota: «En cada botadura se elige una madrina como símbolo de protección a la embarcación para sus futuros viajes. Como todo bautismo tiene su correspondiente ceremonia litúrgica de acuerdo a cada cultura y creencia relegiosa.»
En el caso del astillero Contessi cuentan con algunas tradiciones propias y otras traídas desde los orígenes en Italia. Una de ellas es que el último empleado en ingresar al equipo de trabajo hace entrega de una medalla a la madrina de la nave.
“En los astilleros del Mediterráneo, antiguamente cuando los cascos de los buques eran íntegramente construídos en madera, la última pieza que forraba el casco de la embarcación era la más difícil de colocar, ya que debía encastrar perfectamente”, comenta. El carpintero naval solicitaba ayuda a los santos para lograr el encastre, por lo que la pieza comenzó a llamarse “pieza santa”.
Por su parte Cipolla comenta que la primera tradición que ponen en práctica se da al comienzo de la construcción, «similar a lo que seria la colocación de la piedra fundamental de un edificio. A su vez, esta tradición es acompañada por la ceremonia de las monedas que consiste en la colocación de dos monedas en la quilla, siendo el aprendiz más joven del astillero el encargado de colocarlas».
Las botaduras como punto de encuentro
En la ceremonia toman la palabra distintos actores, dentro de los que destacan autoridades gubernamentales como el intendente o funcionarios de primer orden como los ministros de producción o agricultura, ganadería y pesca.
“La actividad pesquera y la actividad industrial en sí tienen correlación con diversas regulaciones oficiales de los Ministerios nacionales y provinciales. También hay otras autoridades que son claves, como la Prefectura Naval Argentina, que es la autoridad de aplicación marítima,” expresa Contessi. Pero también hay participación del mundo sindical, los propios trabajadores y otros clientes.
“Todos ellos son invitados a compartir con nosotros la satisfacción de una obra terminada, cada empleado y muchos miembros de empresas proveedoras o subcontratistas conocen el buque desde la primera chapa y cuando llega el día de su botadura y pueden verlo surcar las aguas del mar por sus propios medios es una alegría comparable a la de conocer a un hijo al que se ha esperado durante meses”.
Por su parte Cipolla añade: «Sin dudas es un momento único. Es el resultado del esfuerzo, el compromiso y el amor que todo el equipo de trabajo puso cada día, durante meses. En todo el proceso de construcción de un barco – desde el diseño hasta el momento de la botadura – trabajan muchas personas que van viendo como una idea primero, luego un diseño, después una obra, va creciendo día a día hasta convertirse en esa embarcación que va a ser botada. Es un momento muy importante, de muchísima satisfacción y orgullo.