La versatilidad de una artista que va del graffiti al arte en miniatura. Taty Gómez nos cuenta sus comienzos y crecimiento en el mundo del arte y por qué eligió dedicar su vida a esto.
Por Alejandra Bertolami
Taty Gómez es de Colombia, tiene 28 años, estudió moda, gráfico y artes pero, en realidad lo que más le regaló conocimiento fue el trabajo urbano, la intervención en el espacio público y el graffiti, que es donde se inició todo lo que hace.
Arrancó con dicho arte hace siete años y desde hace cuatro, que se dedica de lleno a eso.
Su versatilidad y creatividad la lleva a expandir su trabajo hasta en formato miniatura donde una colilla de cigarrillo puede ser el lienzo perfecto.
Conocemos un poco más de la esencia y el arte de Taty Gómez, en un ida y vuelta con Bacap:
– En el graffiti, se ve un terreno más minado de hombres, ¿Que se siente para vos plasmar tu estilo sobre una pared?
– Llegué en un momento donde hay más participación de chicas. Pero, anteriormente sí. Según lo que me cuentan las chicas que ya llevan muchos años, era diferente el tema.
Inicialmente, arranqué por gusto propio y porque me parecía muy chévere la experiencia pero siempre porque me gustaba, ya después uno va viendo todo lo que implica intervenir el espacio público.
Te empiezas a dar cuenta de que habitarlo es algo súper importante. Hacer sentir que estamos ahí y que también es de nosotras y más aún por lo que está pasando y sigue pasando es re importante intervenir.
Embellecer un recorrido
– ¿La calle tiene un atractivo extra?
– Lo que más me gusta son las posibilidades que me ha dado conocer y aplicar a diferentes poblaciones. Uno siempre que está en un espacio público recibe todo tipo de retroalimentación. No siempre es buena, pero en su mayoría sí. Le cambia el tránsito a la gente que pasa por determinado espacio. La gente está acostumbrada a pasar por cierta zona y ven el espacio transformado y se acercan y miran quién lo hizo. Es una posibilidad de conectar y dejar un mensaje. Hay gente que me escribe de vez en cuando y me agradece por cambiar el espacio en donde transita a diario. Está buena esa retroalimentación porque llena más de inspiración y motivación para seguir haciéndolo.
– ¿Cómo definirías tu estilo?
– Fue algo que se fue dando según las técnicas que iba experimentando. Es una necesidad de conocerme y de seguir haciendo. Una va conectando consigo misma y te sientes identificada con tal trazo o color y lo haces.
Cada vez más voy rectificando quien soy, con qué me conecto, mis procesos y también dándome cuenta que hay gente a mi alrededor que tiene los mismos procesos, que conectan de cierta forma por eso y también como una búsqueda de salir de lo cotidiano.
No acepto muchas dinámicas de lo cotidiano y este es mi canal para salirme de todo eso. Mi necesidad principal.
El mar primero
– Hace poco estuviste participando de una acción de Greenpeace, ¿Que se siente dejar con tu arte un mensaje de protesta?
– Empecé pintando retrato y con el tiempo se fue dando cierta conexión con todo el tema social, allá desde Colombia con un centro de memoria histórico, un ente que se encarga de tratar todas las poblaciones que han pasado por un conflicto armado y desde ahí conecté y me sensibilicé un montón en relación a las problemáticas sociales. A partir de eso creció cada vez más la responsabilidad de hacer las cosas y participar en esas movidas.
El mar es todo lo que gira en torno a todo, allá en Colombia hay muchos lugares que se han visto afectados por el petróleo porque les extraen todo, lo usan, se van y la gente queda en la miseria total. Es un despertar, un querer hacer algo y la gráfica y el poder de la imagen unifica y hace que llegue el mensaje. Javier Almirón gestionó todo y somos muy cómplices en participar en ese tipo de acciones.
Son luchas que nos competen a todos así yo sea de otro lado. Si estoy acá y tengo la posibilidad de protestar por algo que nos favorece a todos como el medio ambiente, no importa nacionalidad.
Se dio esta oportunidad con Greenpeace en un espacio increíble y tener además la posibilidad de los materiales y el registro, es genial. Es importante hacerle ver eso a la gente: el mar está primero más que cualquier cosa.
– ¿Los materiales suelen ser un impedimento para plasmar un arte autogestivo?
– Uno autogestiona espacios que son asequibles para uno. Espacios ya tan grandes es difícil invertir. Demasiado dinero, los materiales no son para nada económicos.
Pero varía, cuando queremos hacer algo propio lo hacemos.
– Tu pareja también es artista, ¿suelen hacer trabajos en conjunto?
– Siempre hemos hablado de mantener la identidad de cada uno y cada uno tener su propia exploración. Él tiene su propio trabajo y yo tengo el mío.
En estos temas sociales si se han abierto espacios, no de manera intencional, ha sido muy orgánico y ahí nos apoyamos en Atrapasueños, que es un proyecto que inició Javi acá, pero que abrió la posibilidad de trabajar con ciertas poblaciones y ciertos programas.
Estuvimos en diferentes lugares trabajando en conjunto.
Trabajos genéricos, como publicitarios, también trabajamos en conjunto.
Pero en obra, somos cada uno en su mundo.
Proyectos soñados
– ¿En qué consiste el proyecto Atrapasueños?
– Se inició en el barrio Villa Lourdes, como algo simbólico donde se le mostraba a la comunidad los pasos para cumplir los sueños. Lo relacionó Javi Almirón y otro filósofo (Federico Giorgini), lo mutaron con la gaviota. Y como es algo común, lo usaron para hacer un personaje que iba mostrando los capítulos en el barrio. Hicieron diferentes murales y en relación a cada uno se realizó algo simbólico. Hay un muro que es de siembra. La idea es renovar los muros y me gustaría seguir haciendo movidas en Mar del Plata y donde salgan propuestas.
– Siendo de Colombia, ¿Sos de viajar con tu equipo preparado para pintar?
– Si, casi siempre nos movemos así y la idea es ya quedarnos a vivir acá.
Hemos estado pintando un montón, pero casi siempre estamos listos para salir a pintar dejando pequeñas huellas. Es algo necesario y parte de todo. Es salir del encierro y concentrarse en el trabajo.
– ¿En qué consiste tu proyecto en miniatura?
– Inició cuando estudiaba artes plásticas. Había un enfoque al arte contemporáneo, pero sentía que se iba mucho al discurso y a la persuasión. Me empecé a desconectar de la carrera y sentía que era más desde el ego, algo cerrado.
– Soy muy curiosa y experimento con todo. Si me surge la necesidad de explorar con botellas lo hago.
– Empecé a incursionar con unos dijes miniatura, a hacer unos bordados y empecé a pintarlos.
Ahí empecé a explorar y una vez, en la calle, comencé con una molestia con el cigarrillo, me incomoda mucho que la gente vaya caminando y se le penetre a uno que está transitando.
Me molestaba mucho y quería usarlo, cogí el cigarrillo de la calle para tratar de hablar a través de lo pictórico de algo, usando el objeto. El cigarrillo es algo cotidiano. Lo cogí, alguien que transitaba lo había usado y quise generar un gift, una animación y a la vez realicé un escrito con mi visión sobre el uso del cigarrillo, como una forma de canalizar la presión y ritmo que vivimos. También usé unos mini tronquitos de unos árboles que habían talado en Bogotá para citar las consecuencias de no tener un aire puro.