Científicas de nuestra ciudad estudian el alga Undaria pinnatifida, presente en las costas patagónicas –y también en el puerto de Mar del Plata–, con el objetivo de desarrollar bioinsumos para cultivos de tipo orgánico.
Por Agustín Casa
El alga Undaria pinnatifida tiene dos cartas de presentación. Por un lado, es una especie cultivada para el consumo humano en las costas del este asiático –en Japón, China y Corea del Sur–. Esto se debe a que el wakame, como se la conoce, es un alimento muy rico en nutrientes y bajo en calorías.
Por otro lado, Undaria es un alga invasora en distintas partes del mundo, incluida la Argentina. La especie llegó accidentalmente a las costas patagónicas a principios de los 90, en la zona del golfo Nuevo, en Chubut. Dos décadas después, en 2011, investigadores de la UNMdP identificaron algunos ejemplares en el interior del puerto de Mar del Plata. En la actualidad, esta alga se distribuye desde Santa Cruz hasta Mar de Plata.
Frente a este escenario, investigadoras del Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB), dependiente del CONICET y la Universidad Nacional de Mar del Plata, estudian la composición bioquímica de estas algas con el objetivo de desarrollar bioinsumos con aplicación en la producción agrícola, en particular en cultivos de tipo orgánico.
Según las científicas que llevan adelante el proyecto, esta alga tiene dos aplicaciones de importancia para los cultivos. “Puede ser utilizada seca o húmeda como fertilizante natural. Aporta elementos esenciales como nitrógeno y fósforo, entre otros”, subrayan.
Asimismo, remarcan que “a la gran riqueza de los compuestos que posee, su biomasa puede utilizarse para la extracción de principios activos que, cuando se los aplica a las plantas, actúan como bioestimulantes del crecimiento vegetal o como fitoprotectores cuando las plantas están expuestas a condiciones de estrés ambiental, ya sea enfermedades causadas por diferentes microorganismos patógenos (estrés biótico) o sequía, temperaturas extremas y salinidad, entre otros (estreses abióticos)”.
De esta manera, a partir de Undaria pinnatifida se pueden generar bioinsumos algales de origen natural para sustituir el uso de fertilizantes o pesticidas sintéticos o químicos. “Son fuertemente valorados para la producción de cultivos vegetales de tipo orgánico. Actúan como biofertilizantes y bioprotectores”, aseguran las integrantes del proyecto.
La investigación es llevada adelante por un grupo de ocho científicas: Florencia Olivieri (doctora en Ciencias Biológicas), Milagros Machinandiarena (doctora en Ciencias Biológicas), Candela Lobato (doctora en Ciencias Químicas), Mariana Feldman (doctora en Ciencias Biológicas), Yamila Mansilla (doctora en Ciencias Químicas), Claudia Casalongué (doctora en Ciencias Biológicas), María Eugenia Becherucci (doctora en Ciencias Biológicas) y María Florencia Salcedo (doctora en Ciencias Biológicas).
El impacto de Undaria en la Patagonia
Con la presencia de esta macroalga en las costas patagónicas se han registrado impactos negativos sobre la biodiversidad marina y el paisaje submarino y costero.
“Se observó una disminución de la abundancia de peces en los arrecifes rocosos del golfo Nuevo colonizados debido a la obstrucción del acceso a los refugios. En la misma área, se reportó una disminución de la riqueza y diversidad de especies de macroalgas nativas”, describen las investigadoras.
En cambio, por el momento, en la costa marplatense Undaria no ha actuado de manera invasiva. Se la puede encontrar en el área interna del puerto: en las escolleras, los espigones y en cascos de embarcaciones amarradas. No obstante, las referentes de la investigación señalan que “es necesario monitorear su presencia para evitar el impacto negativo que pueda ocasionar un crecimiento desmedido de la misma”.
El equipo del IIB explica que Undaria “presenta características propias de las especies invasivas: rápido crecimiento, rápida asimilación de nutrientes y un rango amplio de tolerancia a las temperaturas del ambiente”. También indica que se caracteriza por vivir en la zona infralitoral, que crece sobre piedras o estructuras artificiales y que se adhiere a estas por medio de rizoides ramificados. Además, puede medir cerca de dos metros de largo y su morfología es de tipo laminar.
Su presencia no se ha detectado solo en las costas argentinas. “Fue introducida accidentalmente en las costas del Mediterráneo de Francia desde donde se dispersó hacia España. También se introdujo en el Atlántico en las costas británicas y francesas, y más recientemente presenta una distribución más amplia. Es una especie invasora en Australia, Nueva Zelanda y las costas pacíficas de Estados Unidos y México”, comentan las investigadoras.
Potencial beneficio en cultivos orgánicos de la región
El proyecto fue financiado recientemente por la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la Provincia de Buenos Aires, en el marco de la convocatoria Ideas-Proyectos, y por la Universidad Nacional de Mar del Plata. A partir de ese apoyo, el equipo de trabajo realizó las primeras etapas de la caracterización de la biomasa fotosintética del alga. Mediante esos análisis demostraron que el alga es altamente abundante en vitaminas, aminoácidos, antioxidantes, polisacáridos y biopolímeros.
Las investigaciones continuarán por esa línea. “Nuestro propósito es profundizar en la caracterización bioquímica de la biomasa algal con el fin de identificar compuestos bioactivos con propiedades únicas y de alto valor agregado que puedan también tener múltiples aplicaciones industriales, en agricultura, industrias alimenticias, entre otras”, resaltan las investigadoras.
Además, destacan que estos aportes “permitirán brindar información de interés para optimizar y eficientizar procesos tecnológicos que impliquen la utilización industrial del alga como bioinsumo en agricultura”.
Por otra parte, advierten que la composición de las algas y los compuestos que estas producen pueden depender del lugar donde crecen, sus condiciones geográficas y climáticas.
Es por ello que su trabajo representa la primera evidencia sobre la composición química de la biomasa de esta alga en las costas patagónicas y su posible aplicación como bioestimulante vegetal. A su vez, la disponibilidad local de este recurso haría factible desde lo económico la producción a escala de bioinsumos como fertilizantes y bioestimulantes.
“Lo novedoso de nuestras investigaciones radica tanto en la utilización del recurso patagónico como del recurso local para la obtención de compuestos activos de alto valor agregado, así como también por poseer efectos benéficos en plantas de tomate y lechuga, las cuales son especies mayormente cultivadas en el cordón frutihortícola de Mar del Plata”, concluyen.
De este modo, el uso de algas con un impacto negativo en las costas patagónicas, y que también están presentes en el puerto de Mar del Plata, podría ser aprovechado como bioinsumo para prácticas agrícolas más ecológicas y sostenibles.