Por Juanchi Ugalde
Hay cosas que no tienen precio, pero sí valor. Tener la posibilidad de, en no mucho tiempo, estar de una punta de la ciudad a la otra; es una de ellas. No tiene precio el hecho de levantar la mirada y ver un infinito horizonte celeste que mixtura mar y cielo. Privilegio de muchos, y añoranza de otros. Respirar el aire marítimo. El placer y la tranquilidad de la ciudad en invierno, y el caos y el ritmo del verano. Mar del Plata todo lo tiene, identidad arquitectónica, historia, espectáculos, deporte, propuestas gastronómicas de alto nivel e infinidad de actividades para su gente.
Empecé con la fotografía a muy temprana edad, haciendo fotografía en la calle. Y con el pasar de los años supe observar y entrenar mi mirada ante las situaciones que la vida nos presenta. Nunca pensé posible hacer fotografía de paisaje, lo creía algo difícil de que me seduzca porque siempre me interesó hacer fotografía de personas. Solo por el simple hecho de conectar humanamente y llevarme conversaciones fructíferas en mis oídos.
El tiempo me demostró, que a veces no sólo es necesario conectar con otras personas, sino que también la conexión que en algún momento el ser humano necesita, es interna. Y eso fue lo que me pasó al comenzar a hacer imágenes de Mar del Plata.
Noté que era un trabajo solitario y en el cual me encontraba con sorpresas y muchos pensamientos qué necesitaba atraer. Supe empezar a apreciar la belleza estética de la ciudad, y sin darme cuenta notar que tenemos una localidad extraordinaria.
Mar del Plata tiene muchos y variados escenarios, una naturaleza y una urbanidad admirable. Una historia que hoy, 150 años después, es actualidad. Mi trabajo me reconforta ya que recibo mucho cariño y afecto de la gente; y siento que les debo retribuir esos sentimientos, en imágenes.
Hace ya bastante tiempo que salgo con mi Drone y mi equipo fotográfico a intentar ver la ciudad desde una perspectiva diferente. Me ayuda a reinventarme todo el tiempo, y evolucionar mis sentimientos y mis formas de expresión. Mar del Plata me es una fuente interminable de inspiración, en todo momento descubro cosas nuevas, y si no las descubro hago un esfuerzo creativo e interno por descubrirlas. La fotografía me hace estar en constante movimiento y así también al no quedarme quieto me saca de la zona de confort.
Esto se asemeja a la vida del marplatense. Estar en la playa en un día de temperatura agradable y clima casi perfecto, y en cuestión de minutos juntar todas las cosas y emprender la huida porque el cielo se cae a pedazos. Posterior a esas tempestades y tormentas sorpresivas, en cuestión de minutos, todo vuelve a la normalidad.
Esos momentos inentendibles se asemejan a cómo sentimos la vida, un día en la cima y al otro momento buscando un refugio. Mi refugio es esta ciudad, la fotografía y la gente que me hizo conocer.
A través del tiempo empecé a querer dejar de ver las cosas solo en quietud, y empecé a buscar ver las cosas en movimiento. Es por esto, que comencé a hacer videos de Mar del Plata. En los tiempos que corren, la gran mayoría de la población mundial tenemos un celular al alcance de nuestras manos. Es casi inmediato del marplatense promedio, observar los cielos y sus colores. Y cuando llega el momento y estalla la paleta cromática, obturar un instante y guardarlo para siempre.
La inmediatez forma parte del trabajo audiovisual, demanda tiempo y disponibilidad, y eso me atrae. Ser una especie de reportero gráfico de las cosas que suceden a nivel paisajístico y humano es un muy bonito trabajo. Y guardarlo para siempre, una recompensa que no tiene precio; pero como dije al principio de estas líneas, mucho valor.
Mi actualidad es Mar del Plata, mi hogar es Mar del Plata, mi inspiración es Mar del Plata, la gente que quiero es Mar del Plata, mis cambios son Mar del Plata, mi historia es Mar del Plata.
Y mi profundo deseo es que los marplatenses puedan sentirse también identificados con este último párrafo.