Todo un pueblo, toda una pasión es una cuenta de Instagram de dos licenciados en Turismo de Mar del Plata que se dedican a recorrer los pueblos bonaerenses y hacer recomendaciones. Ya llevan visitado casi el 70% del territorio provincial con muchas anécdotas y propuestas.
Por Santiago Inchaurrondo
Samanta y Matías Inchaurrondo son dos jóvenes licenciados en turismo que dejaron de lado lo cotidiano, la rutina y en 2014 emprendieron su primer viaje por la provincia de Buenos Aires sin saber que ese iba a ser el puntapié inicial de muchos otros. Hoy llevan casi el 70% de la Provincia recorrida con una pasión que fue creciendo.
Ocho años atrás, más por curiosidad y necesidad de descanso salieron con su infaltable Suzuki Fun hacia Carhué, un pueblo bonaerense situado en el suroeste. De paso también querían visitar Villa Epecuén, un lugar que fue inundándose de a poco y quedó bajo el agua durante dos décadas. El agua lo hizo desaparecer totalmente y quedan unas ruinas que son un emblema turístico de la zona. Estos dos sitios fueron vitales y lograron encender la mecha de la pasión que los tiene vivos hoy en día.
Con el infaltable mate de por medio se largaron a charlar con BACAP de cómo surgió lo de viajar, qué aprendieron mediante las primeras travesías, lo que encuentran en los distintos pueblos y qué es lo que les llama la atención.
Amor por lo que hacen
Samanta y Matías coinciden en que sin pasión esto no saldría. “Nos gusta charlar con la gente, las maestras rurales. Ves construcciones antiguas, pulperías, mesas y sillas en la vereda.En algunos momentos empezamos a aplaudir para ver si nos atienden. Las personas son demasiado buenas, serviciales y anfitrionas. Te invitan a charlar, a tomar mate. Todo bien de pueblo. No tienen señal, y a veces ni electricidad,” comentan sobre sus recorridos.
Asimismo resaltan que en los pueblos bonaerenses “la forma de ser de la gente es distinta. Son inocentes, hospitalarios y les encanta que les preguntemos por sus historias”.
En este sentido aseguran que se encuentran con inmigrantes que vinieron de Europa y que “a veces decimos que estamos escuchando la historia de los pueblos, pero después te das cuenta que es la historia de nuestro país”.
En sus cuentas de Instagram y Facebook, Mati y Sami vuelcan las fotos y relatos de cada uno de los viajes y visitas a pueblos. En 2019 empezaron con las redes y tienen un promedio de 200 fotos por viaje. Uno saca con el celular y otro con una cámara de fotos
Las cosas que no pueden faltar en un viaje: cámaras, mapas, el auto, el mate. Tablas, palas y maderas por si se quedan encallados.
Unidos por la misma pasión
Conocer pueblos e historias les gusta a ambos. Matías dice que le encanta viajar por la ruta y la fotografía. Samanta opta más por lo turístico. Generalmente se hospedan en casas particulares alquiladas, hoteles económicos o sino en carpa.
Por otro lado, Samanta tiene la ardua tarea mediante Google maps, de armar mapas que tan solo ella los entiende y trasladarlos al papel. Y todo tiene una explicación: El GPS no funciona a veces en algunas zonas donde los chicos transcurren.
Consultados sobre el por qué de esta pasión dicen: “La idea de todo esto es que a futuro esas localidades que no son turísticas, tengan su difusión. Por ejemplo, Benito Juárez tiene un cine y un teatro muy atractivos además de una plaza muy envidiable. Y ellos no se dan cuenta que tienen un potencial turístico que desconocen.
“El turismo sol y playa o nieve y montaña ya está demasiado utilizado. Estos son otros tipos de viaje. Cortos, de dos o tres días”. Esa es nuestra idea, difundir este tipo de viajes.
– ¿Cuáles fueron los pueblos que más les sorprendieron?
– Uno fue el Pensamiento, al sur de Pringles. Un montón de fachadas como el bodegón Jorgito de acá de Mar del Plata situadas una al lado de otra.
Y otro de los atractivos que más les gusta son “los pueblos fantasmas». Nos gusta lo abandonado y nos genera intriga los pueblos que nunca se nombran. Es como encontrar un tesoro para nosotros”.
Lo peculiar de la mayoría de los pueblos de la provincia de Buenos Aires es que nacieron gracias a la instalación de una estación ferroviaria. Pueblos que tenían 3000 habitantes pasaron a tener 300 personas cuando ese medio de transporte desapareció.
En sus recorridos, los jóvenes también se dedican a hacer un trabajo con las escuelas rurales y las maestras. “Caminan kilómetros y kilómetros para darle clases a un promedio de seis u ocho chicos. Muchas de lunes a viernes se quedan a dormir en las mismas escuelas”, relatan. Un ejemplo de amor, vocación, dedicación y pasión como Mati y Sami, que demuestran viaje por viaje, pueblo por pueblo que la felicidad hay que salir a buscarla.