Por Santiago Giorgini
Manuel Tripano, un joven estudiante de Kinesiología y Fisiatría en la Universidad Fasta, ha logrado una hazaña impresionante: ganar el Mundial de Canotaje Slalon Sub-21 en Liptovský Mikuláš, una pintoresca localidad eslovaca conocida por sus cordilleras y ríos. Oriundo de Necochea y con tan solo 19 años, Manuel demostró que es posible equilibrar los estudios y el deporte para alcanzar el éxito en ambos ámbitos.
La ciudad de Liptovský Mikuláš, con una población de treinta mil habitantes, es un destino turístico por excelencia, con sus montañas y ríos que adornan el paisaje. Este entorno natural fue el escenario donde Manuel Tripano, un joven determinado y talentoso, compitió y se consagró campeón mundial, imponiéndose al checo Lukas Kratochvil, quien sufrió una penalización por tocar una de las “puertas del recorrido”.
El triunfo de Manuel no solo es un logro deportivo, sino también un testimonio de su capacidad para equilibrar sus responsabilidades académicas y su pasión por el canotaje. Celebró su victoria al estilo de Román Riquelme, con el icónico “topo gigio”, dejando claro que detrás del deportista hay un estudiante dedicado.
En una entrevista exclusiva con Bacap Noticias, Manuel nos cuenta cómo organiza su tiempo entre el canotaje y sus estudios, revelando el esfuerzo y la disciplina que le han permitido sobresalir en ambas áreas. Su historia es un ejemplo inspirador de cómo la determinación y el trabajo duro pueden llevar a grandes logros, tanto en el deporte como en la vida académica.
¿Cómo fue que comenzaste a practicar canotaje? ¿A qué edad?
Empecé a hacer canotaje entre los 2 y 3 años, y me metieron mi tío Martín y mi papá, Javier. En el 2019 me enfrenté a esta nueva disciplina en categoría Slalon, pero hay muchas diferencias con la modalidad de entrenamiento en Europa. Allá hay mucho más recurso humano y material. Los canales de competencia son artificiales y son todos de allá. Cuentan con bombeos artificiales tienen cascadas para entrenar y competir.
Algunos cuentan con cemento, acomodado de forma estratégica. En América, el circuito de Brasil está inactivo y hay otro en Estados Unidos. Todas las competencias se realizan en Europa. Allá por lo menos tenés dos pistas artificiales por país. Ellos se miden cada mes entre sí. Acá estamos todos lejos, por eso digo que mi título tiene un mérito doble.
Fuiste campeón del mundo en Eslovaquia, ¿qué podes comentarme sobre este torneo y cuáles fueron los puntos clave para quedarte con el título?
Logré este objetivo después de mucho trabajo, hace 16 años o más que estoy remando. La gestión de este deporte no tiene más de 20 o 25 años. Es un logro muy grande para Argentina y América. Es muy lindo compartirlo con mi familia, mis entrenadores y personalmente es un reconocimiento personal grandísimo. El post pandemia me llevó a agudizar las cargas y a decidir competir en C1, que es un bote de tres metros y medio, igual que un kayak. La diferencia con el kayak es que vas con un remo de una sola cuchara y arrodillado. En cambio, en el kayak, vas con las piernas estiradas y con un remo de dos cucharas. Llegué a la final en Junior en 2022 y competí en Cracovia en 2023, donde fui el más chico en hacerlo. Este año, con otra estrategia y otra experiencia pudimos ganar el circuito. En Eslovaquia clasifiqué a la final en el octavo puesto y en la última carrera corregí un error que me permitió realizar una mejor performance.
¿Cómo organizas tu carrera en el deporte y en el estudio?
Si bien ahora estamos en vacaciones, continúo con mi preparación en cinco parciales que perdí durante mi ausencia. La idea es que con el apoyo de la Universidad pueda rendir los que perdí. Afortunadamente estudio a mi manera, pero no pierdo las clases. El año pasado falté más de la mitad del año y pude aprobar primer año. Ahora vamos por la mitad del segundo y debería aprobar estos cinco parciales para estar satisfecho.
¿Cómo llevás la carrera de kinesiología?
Mi papá y mi tío tienen una vida abocada al deporte, pero paralelamente son kinesiólogos y tenemos un centro de rehabilitación en mi ciudad, Necochea. Trabaja mi mamá y mi hermana también. Es bien familiar. Tener esos conocimientos me sirve muchísimo para realizar la carrera en la facultad. Paso mucho tiempo en el negocio y esos aprendizajes sirven mucho.
¿Cómo sigue tu carrera deportiva ahora?
Ahora tengo una nueva carrera en septiembre, con vistas de ser seleccionado en el selectivo olímpico 2027. Van a hacer una copa del mundo en España y en Italia, sumado a un sudamericano en fin de año. La idea es meter parciales y finales para seguir compitiendo al mismo tiempo.
¿Qué cuestiones de la facultad aplicas al deporte y viceversa?
La presión me juega algunas veces a favor y otras en contra. Me suelo poner más nervioso en exámenes que en carreras, pero tiene mucho que ver con esas preparaciones que uno lleva adelante. Los resultados van más allá de lo que es el entrenamiento. Puede salir bien o mal, pero hago todo a mi tiempo. Mentalmente, a veces me toca estudiar en otro país. No me gusta estar 100% avocado en el canotaje. Cuando estoy estudiando me doy el lujo de ir a entrenar y mantener mi buen rendimiento deportivo.
¿Qué me podés contar de Eslovaquia más allá de la competencia?
Es una ciudad muy linda, turística, con centros de ski y familiares. La gente a comparación de Argentina es muy distinta. Su fisonomía de vida, está más cercana a los ciudadanos italianos o españoles. La gente es más cerrada que en nuestro país, pero si los tratás bien, suelen ser buena onda.
Estudio, sacrificios y entrenamiento; los tres pilares de la carrera de Manuel Tripano, un necochense que llegó a tocar con su bote las cuencas más rápidas del mundo. Competencia académica y deportiva, para un pibe que a sus 19 años, puede llegar aún más lejos dominando los ríos o atendiendo a un paciente en Kinesiología.