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octubre 11, 2024
Música

“La Lógica del Escorpión”: Una despedida a la altura de su autor

Charly García estrenó “La Lógica del Escorpión”, un disco que celebra y honra su vida y su carrera. Qué secretos esconde y un primer vistazo a un álbum esperado y aclamado por los fanáticos del héroe nacional.

 

Por Martina Migliorisi

La espera terminó. Tras cinco años de incertidumbre y como si de una navidad anticipada se tratara, Charly García se vistió de Papá Noel y nos regaló su última gran obra: “La Lógica del Escorpión”.

A sus 72 años y con una vida hecha de recuerdos memorables, el músico argentino se autocelebra en un disco de 13 tracks donde experimenta, juega y homenajea a algunos de sus ídolos. Con seis canciones propias y siete reinterpretaciones, “La Lógica del Escorpión” se construye sobre diálogos que Charly plantea con su propia obra, como si de un océano de guiños se tratara, con una picardía y ternura que solo lo enaltece como el disco despedida, perfecto para el genio creador detrás de él.

Lado A

En un tracklist que nos lleva de paseo por numerosos climas, “La Lógica del Escorpión” abre sus puertas con “Rompela”, una canción de rock desfachatada, pegajosa y lo suficientemente entusiasta para salir al mundo dispuesto a comérselo.

A continuación se alza “Yo Ya Sé”, donde un sintetizador moog nos envuelve instantáneamente mientras capas de cuerdas y coros entran y salen volviéndola corpulenta. En este apartado, Charly traza una paralela con la soledad y el internet, señala a Sigmund Freud como quien “ha arruinado todo” y reitera una frase que condensa dos de sus mejores atributos como compositor: la claridad y la capacidad de síntesis. (“Yo ya sé/ que no sos un hipócrita/ que no sos un psicópata/ pero no sé por qué”).

En “El Club de los 27” aparece la primera colaboración del álbum y, para quienes aguardaban esperanzados, el primer y único blues. Sobre guitarras grabadas por David Lebón, Charly ironiza sobre su edad (72/27), nombra a sus “amigos” Brian Jones y a Kurt Cobain y reflexiona sobre aquello que lo rodea con una mirada distante e inconformista (“traicionero y digital” son las dos cualidades que atribuye al mundo de hoy). No escatima en polémicas: “Dios creó todo el universo y también al Ku Klux Klan”.

Nuevamente con Lebón aparece “La Medicina N° 9”, canción donde el oído abraza estructuras melódicas ya conocidas. Con una clara referencia sonora a “Rap de las hormigas” surge el primer gran autoguiño. Además, Charly samplea el mantra de Paul McCartney en “Revolution 9”, decisión artística para la que debió aguardar por una autorización que demoró dos años y que postergó el álbum hasta hoy. Finalmente, el músico insiste en una frase existencialista: “Aunque no pierdo la esperanza, a veces con vivir no alcanza”.

 El invierno es una constante en la obra de Charly. En un disco tan simbólico, no sería la excepción. “Te Recuerdo Invierno” encuentra una nueva piel en “La Lógica del Escorpión”. Con un comienzo que recuerda ligeramente a las primeras notas de “Inconsciente colectivo”, un Charly mucho más experimentado vuelve sobre sus escritos para reinventar la canción que en 1995, de la mano de “Estaba en llamas cuando me acosté” y bajo el seudónimo Casandra Lange, movilizó multitudes enteras con su versión en vivo. Con un bandoneón desgarrador como solo Astor Piazzolla supo regalar al mundo, Charly homenajea, una vez más, a uno de sus colegas. Un prócer más de nuestra historia.

A primera vista, “Autofemicidio” parece ser un título errado y poco feliz. Sin embargo —y dejando de lado cualquier marco teórico feminista—, la interpretación que Charly hace de un término tan inusual aparece rápidamente: “Ayer te viste desnuda/ desnuda frente al espejo/ fuiste a agarrar un cuchillo/ no pudiste aguantar eso”. Lo que a priori parece un relato que nace de la inseguridad, toma una dimensión distinta en el estribillo, cuando el músico ofrece su parecer sobre la actualidad: “La grieta entre los humanos/ se hace cada vez más grande/ los chicos quieren ser chicas/ las chicas quieren ser grandes”.

En “América”, el guiño a David Bowie es evidente: “Tengo miedo de América”, cita y resignifica Charly. Y es que mientras el duque blanco entonaba “I’m afraid of americans” (“Tengo miedo de los americanos”, con el término “americanos” acuñado para hablar de los norte-americanos), nuestro Bowie dirige la atención a un todo, más allá de los límites continentales. Oscuro y penumbroso, el cierre del lado A de “La Lógica del Escorpión” es un reencuentro entre Gacía y Aznar, que propone una visión dramática y movilizante.

Lado B

El primer atisbo de esta segunda mitad nos lleva directamente a 1974. Entonces, Sui Generis estrenaba “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones” y, entre sus joyas, ofrecía una canción con un título peculiar: “Juan Represión”. Este personaje, tan trágico como inoxidable, vuelve a la voz de Charly para retratar con un olfato quirúrgico una postal de la época (“Y soñó con la justicia/ de los héroes de historietas/ Y se disfrazó de bueno/ con un disfraz de villano”)

El viaje continúa con “Estrellas al Caer”, una canción optimista y breve (1’55”) que melódicamente frasea igual que Chipi-Chipi. El disco entra en su punto cúlmine, un summum que mantendrá hasta el final.

“La Pelicana y el Androide” supuso un enorme suspenso, aún antes de ver la luz. Y es que semanas antes de su estreno había trascendido que esta canción sería una colaboración póstuma con Luis Alberto Spinetta. Compuesta en 1984, y publicada en solitario en 1986 en el álbum Privé, del exlíder de Almendra, “La Pelicana y el Androide” iba a formar parte de un disco colaborativo entre ambos, algo que jamás se concretó. Este track se compone de una historia lírica ficticia, un comienzo sonoro idéntico al de “No Me Veras En El Subte” (“Cómo conseguir chicas”, 1989), y una voz spinetteana original e intervenida, obtenida de viejas grabaciones que Charly guardaba antes de que la irrupción de la inteligencia artificial conquistara el universo comunicacional llevándose todo a su paso. Etéreo y de ensoñación tecnológica, nos envuelve, de a ratos, en una matrix incómoda y surreal para, más tarde, sumar potencia y voces en primer plano.

La tríada final se compone de una reversión de “Watching the Wheels”, originalmente de John Lennon, “La Lógica del Escorpión”, una fábula actuada entre Charly García y Rosario Ortega, y “Rock and Roll Star”, una reinterpretación de “So You Want To Be A Rock ‘N’ Roll Star”, de The Byrds, donde junto a Fito Páez brindan instrucciones dignas de Julio Cortázar para quien anhele convertirse en rockstar. Este apartado, el más parecido a su era Clics Modernos, cierra un disco a la altura de la leyenda que lo pensó, lo compuso, lo produjo y lo interpretó.

 Desde la primera irrupción de Charly en las pistas, su modulación se dibuja y desdibuja constantemente, algo que se sostiene a lo largo del disco y que da cuenta que nuestro héroe es más humano de lo que creemos —el tiempo pasa para todos—.

Con “La Lógica del Escorpión”, Charly culmina su carrera con otra muestra de carácter, porque cual escorpión es indomable e indoblegable, y para el agrado de todos nosotros, su despedida no es en fade, sino como una de las grandes glorias de nuestro rock, irguiéndose entre los laureles que el propio Charly ha sabido conseguir. Un álbum que enseña de qué está hecho Carlos Alberto García Moreno y por qué es uno de los músicos más importantes de la historia toda.

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1 comentario

romualdo septiembre 12, 2024 a 2:41 pm

Más despedida será aquella que tu madre me propinó, llena de besos, abrazos y ferviente deseo el día que supimos procrearte, querido amigo. Esa si que fue una despedida: le dije «chau, boluda» y me pedía que por favor no me vaya. Besos

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