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noviembre 20, 2024
Espectáculos

Vacas Sagradas llega a Mar del Plata: “Me gustaría que la obra invite a la reflexión”

En Mar del Plata el próximo 16 de noviembre en la Sala Melany se estrena “Vacas Sagradas” Dirigida por María Carreras junto a Carlos Vega y Alcira Davin. En Bacap charlamos con la directora de la obra sobre el equilibrio entre el humor y la crítica social.

Por Ian Punter

María Carreras, directora teatral, comenta sobre su participación en Vacas Sagradas, una comedia de Daniel Dalmaroni. Además de su rol como directora, Carreras es autora, gestora cultural, productora, y actriz —aunque ya no se sube al escenario—. También se desempeña como entrenadora de actores.

¿Cómo surge la idea de traer Vacas Sagradas a Mar del Plata?

-Mira, con Carlos (Vega) hicimos La Pipa de la Paz, una obra que estuvo bastante tiempo en cartelera y que generó un gran reconocimiento a la labor actoral de Carlos. Después de ese proyecto, nos costaba encontrar algo que nos resonara para contar. Siempre estábamos buscando y no encontrábamos el texto adecuado.

 Nos gusta la comedia, en sus distintos estilos, pero también queremos que genere una conversación con el público, que deje algo para reflexionar. Finalmente, Carlos encontró esta comedia de Dalmaroni, que aquí en Mar del Plata no se había hecho.

¿De qué trata la obra?

-La obra trata temas como la intolerancia, los prejuicios, la discriminación y el delirio de no escuchar, de estar atrapado en un sesgo que no se ajusta a la realidad. Nos pareció un tema muy actual y que además permite un gran despliegue actoral. La historia transcurre en una familia que recibe a un chico de intercambio, lo que lo hace muy contemporáneo y cercano.

¿Cómo manejan el equilibrio entre el humor y la crítica social? 

-Bueno, Dalmaroni es extremo. A él le gusta llevar a sus personajes a una vorágine de delirio donde no paran, lo cual es muy contemporáneo, porque a veces nos metemos en esas ruedas de pensamientos o comportamientos donde es muy difícil poner el límite y parar. Eso había que respetárselo a Dalmaroni, y a su vez, explotarlo al máximo. 

Lo interesante es que, al volverse todo tan extremo, es donde aparece lo absurdo y, con ello, el humor. Pero también ahí es cuando te detienes y piensas: «¿De qué me estoy riendo?». El equilibrio que buscamos es que cada uno del público se cuestione si alguna vez ha caído en algo similar, sin señalar a nadie en particular. La obra invita a reflexionar sin estigmatizar a un grupo en específico.

Mencionas que la historia transcurre en una casa. ¿Qué tan importante es la puesta en escena en este caso? 

Fundamentalmente, lo que nos atrapó fue el guión, pero a mí me gusta tomarlo como punto de partida. A partir de ahí, me interesa que todo el equipo creativo y los actores aporten su parte. Me gustó acentuar esta idea de que el personaje principal no puede parar, lo lleva al extremo de estar perseguido y persiguiendo. Dalmaroni no describe demasiado los espacios en los que se desarrollan las acciones, pero a mí me pareció interesante jugar con eso. Así que la puesta en escena va cambiando, pasa por diferentes momentos y espacios dentro de esa casa, lo cual fue un gran desafío logístico. 

Además, incluimos a dos actores que realizan los cambios de escena a la vista del público, sumando personajes que en el texto original sólo se mencionan.

Carlos Vega y Alcira Davin, ¿Cómo fue la selección de esos actores? ¿Qué les viste para estos papeles?

Con Carlos veníamos trabajando desde La Pipa de la Paz, donde interpretaba a una madre, un papel muy diferente al de esta obra. Para él, Vacas Sagradas fue un desafío porque tenía que meterse en un rol completamente diferente. 

En cuanto a Alcira, fue un hermoso descubrimiento. Yo la conocía como excelente cantante, pero no sabía que era tan buena comediante. Tiene una gran capacidad lúdica y una corporalidad muy orgánica, lo que la convierte en una gran dupla junto a Carlos.

 El resto del elenco está formado por jóvenes talentos, como Gabriel Gusto, Mateo Miskoff y Pedro Gasoli. Me gusta armar grupos donde todos entiendan que no solo están actuando o dirigiendo, sino que son parte de un proyecto que busca comunicar algo al público.

¿Qué esperás que el público se lleve de Vacas Sagradas?

Primero que la pasen bien, que disfruten de la experiencia. Y luego, que quizá se queden pensando: «Por ahí no estaría mal bajar un poco los decibeles». Me gustaría que la obra invite a la reflexión, que genere conversación al salir del teatro, que no pase inadvertida. Nuestro objetivo es que la obra no termine cuando la gente sale de la sala, sino que en ese momento comienza una charla, una reflexión.

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