En Argentina hay cerca de 22 millones de gamers que se enfrentan cada día a la cruel derrota. Psicólogos asegura que aumenta el riesgo de caer en la adicción y hablan de lo difícil que es pasarla bien en juegos que parecen diseñados para que perdamos siempre.
Por Juan Salas
Un mouse gamer, en promedio, pesa unos 100 gramos, y su diseño anatómico encaja perfecto en la mano, mientras los ojos miran cómo en la pantalla el equipo no desactiva la spike, el C4 terrorista explota, una horda de minions destroza el Nexo, el rival topdeckea de manera imposible o la carta que sale en el river hace que se pierda todo. En la mano, el mouse, 100 gramos que muy fácilmente pueden volar contra cualquier pared para descargar furia o frustración. Y vaya que los gamers conocemos de eso.
Ok, hacer mierda cuanto mouse o joystick tengamos en la mano no soluciona nada. Absolutamente nada. Los gamers somos racionales, pero en el fondo también somos humanos. Y qué más humanos que reventar algo, que destrozar lo que sea contra una pared que no tiene nada que ver cuando perdemos en un jueguito. Un jueguito… También sabemos que es mucho más que eso.
En Argentina, se calcula, hay cerca de 22 millones de gamers y unos 5 millones de usuarios que consumen programación relacionada con los eSports. Las marcas lo saben y hay deportistas que han invertido en el área y formado sus propios equipos, como Sergio el “Kun” Agüero con Krü o Juan Sebastián la “Brujita” Verón con Ebro, que tiene sede en Mar del Plata.
El mundo gamer es un mercado atractivo y en crecimiento con mayoría de jugadores y espectadores que abarcan las generaciones Z, millennials y centennials, que tienen que aprender a vivir con la ansiedad, el sedentarismo y las frstraciones sin romper el mouse en el intento.
La psicóloga especializada en casos de ludopatía, Elysa Smyth, cuenta que en los últimos años han surgido consultas en el área de la psicoterapia por prácticas de eSports y que se pueden dividir en dos grandes grupos: por un lado, familiares de un gamer preocupados por la conducta y el tiempo que pasa frente a la pantalla y, por el otro, consultas en primera persona en cuanto a cómo rendir mejor y cómo manejar la frustración en el juego, que es como un deporte de alto rendimiento al que eligen estar abocados.
La delgada línea entre juego y adicción
La psicóloga Smyth explica que el juego se considera una adicción cuando provoca en la persona la necesidad incontrolable de jugar. Es decir, “se incrementan las ganas y se prioriza por encima de otras actividades e intereses, aparece un deseo irrefrenable de volver a jugar”.
La adicción a los juegos se diagnostica cuando la persona experimenta cinco o más de los siguientes síntomas durante un año:
Preocupación por los juegos.
Síntomas de abstinencia cuando se retira el juego o no es posible jugar (tristeza, ansiedad, irritabilidad).
- Tolerancia, la necesidad de pasar más tiempo jugando para satisfacer el impulso.
- Incapacidad para reducir el juego, intentos fallidos de dejar de jugar.
- Abandono de otras actividades, pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba debido al juego.
- Continuar con el juego a pesar de los problemas.
- Engañar a miembros de la familia u otras personas sobre la cantidad de tiempo que dedican a jugar.
- El uso de juegos para aliviar estados de ánimo negativos, como la culpa o la desesperanza.
- Riesgo, haber puesto en peligro o perdido un trabajo o una relación debido al juego.
Desde este año, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce la adicción a los videojuegos como un desorden mental al incluirla dentro en su Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11).
El llamado gaming disorder se encuentra dentro de la sección sobre “trastornos mentales, del comportamiento o del desarrollo neurológico” y va justo después del gambling disorder, es decir, la ludopatía, con la que comparte definición y vocabulario, solo que sustituyendo la palabra gambling (apostar) por gaming (jugar).
Este periodista continuará con la nota presumiendo que no es adicto a los eSports, pero que tal vez haya mucho para replantearse, ¿o no?
Entre la frustración y el disfrute
Qué hermoso es ganar, a lo que sea, pero cualquiera es feliz en la victoria. No hay desafío alguno en pasarla bien y disfrutar cuando se gana. Lo difícil es la derrota, chocar otra vez contra el piso, no poder, no llegar, no rendir.
Me presento: Juan Salas, 38 años, canoso, juego desde 1998 al Magic The Gathering y nunca gané un torneo medianamente importante. Amo el juego, lo disfruto y lo odio con todo mi corazón también. Ni siquiera cuando Independiente pierde –bastante seguido realmente– insulto tanto como en este juego de cartas imposible de explicar.
La frustración en el mundo de los eSports está presente como en cualquier otro juego. Pero acá, como somos gamers, decimos “tiltearse”. Si bien se trata de un sentimiento recurrente en cualquier ámbito de la vida cotidiana, en un gamer es una sensación de desasosiego, de enojo con uno mismo, con el resto del mundo y búsqueda de explicaciones donde no las hay: uno a veces pierde y otras, gana.
“Las personas que poseen una baja tolerancia al error deberán trabajar esto en un espacio terapéutico”, considera Smyth, y agrega: “Se culpan por los errores cometidos de una manera más exagerada que el resto, tienden a querer abandonar el juego, no se sienten capaces, sienten la presión del grupo y cargan con la mirada del resto como si fueran los únicos culpables del fracaso del equipo. Jugadores con características de personalidad perfeccionista o sobreexigidos también sufren de baja tolerancia a la frustración. Estos individuos suelen poseer la virtud de trabajar duro y perseverar en el logro de sus metas. Sin embargo, ante el más mínimo fracaso, les cuesta manejarlo a causa de sus elevadas expectativas”.
“Para superar la frustración, hay que revisar varias cuestiones de la personalidad del jugador, por ejemplo, situaciones pasadas con relación a cómo afrontaban otras pérdidas, saber qué herramientas personales reconocen en sí mismos, cuáles son los puntos fuertes de su personalidad y, a su vez , reconocer aspectos funcionales o disfuncionales que tienen que modificar o mejorar”, explica la psicóloga, y agrega: “Cuando el jugador se centra en la tarea, puede reaccionar mejor a situaciones de frustración; sin embargo, cuando se centra en el éxito, tiene mayores dificultades para responder ante este tipo de eventualidades”.
Alerta de tilteo
Hay una delgada línea entre enojarse y tiltearse. El enojo, un insulto al aire, puede descomprimir un poco para no explotar; en cambio, el tilteo es una suerte de estado de confusión mental casi imposible de salir. Uno se tiltea e inmediatamente aparece la nube negra arriba de la cabeza, y todo lo que viene después es una tormenta de malas decisiones en el juego.
Para no caer en ese estado de tilteo, la licenciada en Psicología recomienda desarrollar la paciencia y ser calmo.
“Lo más importante es reconocer el momento y que esto funcione como alarma que se está próximo al estado tilt; para ello, hay que dejar de jugar. Es la conducta más eficiente para evitar la frustración. Para lograr este movimiento, la persona tiene que tener un control de sí misma, reconocer sus emociones y actuar en consecuencia para que sea lo más funcional para sí misma”, dice Smyth.
“Cambiar de aire, descansar la vista, hacer recreos para la atención, buscar renovar la energía es lo indicado para luego volver a jugar. Siempre es útil salir de la situación que se encuentra, levantarse, poner el cuerpo en movimiento, ya sea salir a caminar, correr o descansar de la pantalla”, explica Elysa Smyth, y finaliza: “Gestionar las emociones ante las exigencias del juego competitivo es clave, tanto en el juego como en la vida, y eso hace la diferencia entre los buenos jugadores y los jugadores profesionales”.
Ok, nada sencillo esto de ser calmo cuando se quiere prender fuego el mundo entero en plena partida, pero claramente respirar y tomar aire es una buena opción. Al final, no hay que olvidarse de algo fundamental: los eSports son, sobre todo, juegos realmente divertidos y el mouse, que tan bien nos queda en la mano, es un periférico fundamental y costoso como para reventarlo contra una pared en cada derrota.