Restaurar y difundir el patrimonio escultórico que habita el espacio público es la tarea que llevo adelante cada día, impulsada por la pasión que siento por mi profesión sumado al compromiso de preservar documentos únicos de la ciudad. Somos parte de la historia que nos precede y resignificar su valor contribuye, sin duda, a proteger la identidad cultural de Mar del Plata. Propongo e invito a descubrir y cuidar estos eslabones invaluables que integran nuestros paseos cotidianos para que continúen siendo parte de la memoria de todos.
Por Costanza Addiechi
Mar del Plata posee un patrimonio escultórico muy valioso y variado que responde al momento histórico de su emplazamiento. Desde el primer monumento conmemorativo, Cristóbal Colón ubicado en su plaza homónima e inaugurado el 18 de febrero de 1900, obras italianas en mármol de Carrara fueron incorporadas al espacio público junto a las francesas en hierro fundido, provenientes de la fundición de arte más importante del mundo; además de esculturas en bronce, piedra y cemento. Siempre pienso que si las enlazáramos una a una como perlas de un collar, podríamos reconstruir la historia de la ciudad.
Desde 1931 fueron protegidas por el reconocido Director de Plazas y Paseos del municipio, durante casi 22 años, Adolfo Primavesi. Gracias a su conocimiento y trabajo las piezas más antiguas fueron rescatadas, tras el desarme de los paseos costeros de inicios del 1900 donde estaban ubicadas, y emplazadas en las siete plazas fundacionales a fines de la década del ´30.
Un período donde se proponía un nuevo paisaje urbano alineado a un cambio en la idiosincrasia de la ciudad. Es allí cuando Primavesi toma cada una de las esculturas y las coloca minuciosamente, tal como lo indican sus manuscritos, en las plazas que forman parte del trazado original desde 1874. No sólo fue el responsable del rediseño de estos espacios verdes, entre tantas otras intervenciones de significativa importancia, sino que personalmente las resguardó hasta su fallecimiento en 1952.
El desconocimiento
A partir de ese momento y durante largas décadas, el desconocimiento cubrió a estas obras con un manto de olvido, promoviendo su descuido. Hace unos años decidimos continuar con la tarea asumiendo el compromiso de su preservación, entendiéndolas como documentos preciados, en un constante trabajo de restauración y difusión.
Hoy están identificadas dentro de un registro y protegidas por la normativa correspondiente, más allá de la planificación adecuada de intervención técnica y comunicación a través de un programa educativo que alcanza a miles de niños al año, en charlas y visitas guiadas permanentes.
Hemos sumado además, la recuperación de todos aquellos bienes muebles con valor patrimonial como farolas del antiguo alumbrado público, las tradicionales luminarias de la Rambla del Arq. Alejandro Bustillo de 1938, relojes, bancos, copones, buzones del antiguo sistema postal y las recordadas pantallas de publicidad en hierro que hoy están especialmente destinadas a señalizar sitios históricos.
Amar lo que se hace
Actualmente estas esculturas, en su mayoría, conservan el emplazamiento indicado por Primavesi en sus apuntes y es un inmenso privilegio para mí poder trabajar sobre las bases por él establecidas. Les confieso que en mi escritorio, donde investigo y documento la historia de Mar del Plata, tengo un portarretrato con su imagen y su amplia sonrisa me interpela e inspira, así como me transmite su compromiso y determinación frente a los obstáculos permanentes que propone la tarea en el espacio público.
Comparto con él la pasión que desafía los límites, motivados por el convencimiento de querer generar un aporte a la ciudad desde nuestro humilde lugar, junto al profundo deseo de participar en la protección del patrimonio de todos.
Amo sencillamente la responsabilidad que llevo adelante, una profesión que se manifestó en mí teniendo apenas 4 años y que estudié toda mi vida, con posgrados en la materia, especializándome en Florencia, Italia, y formando hoy parte de un grupo de investigación con sede en Europa; un camino que me define no sólo laboralmente y que promueve mi férrea intención de contribuir a sentar las bases de la conservación del patrimonio escultórico marplatense.